Bajo la noche más larga

39

Después de dejar atrás a los Yankees —y, con ellos, a Kyle: su mirada, su voz, su neutralidad ensayada—, me llevaron al otro lado del túnel para saludar al equipo local. Los Dodgers. El equipo de la ciudad donde vivía, y lo lógico habría sido llevar una camiseta de ese equipo, pero preferí ser sentimental y entré al vestuario de los Dodgers con una camiseta de los Yankees.

Para completar la escena, la primera persona que reconocí al cruzar la reja del vestuario fue Robinson.

Me miró con esa sonrisa medio torcida que parecía venir en su ADN.

—Destiny —dijo en cuanto me acerqué, bajando el tono como si ya anticipara que no quería estar ahí.

—Robinson —respondí sin emoción, pero tampoco con hostilidad. No tenía energía para más guerras. Mi arsenal emocional estaba agotado y lo único que me mantenía en pie era el compromiso de cantar bien el himno y salir de ahí con la dignidad intacta.

Sus ojos se deslizaron hacia mi camiseta, y una risa casi imperceptible escapó de sus labios.

—Bonita camiseta.

—Sí… bueno, mi padre es fanático de los Yankees.

—Claro, esa es la obvia razón por la que vistes la camiseta de los Yankees —soltó otra risa corta y miró alrededor—. Mira, no quiero drama. Solo… quería decir que lamento cómo terminó todo.

Mi primera reacción fue parpadear. No entendía. ¿Terminar qué? ¿Nuestra reunión en Stowe? ¿Mi relación con Kyle? ¿La absurda rueda mediática que vino después?

—¿A qué te refieres exactamente? —pregunté, sin fruncir el ceño, pero con la sospecha asomando como una corriente bajo la superficie.

Robinson bajó ligeramente la cabeza, como si necesitara reunir valor para algo. Parecía estar cargando un peso invisible que no le pertenecía. ¿Qué más tenía preparada la vida para mí ese día? Como si el hecho de cantar frente a un estadio entero y encontrarme con Kyle no fuera suficiente.

—Cynthia está arrepentida— soltó finalmente, las palabras casi ahogadas por el bullicio del vestuario—. Por lo que dijo a la prensa… sobre Kyle… y tú. Dice que no pensó que se saldría de control. Que fue un comentario malinterpretado.

“Cynthia está arrepentida”

Esa era la confirmación oficial de algo que ya sabía desde el primer momento en que vi aquel maldito titular y las fotos de Kyle y yo en Stowe.

No fingí sorpresa. Ni rabia. Ni siquiera lo miré con juicio. Solo asentí.

—Claro que fue ella —dije, sin peso. Sin odio. Solo la certeza de quien ya ha vivido lo peor y no siente necesidad de desenterrar nada más—. Pero no tienes por qué disculparte. Ni tú ni ella. Las cosas pasaron como tenían que pasar.

Robinson pareció desconcertado por mi falta de drama. Sus ojos buscaban algo más en mi rostro: lágrimas, reproches, sarcasmo… cualquier cosa menos esta serenidad inexplicable.

—Kyle no lo sabe… —murmuró, como si esas cuatro palabras pudieran cambiar algo.

—Gracias por decirme todo esto —respondí simplemente.

En ese momento, Pamela apareció en la puerta del vestuario, salvándome del incómodo silencio que comenzaba a formarse entre nosotros.

—Destiny, es hora del himno —anunció con su tono eficiente pero amable.

Tomé aire y asentí antes de girarme hacia los jugadores una última vez.

—Buena suerte a todos —dije con una sonrisa profesional antes de salir del vestuario.

Cuando anunciaron mi nombre por los altavoces, el estadio estalló en aplausos y vítores. Caminé hasta el centro del campo con pasos firmes y medidos, mi corazón latiendo con fuerza, pero mi rostro manteniendo una calma estudiada.

Y entonces lo vi.

Kyle Gardner estaba ahí, en la línea junto a sus compañeros de equipo, con esa postura relajada y esa sonrisa afable que siempre había tenido el poder de desarmarme por completo. Su mirada se cruzó con la mía por un breve instante antes de volver al suelo, pero fue suficiente para que mi cuerpo entero reaccionara.

Respiré hondo y cerré los ojos por un momento antes de comenzar a cantar. Mi voz llenó el estadio, cada nota cuidadosamente controlada mientras trataba de mantenerme enfocada en las palabras y no en la maraña de emociones dentro de mí.

Dos minutos nunca habían parecido tan largos.

Cuando terminé, el rugido del público me envolvió. Aplaudían, gritaban, y aunque mi rostro mostraba una sonrisa tranquila, mi interior era un caos. Hice una pequeña reverencia y giré sobre mis talones, buscando escapar, pero apenas había dado unos pasos cuando uno de los coordinadores del evento se acercó corriendo.

—Destiny —dijo con una sonrisa amplia—. La organización acaba de decidir que serás quien haga el primer lanzamiento. ¿Te animas?

Me detuve en seco, parpadeando incrédula. ¿Primer lanzamiento? ¿Yo? ¡¿Ahora?! La risa nerviosa brotó de mis labios antes de que pudiera detenerla.

—¿En serio? —pregunté, medio riéndome, medio esperando que dijera es broma, relájate, ya te puedes ir a casa.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 09.06.2025

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