Bajo la Sombra del Zar

Capítulo 2

Envuelta en un abrigo demasiado grande para su figura y con una maleta que contenía toda su vida, Anya se encontraba en la estación de tren, lista para partir hacia Moscú. Su, padre con el rostro marcado de la ira y la vergüenza, había enviado a su hija a la mansión familiar, un lugar sobrio y solitaria en medio de la ciudad de Moscú.

El viaje que haría era para ocultar un desliz en la familia, la llegaba de un bebé bastardo para su padre. Ese viaje la separaba de todos sus conocidos y amigos, Anya miró hacia atrás una última vez, esperando ver a su padre entre la multitud, pero solo encontró extraños apresurados para entrar en el vagón. Con un suspiro de soledad, entro en el vagón que la llevaría a su nuevo destino. 

En el viaje el traqueteo del tren fue hipnótico, y Anya se encontró reflexionando sobre su vida. Recordando las risas de los empleados de su casa, los momentos compartidos de su padre. Y cómo todo cambio cuando él descubrió su embarazo. Su padre, aunque nunca fue muy amoroso con ella, él decía que era la luz de sus ojos. Pero cuando se enteró de lo ocurrido con Anya, se consumió en como la sociedad vería a su hija soltera y embarazada. Y luego el nacimiento de un hijo ilegítimo en la familia Petrova. 

Así que tomó la decisión de que se fuera a la mansión familiar en Moscú hasta el nacimiento del bebé. Cuando ella llegó a Moscú, fue recibida por el chófer de la mansión que estaba allí para llevarla a su nuevo hogar. Aquella mansión vieja se erguía ante ella, un gigante de piedra que guardaba secretos y memorias de generación en generación. El mayordomo la recibió en la entrada, su excreción sería como la de su padre, pero en el fondo mostraba unos ojos llenos de chispa de bondad. 

 

— Señorita Anya, bienvenida a la mansión Petrova, —dijo con voz profunda y sería. — Su habitación ha sido preparada según las instrucciones de su padre.

 

Anya asistió, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Mientras seguía al mayordomo a través de los pasillos silenciosos, cada paso resonaba como eco de su soledad. La habitación era grande y espaciosa y amueblada con elegancia, pero lo que más le llamo la atención fue aquella sus muñecas de porcelana que aún seguían intacta al paso del tiempo. 

Esa noche, Anya se acostó en la cama, mirando al techo alto y pensando en el futuro. A pesar del dolor y la incertidumbre, sabía que la mansión sería un comienzo de una nueva vida, solo tenía que pensar bien las cosas antes de tomar una decisión correcta. Para ella y su hijo, con suerte podría escapar de allí más adelante. Encontraría a Nikolay y juntos crearían a su hijo, así que se quedó dormida pensando aquellos detalles de su vida con Nikolay. 

 

NUEVE MESES DESPUÉS.

 

Anya estaba en los meses para dar a luz, su padre había estado allí y una semana antes en Moscú. Había hablado con una mujer comadrona para que trajera al mundo al bebé de Anya. Ella, al escuchar aquella conversación, estaba asustada y no sabía qué hacer. Entonces toma la decisión de escapar para buscar a Nikolay, para poder salvar a su hijo. Así que tomo un abrigo y salió a las calles de Moscú en busca de su amor. 

Sabía que él estaba allí en Moscú, porque la última nota que recibió de su nana. Fue que él estaba viviendo en Moscú. Era de noche y camino por las calles oscuras, buscando la dirección que le había escrito su nana. Y la había encontrado, pero también la sorpresa de su vida cuando llego al lugar donde residía. Al tocar una hermosa rubia alta y hermosa le abrió la puerta, al mirarla pensó que era una amiga de Nikolay, pero no era así era, cuando él dentro de la casa llama a la rubia hermosa.

 

— Amor quien toco la puerta. —dijo acercándose a ella. — Es una chica amor, de seguro que está pidiendo caridad. 

— Bueno, dale algo y que se largue ya es hora de irnos a la fiesta.

— Si amor… —Anya trago grueso y le dice a la mujer.

— Es su esposo, señora.

— Si… —le sonrió la rubia.

— No se preocupe, yo me retiro, solo que me equivoque de casa.

— No te preocupes cariño, toma este dinero para que puedas comprarte algo.

 

Sin querer, Anya lo acepto, y se retiró de ese lugar, no tan lejos para ver a Nikolay salir de la casa y dirigirse con la rubia a un auto elegante. No antes, sin ver como los dos se besaban con tanta pasión, eso a ella le cayó de lo peor. Le había dado todo aquel hombre y ahora está destrozada por dentro como por fuera. Estaba embarazada de él, iba a tener a su bebé, así su padre la desheredé. Miro al cielo y estaba por caer nieve, así que lo mejor era regresar a su casa y esperar el momento de escapar de ella. 

Cuando llego a la mansión Petrova, se fue directo a su cuarto, esa misma noche escaparía. No sabía a donde ir, pero tenía que escapar de las garras de su padre, no iba a dar a su bebé a nadie. Menos a personas extrañas, así que acomodo todas sus cosas. Sin pensar que comenzaría labores de parto, era punzada leves que sentía, pero no le dio mucha importancia.

Tenía todo listo para escapar de la mansión, era algo loco lo que estaba haciendo, pero era la mejor solución para ella y su hijo. Lograría hacerlo y comenzaría una vida nueva para ella y su bebé que venía en camino. Así que espero que todo estuvieran dormidos para salir de allí, se ajustó su abrigo y salió a media noche a las calles de Moscú. Estuvo bajando por unas horas hasta que se quedó en un banquillo en una plaza, pero comenzó a sentir dolores más fuertes y punzantes. 




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