CAPÍTULO XII
Finalmente liberada.
Lo hizo, el muy perro lo hizo de nuevo y así como se apoderó de mí y destruyó mi mundo, pretendía hacer lo mismo con el de la pobre Nancy. Se prometió a sí mismo que yo sería la primera y la única pero la adicción es así, es una espiral perniciosa que se retroalimenta continuamente, y cada vez va más y más a las profundidades de la miseria humana, con cada nueva vuelta, con cada nueva espiral. No se detiene porque se alimenta a sí misma, y de esa forma se refuerza y se fortalece haciéndole creer a quien la padece, que es algo que puede dejar en cualquier momento, algo que no necesita para vivir, ni para hacer más o menos llevadera su miserable vida. A menos que Tom fuera detenido, Nancy tampoco sería la última, estoy segura de eso.
El segundo día de su cauterio, ella estaba metida en más problemas del que lo estuve yo durante los treinta putos día que me retuvo a su lado; lo había fastidiado, Tom creyó que llevarse a una mujer más joven, prácticamente a una niña, le daría más facilidad para dominarla y manejarla a su antojo, creyó que sería más temerosa y haría más caso; pero Nancy estaba resultándole exactamente lo contrario. El miedo dictaba su conducta y esa conducta consistía precisamente en lo que Tom más odiaba: los llantos, los gritos, la falta de atención, el no seguir las indicaciones. Estuvo a punto de deshacerse de ella sin ni siquiera haberla tomado, pero al último minuto pensó que podía intentar mantenerla con una dosis leve de sedante.
Al igual que hacía con los medios noticiosos de Oklahoma, Tom dedicó un rato a buscar en los sitios web y páginas virtuales de los noticieros de Luisiana, en especial los de Lake Charles, tratando de encontrar alguna reseña sobre la desaparición de Nancy, pero tal como lo esperaba no había nada por el momento. Era muy pronto y él lo sabía, en mi caso tuvo que esperar más de una semana hasta que la noticia comenzó a difundirse de manera tímida y comenzando por los medios más pequeños.
Esa noche se aprovechó por primera vez de ella y supongo que el proceso fue más o menos parecido que cuando lo hizo conmigo. Lo odié aun con más fuerzas porque de alguna manera me hacía revivir, lo que yo misma había sufrido… y sí, lo sé, antes de que alguien venga a echármelo en cara, sé que nadie que no existe puede “revivir lo vivido”, pero permítanme mantener esa expresión, por el momento no se me ocurre otra que funcione mejor.
Cuando Nancy recobró el conocimiento y fue lentamente saliendo de aquel letargo, le sucedió exactamente lo mismo que me sucedió a mí; era como ver un reflejo en el espejo proyectado varios meses después: la chica sintió ardor en su parte íntima y se supo abusada por aquel demonio. Se recostó de su lado izquierdo y asumió la posición fetal, él se acercó para extenderle una bata parecida a la que en su momento me hizo llevar… y Nancy la tomó; se sentó sobre la cama y le preguntó con una inusual naturalidad, si le podía brindar un poco de privacidad para asearse.
-Sé que no fue correspondido, pero fue la primera vez que hice el amor en mi vida – agregó con voz romántica, a lo que ella respondió solo con un “ok”.
Tom quedó sorprendido con aquel aire de normalidad que le presentó la chica y por un momento no supo cómo reaccionar, esperaba que su respuesta continuara fiel a la mía hasta el final, pero en lugar de eso Nancy pareció manejar lo que le acaba de ocurrir con naturalidad; incluso hasta con un pequeño aire de indiferencia: - desde luego, allí tienes lo necesario para que te des un baño – le respondió sin salir de su asombro. De momento cerró la puerta detrás de sí y la aseguró por fuera, pero más allá de eso no sabía el siguiente paso qué dar.
Se fue al estudio que también empleaba como su oficina en casa y prendió el monitor; empezó a fisgonear a la chica por medio de la cámara que había en el salón, con expectativa de lo que Nancy fuera a hacer, pero además de darse un precario baño, la chica no hizo más nada por un rato. Luego la vio dar vuelta al colchón y después desapareció de vista, se había ubicado en un punto ciego para la cámara; eso le hizo suponer que debía actuar, porque tal vez intentara buscar algo con qué hacerle daño para escapar. Sabía que no había dejado ningún objeto en la habitación que ella pudiera emplear de manera peligrosa para él, pero ahora tenía dudas; cuando el control lo empieza a ejercer otra persona, Tom se incomoda y eso lo pone nervioso. No sé cómo no me di cuenta antes.
Tomó rumbo al salón y en el camino escuchó cómo la chica estaba llamando a la puerta, tocándola con su puño repetidas veces. Él abrió apenas un par de pulgadas para mantenerse a resguardo de cualquier ataque de ella y le pidió que se echara hacia atrás donde él la pudiera ver, lo cual fue acatado por Nancy. Entonces comenzaron una conversación serena, durante la cual la chica se comportó una vez más de manera inesperada y desconcertante:
-¿Estabas llamando a la puerta?
-En efecto, ya terminé de asearme y estoy lista para ir a la cama pero no tengo sueño.
-Ok, puedes permanecer despierta un rato más, no veo problema con ello.
-Si pero estoy acostumbrada a dormir con sábanas y no has traído lencería de nuevo.
-Bueno… la que estaba colocada la orinaste.
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Editado: 27.07.2023