Mariana, al principio, sintió que su mundo se desmoronaba. No estaba segura de qué hacer. Podía seguir su vida, olvidarse de todo, y seguir adelante, o podía enfrentarse a la realidad de lo que Andrés había hecho, de lo que él era, y elegir si seguir adelante con él.
Por un momento, pensó en irse. Pero entonces, recordó cómo se sentía cuando estaban juntos, cómo sus días con él, aunque imperfectos, le daban una paz que no había encontrado en ningún otro lugar. Se dio cuenta de que, a pesar de los errores de Andrés, no podía simplemente dejarlo ir. Algo dentro de ella, esa conexión rara, la mantenía ahí.
Después de varios días de reflexión, decidió que, aunque su amor fuera inusual, raro y complicado, valía la pena luchar por él. Le explicó a Andrés que, aunque su pasado la había asustado, estaba dispuesta a apoyarlo, pero solo si él era honesto con ella de aquí en adelante.