Bajo la piel del lobo

Capítulo 9.

—¡Cariño, te toca sacar la basura!

—¡Estoy dibujando, no puedo!

—¡Miraya!

—¡Ya voy! No sé puede expresarse en esta casa.

—Te oí.

Me acerco a la cocina dando mi mejor sonrisa. Y tomo la bolsa negra que está cerrada.

—Mucho mejor.

Mucho mejor estaba yo pintando. Salgo afuera sintiendo el frío de la noche y una hermosa luna me recibe. Dejo la bolsa en el canasto cuando De repente, un ruido rompe la calma: un crujido entre los arbustos que me hizo detenerme en seco. Antes de que pudiera procesarlo, me voy acercando rápidamente.... Avanzo por unos troncos hasta que veo a Eirik, o lo que había sido él, en medio de la oscuridad.

<<¿Qué hace a estas horas?>>

Su cuerpo comenzó a temblar y encorvarse, la piel estirándose mientras un manto de pelo oscuro cubría su figura. La transformación era brutal y hermosa a la vez. Eirik, el chico del que me había enamorado, se convertía en un lobo majestuoso, con ojos que ardían como dos brasas en la noche. En ese instante, el miedo me invadió. Sin pensar, di la vuelta y salgo corriendo.

Cada paso que doy resuena en mi mente como un eco de advertencia. Me sentí como una niña asustada, huyendo de un monstruo, aunque ese monstruo había sido mi amigo. Al llegar a mi casa, cerré la puerta de un golpe, apoyando mi espalda contra ella, intentando recuperar el aliento y la razón.

Las imágenes de Eirik transformándose se repetían en mi mente, y una mezcla de confusión y tristeza se apoderó de mí. ¿Cómo podía haber confiado en él? Sentía que había sido una tonta al compartir mis pensamientos sobre lobos y mitos, cuando él mismo era uno. Me limpié las lágrimas que comenzaban a acumularse, decidida a no dejar que el miedo me paralizara. Tenía que enfrentarlo, tenía que saber la verdad.

La brisa en el bosque se sentía diferente esa noche, cargada de tensión y preguntas sin respuestas. Desde aquel día en que vi el brillo en los ojos de Eirik, todo había cambiado. Tenía que enfrentarlo, tenía que saber la verdad de su boca. Así que allí estaba, en la entrada del bosque, tratando de reunir el valor para confrontar a quien había empezado a ocupar un lugar tan especial en mi corazón.

—Eirik —comencé, mi voz resonando entre los árboles. Él se volvió, y en su mirada vi la mezcla de confianza y una sombra de miedo. Así que decidí presionar un poco más. —¿Qué escondes de mí?

Su sonrisa se desvaneció y, en su lugar, apareció una expresión seria. —No hay nada que esconder, Mireya.

La frustración me inundó. —¿Nada? ¡De verdad? He visto cosas, he sentido cosas! —mi voz se elevó, dejando escapar la rabia y la decepción que había acumulado. —Siempre has sido evasivo, y ahora sé que hay algo más. ¡Dímelo!

Eirik respiró profundamente, y por un momento, parecía que iba a hablar, pero su mirada se desvió. Me sentí herida, como si estuviera jugando conmigo.

—¿Acaso piensas que soy una tonta por confiar en ti? —grité, dejando que las lágrimas amenazaran con caer. —Hablo de lobos, de mitos, y ahora resulta que tú eres uno. ¿Cuánto tiempo planeaste engañarme?

Su expresión se endureció, y aunque había una lucha interna en su mirada, también había un dolor. —No quería mentirte, Mireya. Pero la verdad es complicada.

Me quedé en silencio, sintiendo que el aire se volvía más denso. —Complicada. ¿Eso es lo que piensas? Porque, para mí, es más sencillo: me mentiste.

Eirik dio un paso hacia mí, su voz era un murmullo. —Soy un hombre lobo. Pero lo que realmente importa es que...

—¿Qué importa? —interrumpí, mi corazón latiendo con furia. —¿Qué más hay que decir?

—Lo que importa es que no hay manadas como las que la gente cree. No hay almas gemelas. —Sus palabras fueron como cuchillas, y me sentí como si me quitaran el suelo bajo los pies. —Pero empecé a sentir cosas por ti que nunca había sentido antes. No quería alejarme de ti, y cuando me di cuenta, ya estaba atrapado en esta situación.

Las lágrimas finalmente cayeron por mis mejillas, y me sentí expuesta y vulnerable. —¿Así que todo este tiempo has estado sintiendo cosas especiales por mí? ¿Mientras me ocultabas quién eres realmente?

Eirik bajó la mirada, incapaz de enfrentarme. —Sí, me di cuenta de que no podía seguir así. Tenía miedo de perderte, de que la verdad te asustara.

Un nudo de dolor se formó en mi pecho. ¿Cómo podía ser que alguien que decía tener sentimientos por mí me hubiera mentido de esa manera? Me sentía traicionada, y el eco de sus palabras se retumbaba en mi mente. —¿Y ahora? ¿Qué hago con esto? ¿Con el hecho de que me has estado engañando?

—Quiero ser honesto contigo. —Su voz temblaba, y podía ver la lucha interna en su mirada. —Te prometo que haré lo posible por protegerte, pero lo que soy no cambiará. Solo puedo ofrecerte mi verdad, aunque duela.

Me quedé en silencio, intentando procesar lo que estaba escuchando. Mi corazón se debatía entre la decepción y la comprensión. Todo lo que había sentido por él, cada risa compartida, cada mirada furtiva, se sentía ahora como un juego cruel. Pero en el fondo, había una parte de mí que todavía deseaba creer en su sinceridad.

Me acerqué, mirándolo a los ojos, pero no podía evitar sentir que el vínculo que habíamos construido se desmoronaba. —¿Tú? Un hombre lobo. ¿Así que todo lo que me dijiste sobre ser especial no era más que una ilusión?

—No, no es así. —Eirik se movió hacia mí, pero retrocedí, sintiendo que necesitaba espacio. —Mireya, quiero que entiendas que…

—¿Entender qué? —lo interrumpí, con el corazón latiendo desbocado. —¿Que me has estado ocultando tu verdadera naturaleza? ¿Que me has estado viendo como una simple historia de miedo?

La herida en su rostro era evidente, pero yo estaba demasiado herida para preocuparme por él en ese momento. —No quería alejarme de ti, pero tenía miedo de decepcionarte. —su voz era un susurro, lleno de arrepentimiento.

Las lágrimas caían libremente, y en ese instante, comprendí la profundidad de mi dolor. Eirik había sido sincero en su forma de sentir, pero ¿podría confiar en él después de todo lo que había pasado?



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En el texto hay: misterio, lobo, amorverdadero

Editado: 09.01.2025

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