Bajo las Estrellas de Verano

Pasos hacia el mañana

Los meses pasaron, y la vida de Arletth tomó un ritmo distinto, más ligero y en paz. Cada día que transcurría era una oportunidad para aprender algo nuevo sobre sí misma. Su proyecto de escribir un libro de cuentos infantiles avanzaba, y Arletth sentía que finalmente estaba construyendo algo que le pertenecía solo a ella. La historia que estaba creando para su libro se inspiraba en sus propios hijos y en sus alumnos; cada personaje tenía una chispa de su esencia.
La rutina en casa también empezó a cambiar. La relación con su esposo había evolucionado hacia una separación más amigable. Ambos habían decidido mantener una relación cordial por el bienestar de sus hijos y, en muchos sentidos, esto le permitió a Arletth sanar viejas heridas sin resentimientos. Los niños, aunque aún pequeños, parecían adaptarse bien al nuevo equilibrio en casa, sintiéndose amados y seguros.
Un día, mientras trabajaba en su libro en una cafetería cercana, Martín se acercó. Él también había pasado por sus propias transiciones y desafíos personales, y ambos conversaron sobre los cambios que habían vivido en los últimos meses. Sin la presión de una relación romántica, su vínculo se había fortalecido, creando una amistad sincera y profunda. Esa tarde, Martín le habló de un taller de escritura creativa que sería ideal para su proyecto, y sin dudarlo, Arletth se inscribió.
En el taller, Arletth encontró una comunidad de personas creativas y apasionadas que le recordaron que nunca era tarde para seguir aprendiendo. Cada semana esperaba con ansias la clase, donde compartía sus ideas y recibía retroalimentación. El taller no solo la ayudó a mejorar su escritura, sino que también le brindó nuevas amistades y la confianza para explorar su voz como autora.
A medida que avanzaba en su libro, también se volvía una madre más presente y consciente. Organizaba tardes de arte con sus hijos, donde pintaban y creaban juntos. Estos momentos se convirtieron en el centro de su hogar, y Arletth se sentía plena al ver cómo sus hijos florecían en un ambiente de amor y creatividad.
Martín continuaba siendo un amigo cercano, alguien que la apoyaba sin esperar nada a cambio. Y aunque en algún momento sintió que podría abrir su corazón a él, decidió que no tenía prisa. Esta etapa en su vida estaba destinada a descubrirse a sí misma, a construir su felicidad sin depender de nadie más.
Con cada capítulo que escribía en su libro, con cada paso que daba en su vida como madre y profesional, Arletth sentía que avanzaba hacia el futuro con una confianza renovada. Estaba lista para vivir plenamente, enfrentando los desafíos y abrazando cada nuevo cambio con el corazón abierto.



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En el texto hay: amistades, crecimiento, amor.

Editado: 06.09.2025

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