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Capítulo 6 – Un secreto compartido

La madrugada envolvió la casa. La mayoría dormía, pero la cocina, iluminada solo por una luz tenue, era refugio de silencio y confidencias.

Elaine se preparaba un té. La taza humeaba mientras ella agitaba azúcar. Aarón entró como si coincidiera con un plan silencioso. Nadie más lo notaría, pero la conexión era innegable desde ese simple gesto.

—¿No puedes dormir? —preguntó él, con voz suave.

—Demasiadas cosas en la cabeza... —respondió ella, sin alzar la vista.

—Entiendo.

Se sentaron frente a frente, ellos y el vapor que ascendía entre sonidos nocturnos. Elaine comenzó a hablar. Habló de su miedo a no conectar con el público, de lo que significaba estar ahí, de la presión de mostrar algo auténtico. Aarón la escuchaba atento, sin interrumpir.

—Yo solo quiero ser yo —añadió ella, con voz quebrada—. Pero acá todo se magnifica. Las cámaras, las opiniones... es demasiada carga a veces.

Aarón negó con la cabeza. Tomó su mano, sin dramatismo, solo sosteniéndola.

—No dije nada más —le dijo. No iba a ser “funada” ni juzgada por lo que compartía.

—Gracias... —contestó ella, con sinceridad contenida.

En un suspiro profundo, él habló de su estrategia: divertirse, ser él mismo… y confesó algo que la hizo detener el corazón.

—Pero también… encontré algo, o alguien, que hace que todo esto valga más la pena.

Elaine lo miró, sin palabras. No necesitó preguntar. No había romanticismo forzado, solo la verdad simple de esa frase. El silencio se llenó de complicidad.

Mientras él se retiraba, ella lo observó desde la barra.

—Buenas noches, Aarón —susurró.

—Buenas noches, Haro —respondió, con esa voz tranquila que, de repente, era el mejor sonido de todos.

Cuando la puerta se cerró, Elaine cerró los ojos y su sonrisa se mantuvo. Él, en su habitación, sabía que aquella conexión era más que un inicio: era el descubrimiento de que algo real podía florecer en aquel encierro.