Igor trabajó como guardia de seguridad en la planta, tres días después. Por la noche, las puertas de la fábrica estaban cerradas y él estaba de guardia dentro del taller. El puesto de control estaba cerrado por ambos lados, por lo que los guardias estaban en el territorio de la empresa.
Un día, a las 11 de la noche, recibió una llamada de un conocido suyo y comenzaron a charlar. De repente, sonó el timbre, de la misma manera que tocaban la puerta de paso cuando pasaba un vehículo. Quién podría haber venido en ese momento, porque no había nadie en la planta. Se sentía como si el botón se presionara deliberadamente y se mantuviera presionado durante unos 15 minutos. Luego se detuvieron, y media hora después se repitió la llamada.
Igor se acercó a la puerta y preguntó: ¿Quién está ahí? Nadie respondió. Pensó que eran los adolescentes los que estaban jugando una mala pasada. Después de un rato, volvieron a llamar. El guardia enojado gritó en voz alta: ¿Quién está ahí? Nadie respondió.
Un par de minutos después, comenzó un terrible chirrido, como si un objeto afilado estuviera raspando el hierro. Entonces comenzaron a golpear con tal fuerza que las puertas de hierro temblaron. Quién es o qué ha estado raspando las puertas durante horas. Igor fue al taller para no escuchar este desagradable sonido.
A las 6 de la mañana, los sonidos cesaron. Llegó el turno y el jefe de seguridad. Le contó a su jefe lo que había sucedido. Encendió la computadora y vio las imágenes de las cámaras exteriores. No había nadie en la pantalla. Pero cuando revisaron la puerta, había rastros de rasguños y las huellas en el suelo no parecían pies humanos. Sólo podían haber pertenecido al gran cíclope del mito.
Estas visitas se han llevado a cabo durante tres turnos de Igor. Lo que podría ser, nadie lo sabe. Lo más extraño es que esto sucede solo cuando está de servicio. Este cíclope, como se le llama, no acude a los otros guardias. Igor, que viene a reemplazarlo, se da cuenta de que este algo viene solo para él. Y con un escalofrío se da cuenta de que algún día se encontrarán...