Bajo La Piel De Lobo

EL PROYECTO

CAPÍTULO XVII

El Proyecto

 

 

            La noticia se regó a los cuatro vientos con la misma velocidad que se esparció el COVID19 por el mundo. En la empresa le observaban con ojos diferentes, claramente era la comidilla de todos en las enormes instalaciones que visitaba una vez por mes o un poco más. Había salido de aquella refriega policial por el momento. Había salido, pero no ileso.

            Una cosa era que no le pudieran probar nada, solo por el hecho de tener consigo aquel teléfono celular,  y otra muy diferente era que las personas se creyeran la historia de que él hubiera comprado un teléfono robado en la calle, para usarlo como suministro de partes para refacciones. Si además de sus ingresos y su posición, la empresa le proveía de opciones que hacían que cambiar de aparato, fuera casi tan sencillo como cambiarse de ropa interior.

            La madre de Mackenna había ignorado el requerimiento expreso de las autoridades y le enviaba correspondencia con cartas, donde le suplicaba conocer el paradero de su hija con el fin de darle una cristiana sepultura. Francamente estaba harto de cuanto le rodeaba y sentía que su vida se había ido al pozo. Sabía que aquello era una posibilidad pero estaba convencido de que no le ocurriría. Había sido cuidadoso, extremadamente metódico y precavido de no dejar pistas, pero entonces ¿cómo coño le habían pillado?

            Thomas desconocía que se había delatado a sí mismo al conectar el aparato a aquella fuente de alimentación en el taxi que tomó, intentando darle un poco de carga. Se había pasado días y noches enteras repasando cada segundo y cada aspecto de ambos procedimientos. Era lógico que una vez fueran comparados ambos sucesos, la policía determinara que había sido el mismo autor, pero cómo lograron compararlos si precisamente por eso había ejecutado cada uno en un estado diferente.

            Entonces se enteró de la existencia de una base de datos a nivel nacional, la cual era constantemente actualizada y además era sometida a un proceso continuo de mejoras para aumentar su eficacia. Pero de igual manera creyó que aunque eso pudiera suceder por una casualidad muy remota, igualmente los investigadores solo sabrían que ambos casos fueron perpetrados por el mismo individuo, ahora de allí a ubicarlo era un asunto muy diferente.

            Observó un mapa de la nación y utilizó un par de reglas para crear dos vectores, que partían desde sendos lugares donde desaparecieron las chicas, algo muy similar a lo que sin saberlo, había hecho Ferrer usando un par de bolígrafos. El resultado ubicaba la coincidencia de los vectores hacía el noreste en Arkansas, cerca de la ciudad de Little Rock. Cuando eran trazados hacia el Suroeste, la coincidencia los llevaba a las cercanías de Austin. Aquel ejercicio le dio la sensación de que su plan era más vulnerable de lo que él pensaba y eso le erizó el cuerpo; entendió que tarde o temprano le atraparían… a menos que él hiciera algo al respecto. Entonces para colmo llegó aquella llamada:

-¿Hijo estás bien?

-Si mamá, te dije que todo estaría bien. Lo que ha sucedido fue solo una confusión.

-Tu padre no te ha llamado porque está muy ocupado, tú sabes cómo es su ritmo de trabajo; pero está muy pendiente de ti y quiere que sepas que cuentas con todo nuestro apoyo.

-Si claro, supongo que te dijo todo eso.

-Si Tommy, ¿por qué no te vienes a casa? Aquí podremos arreglar todas las cosas.

-Ya te dije que todo estaba bien mamá, que fue solo una confusión.

-¡Claro! Lo entiendo, pero si ya saben que todo es un mal entendido ¿por qué estuvo ayer un policía aquí en la casa?

            Se reunió con sus abogados para consultar si sería posible demandar al FBI, o cuando menos a los investigadores que llevaban el caso; toda vez que ellos habían permitido que la noticia se filtrara a los medios y eso le había perjudicado en su vida cotidiana. Su nombre había aparecido en la prensa y las familias de las chicas, o cuando menos una de ellas, conocía su identidad, su dirección de residencia y hasta habían llegado al colmo de enviarle correspondencia, que podía considerar como un ataque a su dignidad y a sus derechos civiles.

            Los expertos le explicaron que a menos que hubiere y ellos creían que no lo había, la posibilidad real de demostrar una filtración a la prensa con fines indebidos; no era posible proceder contra el Estado ni sus instituciones en tanto las investigaciones siguieran su curso. Apenas le ofrecieron solicitar ante un juez, una orden de amparo para evitar que las familias de ambas chicas le contactaran por ningún medio, pero eso demoraría tiempo y costaría recursos que Thomas no creyó necesario gastar por una contraprestación tan escuálida.

            Llamó a su asesor financiero y arregló una cita con él. Siempre creyó que si las cosas no salían bien, podía llegar el momento en que debiera jugar de manera arriesgada con su patrimonio, a fin de obtener la mayor liquidez posible. Visto el escenario que se avecinaba, parecía que ese momento estaba por llegar y era mejor adelantarse a los acontecimientos. No le volverían a agarrar con la guardia baja. No le permitiría al FBI que disfrutaran su victoria por encima de sus hombros.




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