Bajo la sombra de la noche eterna,
un chico avanza, su aura es lejana.
Misterioso viajero de un mundo sin rumbo,
apático en su andar
La oscura penumbra le abraza al pasar,
sus pasos murmuran secretos sin par.
En su piel, la albura se dibuja sutil,
un contraste perfecto con su ser tan gris.
Sus ojos café claros, como luces de un faro,
reflejos de historias que el tiempo ha dejado.
Una mirada profunda que invita a perderse,
en laberintos de sombras donde todo es inerte.
El aire se carga con su soledad,
misterio latente, enigma voraz.
Así camina el chico, en su danza oscura,
un eco del alma que la noche murmura.
Su esencia es el eco de un vistazo lejano,
En su andar sigiloso, la noche es su hogar,
y en la albura de su piel, el misterio a de brillar.