Bajo las estrellas

Aurora: El primer encuentro

19 de diciembre del 2024.
El día en que lo conocí.

Me levanté a eso de las 4:30 a.m., casi como si estuviera borracha... pero en realidad solo estaba agotada. Salí de la cama juntando las fuerzas suficientes -por fortuna- porque juro que las sábanas se habían pegado a mi cuerpo como si quisieran que me quedara un rato más. Caminé hacia la ducha y, después de arreglarme para salir, partí junto a mi compañera de apartamento hacia nuestra universidad, donde nos encontraríamos con las demás.

Seríamos un grupo de mujeres que asistiría a un evento de caridad. Mientras el camino pasaba, miraba por la ventana del auto, perdida en mis pensamientos, cuando mis compañeras empezaron a hablar sobre un hombre.

-Magnus Alessandro, ese es su nombre -dijo una de ellas, volteando hacia las demás.

Las vi con sus teléfonos en la mano, emocionadas, y no pude evitar preguntar:

-¿Quién es?

Nadia, mi mejor amiga, volteó hacia mí como si mis palabras hubieran sido dichas en un idioma que nadie comprendía.

-¿¡Cómo que quién es!? -dijo muy extrañada-. ¡Es uno de los mejores boxeadores de los últimos dos años! Él es la razón por la que las entradas al evento se venden tan rápido. Dará firmas y fotos allí.

-Está bien, está bien -dije, levantando las manos en señal de rendición.Pero qué exagerada, pensé.

Me quedé dormida hasta que llegamos al edificio donde sería el evento. Bajamos en un estacionamiento, donde todos los que expondrían comenzaban a descargar sus cosas para montar sus áreas.

Mientras tomaba una caja de folletos entre mis manos, escuché cómo mis compañeras murmuraban emocionadas:

-¡Es él! ¡Sí, sí, es él!
-¡De cerca es mucho más guapo aún!

Nadia se aferró a mi brazo mientras me sacudía con emoción.

-¡Ahí está, míralo! ¡Es perfecto! -dijo con una sonrisa enorme en el rostro.

-Nadia, ya basta. Pareces loquita del centro -le respondí, intentando contener la risa.

Ella se apartó haciendo un leve puchero.

Acomodé un poco la caja entre mis manos, levanté la vista... y entonces lo noté: él me estaba mirando fijamente. Me quedé paralizada por unos segundos.
¿Será que escuchó lo que Nadia dijo? -me pregunté-. ¿O, peor aún, pensará que fui yo la que lo dijo?

Tragué saliva y, con el poco valor que tenía, empecé a caminar hacia la entrada... justo por el mismo camino donde él estaba. Pasé a su lado casi temblando de la vergüenza, y apenas pude murmurar un tímido:

-Buenos días...



#3167 en Novela romántica

En el texto hay: boxeo, medicina, sentimental

Editado: 13.09.2025

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