Llegó el fin de semana, estaba nerviosa porque tenía un importante examen para ser socorrista. Ya había aprobado la prueba teórica y me faltaba solo la física. Estaba lista pero sabía que no era fácil.
Era un día soleado y estaba feliz porque la relación con Marcos parecía seguir todo bien y la semana siguiente tendríamos nuestra primera cita. Cuando me levanté elegí darle los “buenos días”, esperando no estuviese muy cansado como el día anterior.
Después de veinte minutos vi su respuesta: -…. Lo siento pero pienso que la relación no puede funcionar entre nosotros… -
Lo leí y releí por siete veces, no entendía que había pasado, no me enteraba, pero estaba segura que era mi culpa, había hecho algo malo, como me pasaba muchas veces.
Llamé a Verónica pero estaba con su novio y no podía contestar, no sabía qué hacer, contesté pidiéndole perdón si me había equivocado en algo y pensaba que todo estaba yendo bien y él siguió diciéndome que no buscábamos lo mismo. Seguí sin entender, los dos queríamos algo serio, o así me había parecido.
Me sentí culpable por haberme equivocado, y sobre todo, una estúpida por haber creído en algo que no existía. Siempre me equivocaba, me golpeaba la cabeza con la mano, castigándome, siempre sufría por la misma razón, nunca aprendí a no hacerme ilusiones por las cosas y las personas, no era capaz. Veía algo o alguien que me hacía bien y entonces empezaba a acostumbrarme a su presencia sin pensar que un día cualquiera habría desaparecido.
Escribí a Verónica, preguntándole qué hacer, no deseaba molestarla pero estaba sin ideas, no quería que nuestra relación acabase sin haber realmente empezado, pero no parecían existir soluciones.
Ella me contestó después de poco diciéndome que no intentara hablar otra vez con él, tenía que dejarlo en paz. ¿Pero cómo puedo? Fue una semana maravillosa gracias a él, me sentí bien porque había alguien, diferente de mi mamá, que me escuchaba, que me aconsejaba, que me prestaba atención, me había acostumbrada a esto, ya, sin nada, sin ninguna verdadera demostración, que estúpida he sido, ¿verdad?
Decidí concentrarme en el examen, quería aprobar, era una prueba muy importante y no podía pensar en otras cosas, aunque era difícil, así utilicé los nervios para nadar y al final de las tres horas pasadas en el agua, nos dijo los nombres de las personas que habían aprobado el examen y después de un largo listado oí: “Sofía Rosa”, en un día tan oscuro saber que era oficialmente una socorrista me dio confianza. Una pequeña esperanza de poder encontrar un trabajo y sobre todo de haber hecho algo bien.
Llegué a casa, estaba muy satisfecha, realmente lo estaba pero al mismo tiempo estaba un poco desanimada.
-Cariño, encontrarás otro, mejor que él, me dijo mi madre abrazándome fuerte.
-Sí, puede ser, pero me molesta haberme ilusionada tanto, creo demasiado en las cosas.
-No puedes no hacerlo.
-Quiero no hacerlo.
-Dar muchas importancia a las cosas y a las personas te hará sufrir, es verdad, pero también te dará la determinación de conseguir todo lo que quieres, me abrazó más fuerte dándome el calor que puede dar solo el abrazo de una madre.