Bajo la última tarde

Bajo la última parte

Leo preparo sus cosas, con un animo tan bajo que el mas depresivo del mundo tendría envidia, o al menos, eso pensaba él. Era el último día de escuela, y era realmente el ultimo, al menos de la escuela secundaria.

—listo?! — dijo una joven saltando y posicionando las manos detrás de Leo

—sí, listo — suspiro Leo, sin inmutarse — y tú, Kazu?

—también! — respondió ella, contenta

Leo estaba enamorado de Kazu, lo había estado desde primer año. Aun que, de ese secreto, Kazu no sabia nada, para ella, Leo la consideraba como su mejor amiga, y el sentimiento era reciproco.

El chico se llevo la mochila a los hombros, apartando las manos de Kazu. Volteo, y ella lo miraba con aquella hermosa sonrisa que la caracterizaba. Con una risita, guiño un ojo y palpo su mochila estilo mensajero.

—ya es hora — dijo, con su voz animosa — te despediste bien de tu lugar?

—sí, lo hice

—bien, asi me gusta — Kazu se puso enfrente de Leo, y luego se dio la vuelta, mirando a Leo, moviendo su cabello largo y castaño — ven, vámonos

Leo asintió, y Kazu empezó a moverse. El chico la siguió, miro una ultima vez su salón, y salió del mismo.

Todos los demás alumnos también salían; los de primer año, emocionados por entrar a segundo, los de segundo, por estar a un salto de terminar, y los demás grupos de tercero, emotivos. La emoción, nervios, y melancolía se palpaban en toda la escuela, distinguiéndose particularmente por las voces de los demás alumnos.

Él ya se había despedido de sus demás compañeros, pero Kazu y él habían alargado su despedida. Era evidente, pues, lo mucho que lo habían hecho, pues cuando las despedidas anteriores comenzaron, Kazu estaba tan incomoda como Leo lo estaba.

Ambos sabían, claro, que el momento llegaría, pero no querían hacerlo. Ni ahora, incluso, que estaban cruzando las puertas de la secundaria, para no volver jamás, o al menos, por los próximos diez años.

Era un ambiente un poco boscoso, Leo se alegraba de vivir en la zona verde de la ciudad. El camino era amplio, con pavimento combinado con pasto y árboles, pequeñas colinas y altas. Leo y Kazu compartían casi el mismo camino a casa, de no ser por una separación a la izquierda y a la derecha. Tampoco había muchos alumnos acompañándolos, asi que, a excepción de un par de primero adelante, ellos estaban solos.

Estaban en silencio, hasta que Kazu formulo la primera frase.

—fueron buenos años

—sí, lo fueron — coincidió el, sin mirarla

Se quedaron en silencio de nuevo. Kazu suspiro un poco, y miro a Leo sin mover la cabeza. El estaba serio, y en su expresión también se podía notar preocupación, la misma que ella sentía.

—hoy el día parece muy tranquilo — comento de nuevo, mirando al cielo azul — solo se escuchan los pajaritos

—sí, es tranquilo

Kazu sonrió débilmente, y regreso su mirada al frente.

Leo fue quien la miro sin mover la cabeza esta vez. Observo su tez morena, y fijo su mirada un momento en el cuello de Kazu. Vio ese lunar, posicionado casi tocando el cabello de Kazu. Suspiro.

Recordaba la primera vez que la había visto. Era una oscura mañana de finales de agosto. Leo entro a su antiguo salón de primero, y se sentó en una banca aleatoria. La chica, como si nada, entro al salón, y para su suerte, ocupo el lugar de al lado.

Leo se quedó quieto, mirando a la chica. No la había visto antes en primaria, a diferencia de las demás chicas y chicos ahí. Fue ahí cuando la chica también volteo.

—hola — dijo, con la optimista voz, que Leo escucho por primera vez

—eres nueva? — le cuestiono el chico, vencido por la curiosidad

—sip, vengo del centro de la ciudad, queríamos algo más tranquilo — rio un poco, y sonrió — por la pregunta, me imagino que tu no

—si...

—Kazu, me llamo Kazu — saludo poniendo el símbolo de la paz

—Leo

—mucho gusto, Leo — Kazu dejo fijada su sonrisa, y guiño

Leo recordó el intenso e instantáneo color rojo entrando a sus mejillas. Fue incomodo, tanto en ese tiempo, como en el presente, con la misma chica de la que se enamoró el primer día, a su lado izquierdo, otra vez.

—parece que este verano va a hacer fresco — dijo la Kazu del presente — tienes algo planeado para vacaciones?

—nada especial, tal vez prepárame para la preparatoria

—vaya, con que si sabes platicar — Kazu rio un poco — la preparatoria...

—no aun — le impidió Leo

Kazu lo miro con un puchero, que Leo no necesitaba ver para saber que lo hacía. Lo amaba.

La primera vez que la vio haciendo un puchero fue en el mismo primer año. Ese día, se encargo un trabajo en equipos. Kazu vio muy emocionada a Leo.

—lo siento — dijo este — ya me lo había pedido Lucas...

—de verdad?! — protestó Kazu — sabes que siempre hacemos los proyectos juntos!

En ese momento, Kazu inflo los cachetes, y puso su cara de enojada. Un puchero en toda regla, perfecto, pensó Leo. Termino cancelando con Lucas.

La Kazu del presento pateo una piedrita con fuerza, que se perdió, cayendo por la ladera. Leo volvió a suspirar.

—sabes que no fue tu culpa quedar en otra

—si lo fue! — contesto Kazu de inmediato, mirando a Leo — pusimos la misma preparatoria, pero...

—nunca fuiste muy buena en geografía — Leo rio un poco

—claro que sí! ¡Es solo que ya no hubo cupo, eso es! — Kazu se escuso, pero suspiro de inmediato, al ver como la miraba Leo — no importa, de todos modos, no íbamos a estar juntos toda la vida

Leo aparto la mirada. Kazu dijo lo que el llevaba pensando desde que la conoció.

En primer año, estuvo triste. Había visto un documento del director, cuando fue a dejar una copia, en donde Kazu aparecía dos salones separada de él. Kazu, al verlo muy triste, le insistió en decirle que pasaba, pero se escuso diciendo que pasaba algo en casa. Ese día, Leo lo pensó por primera vez. "De todos modos, no íbamos a estar juntos toda la vida" se repitió todas las vacaciones.




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