Bajo la piel del horror

Casa Extraña

Inna y su madre vivían en el pueblo, en una vieja casa destartalada. El techo tenía goteras, los clavos de los techos estaban oxidados y no había hombres en la casa. Muchos dejaron el pueblo para ir a la ciudad a trabajar. Madre e hija decidieron mudarse a otra casa.

Después de hablar con el presidente, se les permitió mudarse a una casa deshabitada, con la condición de que tan pronto como aparecieran los propietarios, regresarían inmediatamente a sus hogares. Allí era mucho más acogedor, no había problemas con el techo. Satisfechos, se fueron a la cama.

Por la noche, se despertaban con sonidos extraños, se sentían como si el agua goteara. Goteo, goteo, se escuchaban lentamente sonidos, como si las gotas gotearan en una palangana o un balde. Cada vez más, Inna se levantaba, encendía la luz y buscaba en toda la casa, donde no había agua.

Por la mañana, Inna se levantó y fue a trabajar. Por la noche, como de costumbre, se fueron a la cama. Y de nuevo comenzó el largo goteo. Endeble, repugnante, aunque no lloviera fuera de la ventana. Se despertaron y registraron toda la casa, incluso miraron dentro del granero. Estaba seco por todas partes.

Tan pronto como se acostaron y comenzaron a dormirse, escucharon pasos lentos y silenciosos, como el andar de un anciano o de un inválido. Un escalofrío recorrió sus cuerpos femeninos, la piel de gallina recorrió su piel. Horrorizada, Inna alcanzó el interruptor con manos temblorosas y encendió la luz. No había nadie en la casa.

No durmieron en toda la noche. Por la mañana, Inna fue a un pueblo vecino y le pidió al sacerdote que iluminara el apartamento. El sacerdote recorrió todas las esquinas y roció agua bendita, y también fumigó toda la casa con incienso. Habiéndose quedado dormido por la noche, no había goteo. Pero de repente escuché el crujir de garras fuera de la ventana, alguien intentó entrar a la casa, pero no pudo. Las mujeres no durmieron en toda la noche del horror.

Algo invisible, el dueño de este lugar, no podía pasar por el lugar consagrado. Y enfurecido trepó por la ventana. Sin cerrar los ojos, Inna y su madre empacaron sus cosas por la mañana y regresaron. Aunque el techo tenía goteras y el viento aullaba, nada goteaba ni perturbaba a las mujeres que dormían plácidamente.



#616 en Paranormal
#252 en Mística

En el texto hay: horror, místico, historias de terror

Editado: 03.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.