Prólogo

Prólogo 

Si solo me hubieran advertido sobre el inmenso dolor que me esperaba al acercarme a la muerte.
Si tan solo alguien me hubiera adverido sobre el desgarrador sufrimiento que acompañaría cada latido de mi corazón roto por amarte.
Si tan solo me hubieran advertido que para salvar tu vida, tendría que ofrecer la mía en sacrificio, no habría dudado en hacerlo una y otra vez, sin importar lo que cueste.

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Desde temprana edad, mi único sueño fue el patinaje sobre hielo. 

Mis padres me inscribieron en la prestigiosa academia "Crystal Blades", reconocida por atraer a los patinadores más destacados del país. Durante años, me esforcé por ser la mejor en el hielo, desde los seis años hasta los quince.

Sin embargo, todo cambió el día en que él apareció: Jaxon Blaze, el diablo vestido de ángel. Ese italiano con sus penetrantes ojos negros y el cabello oscuro que enmarcaba su rostro, su llegada marcó un punto de inflexión. Desde entonces, todos lo admiraban, incluso llegó a arrebatarme el primer puesto en una competencia.

Desde el momento en que nos encontramos en la competencia juvenil hace años, Jaxon y yo nos habíamos convertido en rivales acérrimos. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban en la pista de hielo, se podía sentir la tensión eléctrica en el aire, una mezcla de competitividad y desprecio que había definido nuestra relación desde el principio.

Ahora, cinco años después, nuestros caminos se cruzan una vez más en una situación inesperada. Después de que nuestras respectivas parejas de patinaje se retiraran inesperadamente debido a lesiones, Jaxon y yo nos encontramos sin pareja justo antes de la competencia nacional más importante de la temporada. Con poco tiempo y pocas opciones, los entrenadores decidieron unirnos, a pesar de las protestas vehementes de ambos.

Así, en medio de murmullos de sorpresa y escepticismo, nos encontramos de repente enfrentados a la perspectiva de patinar juntos, a pesar de nuestro mutuo desdén. Aunque fingir ser compañeros amistosos sobre el hielo sería un desafío monumental, ambos sabíamos que no teníamos otra opción si queríamos tener alguna posibilidad de ganar.