Bajo las luces navideñas

∞ Capítulo 2.

𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐋𝐈𝐂𝐓𝐎

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El amanecer en Sierra Nevada era un espectáculo digno de admirar. Las primeras luces del día se filtraban a través de las cortinas de la habitación de Emma, pintando las paredes con tonos cálidos y dorados. Emma se estiró en la cama y dejó escapar un suspiro contenta al recordar la noche anterior. La conversación íntima con Javier en el jardín de invierno había sido mágica, y aunque sabían que su romance debía mantenerse en secreto, había una chispa de esperanza en sus corazones.
Bajó las escaleras con una sonrisa en el rostro, lista para enfrentar un nuevo día. La mansión estaba en pleno ajetreo matutino, con los preparativos para la gran fiesta navideña de esa noche en marcha. Las criadas y los mayordomos se movían con eficiencia, decorando los pasillos y ajustando los últimos detalles. La señora Esme De la Vega supervisaba todo con su habitual gracia y autoridad.
—Emma, buenos días, querida.— la saludó su madre desde el salón, donde estaba arreglando un arreglo floral.
—¿Dormiste bien?— le preguntó.
—Sí, mamá, muy bien.— respondió Emma, acercándose para ayudarla. —La casa está hermosa, como siempre.— halagó la joven.
—Gracias, hemos trabajado duro para asegurarnos de que todo sea perfecto para esta noche. Es la fiesta más importante del año, y queremos que todo salga bien.— dijo Esme con una sonrisa.
Emma asintió, pero su mente estaba en otro lugar. Quería ver a Javier de nuevo, hablar con él y compartir sus pensamientos y sentimientos. La oportunidad no tardó en llegar. Después del desayuno, Javier apareció en la mansión, trayendo consigo un aire de entusiasmo y energía que siempre había caracterizado su presencia.
—¡Emma! ¿Te gustaría acompañarme a dar un paseo? Hace un hermoso día.— sugirió Javier, con una mirada cómplice que solo Emma podía entender.
Ella aceptó con gusto, sabiendo que un paseo les daría la oportunidad de estar a solas y continuar su conversación. Salieron al jardín, donde la nieve cubría el paisaje en un manto inmaculado. Las ramas de los árboles se inclinaban bajo el peso de la nieve, y el aire frío llenaron sus pulmones.
Caminaban en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Finalmente, Javier rompió el silencio.
—Emma, he estado pensando en nosotros. Sé que nuestras familias esperan mucho de nosotros y que hay muchas tradiciones y expectativas que cumplir, pero… no puedo ignorar lo que siento por ti.— desde chicos sabían que Javier debía contraer matrimonio con Alma y Emma tenía prohibido ver a los amigos de su hermano.
Emma se detuvo y lo miró a los ojos.
—Yo también siento lo mismo, Javier. Pero ¿cómo vamos a manejar esto? No quiero causar problemas entre nuestras familias, ni herir a Alejandro.— sabían que sería duro que su romance fuera aceptado.
—Lo sé, y eso es lo que me preocupa. Alejandro es mi mejor amigo, y no quiero traicionar su confianza. Pero también sé que no puedo seguir ocultando mis sentimientos por ti.— respondió Javier con seriedad.
Emma asintió, sintiendo la tensión en el aire.
—Tal vez podríamos tomarnos esto con calma, ver cómo evolucionan las cosas y, si llega el momento adecuado, hablar con nuestras familias.—
Javier estuvo de acuerdo, aunque sabía que no sería fácil y a los únicos que debían enfrentar.
—Tienes razón, Emma. Tomémonos nuestro tiempo y seamos discretos. Pero quiero que sepas que estoy dispuesto a luchar por nosotros, pase lo que pase.—
El amor en los ojos de Javier le dio a Emma un rayo de esperanza. Continuaron su paseo, disfrutando de la compañía mutua y hablando de sus sueños y aspiraciones. El tiempo parecía volar, y pronto se dieron cuenta de que debían regresar a la mansión para prepararse para la fiesta.
La noche llegó rápidamente, y con ella, la mansión De la Vega se llenó de invitados. La música festiva y las risas resonaban en el gran salón, donde los invitados disfrutaban de una cena elegante y sofisticada. Emma, vestida con un hermoso vestido de seda roja, se movía con gracia entre los invitados, saludando a amigos y familiares.
Javier, por su parte, estaba impresionado por la elegancia de la fiesta. Había asistido a muchas celebraciones en la mansión De la Vega, pero esta Navidad tenía un significado especial para él. No podía apartar la mirada de Emma, su radiante belleza y su presencia magnética lo atraían como nunca antes.
Mientras la noche avanzaba, Alejandro se acercó a Javier con una sonrisa.
—Javier, ven, quiero presentarte a alguien.— dijo, llevándolo a un grupo de amigos y conocidos. Emma observaba desde la distancia, deseando poder estar a solas con Javier, aunque solo fuera por un momento.
Decidió disfrutar de la velada esperando la oportunidad para estar junto a él.
La oportunidad llegó cuando la música cambió a una melodía suave y romántica. Los invitados se dirigieron a la pista de baile, y Javier, aprovechando el momento, se acercó a Emma y extendió su mano. —¿Me concedes este baile?— preguntó con una sonrisa que dejó aún más encantada a la joven.
Emma aceptó, sintiendo una oleada de emoción. Mientras bailaban, sus cuerpos se movían en perfecta armonía, y el mundo a su alrededor pareció desvanecerse. En ese momento, solo existían ellos dos, sus corazones latiendo al unísono.
—Emma, te amo.— susurró Javier, sus palabras llenas de emoción y sinceridad, hicieron que la joven quedará en shock.
—No puedo seguir ocultándolo.— Emma sintió una lágrima deslizarse por su mejilla, desde hacía tanto tiempo había deseado escuchar aquellas palabras.
—Yo también te amo, Javier. Pero tenemos que ser fuertes y encontrar la manera de estar juntos sin herir a nuestras familias.— confesó, pero logrando que sus pies volvieran a pisar la tierra.
—Lo haremos, Emma. Prometo que lo haremos.— respondió Javier con determinación.
El baile terminó, y con él, la magia del momento se desvaneció, pero la promesa de amor y compromiso entre ellos permanecía intacta.
La fiesta continuó hasta altas horas de la noche, y finalmente, los invitados comenzaron a despedirse. Entre ellos Alma, quien había estado toda la noche anhelando que Javier la tomara en cuenta, pero pudo percibir que fue ignorada por la hija de la Vega.
Emma y Javier se miraron una última vez antes de que Javier se despidiera, reflejando en ellos todo lo que faltaba por vivir.




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