𝐃𝐄𝐒𝐀𝐅𝐈́𝐎𝐒. 𝐘 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
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El día después de la confrontación entre Javier y Alejandro, Emma notó que algo había cambiado. Alejandro parecía estar más atento y vigilante, como si intentara protegerla de un peligro inminente. Aunque Emma apreciaba su preocupación, también le preocupaba que su hermano pudiera interponerse en su relación con Javier.
Aún no sabía que era lo que ellos dos habían hablado y eso de cierta manera lo tenía preocupada.
Esa mañana, Emma decidió hablar con Alejandro. Quería asegurarse de que entendiera la profundidad de sus sentimientos y que, aunque las cosas no serían fáciles, ella y Javier estaban decididos a seguir adelante.
Pero antes creyó conveniente hablar con su novio. Sonrió al pensar en Javier como su novio, toda la vida había estado enamorada de él y jamás imagino algún día llamarlo así.
Marcó su número y espero pacientemente mientras observaba el paisaje. La llamada fue desviada y aquello la enfureció un poco, pero aquello quedó en el olvido cuando dos enormes brazos la rodearon y el aroma de su perfume invadieron sus fosas nasales.
—¿Ya estaba por hacer un berrinche mi bebé?— sonrió a la vez que se giraba en sus brazos para mirarlo a los ojos.
—¿Qué haces aquí? Alguien puede vernos.— en su interior aquello era lo de menos, ya deseaba no ocultar todo aquello.
—Podría ser un buen escenarios. Imagina a tu padre ingresando por esa puerta y vea que el pequeño Javier este haciendo esto con su hija.— la besó, sin importarle nada, por sus labios recorría una electricidad que los llevaba a otra dimensión, deseando seguir más allá. Emma detuvo aquel beso, afirmó su frente en el pecho musculoso de Javier, intentando recuperar su aliento.
—No quiero que mi padre sufra un infarto.— inhaló el aroma del joven y elevó su mirada. —¿Qué hablaste con Alejandro, sabe todo lo nuestro?—
—No, se lo negué. Creo que es algo que debía hablar primero contigo, no podía hacerlo sin tu consentimiento.— ella le sonrió y en su mirada Javier pudo ver el agradecimiento.
—Quiero que hablemos con él.— acarició el suave rostro de Emma y llevó las manos de ella hasta sus labios dejándole un suave beso.
—Entonces vamos, estaba en el estudio de tu padre.— los dos bajaron las escaleras, hablando como normalmente lo hacían, nada era sospechoso, era normal que ellos tuvieran un buen diálogo, aunque ahora no se notaba la tensión del amor que habían ocultado desde siempre.
Encontraron a Alejandro en el estudio, revisando algunos documentos. —Alejandro, ¿podemos hablar?— preguntó Emma, su voz suave pero decidida.
Alejandro levantó la vista y asintió con una sonrisa, la cual se desvaneció cuando vio a su mejor amigo detrás de su hermana.
—Claro, Emma. ¿De qué quieres hablar?— su voz salió estoica, su mirada fija en Javier.
Emma tomó una profunda respiración.
—Alejandro…— dijo casi en un susurro, pero la mano de su novio la detuvo con un leve apretón, que no pasó desapercibido para Alejandro.
—Hablare yo, no te preocupes.— Javier miró a su amigo, con una mezcla de culpa y decisión.
—Hermano, ayer te mentí.— Alejandro la miró con seriedad y negó con su cabeza. Sospechaba que todo aquello era mentira.
—¿Cuál de todas las cosas que has dicho es mentira?— Emma se sintió pequeña ante aquellos dos jóvenes inmensos y sus miradas desafiantes. Era consciente de que su hermano no iba a estar de acuerdo con aquello, pero solo esperaba que dejará esas estúpidas ideas de su familia a un lado y la apoyará.
—Amo a tu hermana, siempre fue así, oculte este sentimiento porque pensé que ella merecía vivir, merecía un hombre que le diera un amor sin tantos problemas. Pero no pude seguir ocultando todo esto, no ahora que volví a verla, no quiero que otro hombre tenga su corazón, solo quiero ser yo quien esté en él.— Alejandro escuchó atentamente a su amigo, sabía que aquello era real. Siempre sospecho que Javier sentía algo por su pequeña hermana, lo veía cuando se encargaba de alejar a los pretendientes que rondaban sobre ella. Pero la situación era difícil, ellos estaban comprometidos con otras personas.
—Ella está comprometida a otro hombre y tú a otra mujer.— Emma sintió como si alguien le golpear el estómago.
—¿Qué?— preguntó en un susurro, sin poder creer lo que su hermano estaba diciendo.
Javier cerró sus puños con fuerzas y miró a su amigo.
—El hijo del señor Pascual.— ella negó con su cabeza, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No lo haré, no me importa si me dejan sin herencia. Yo no soy como tú, yo estaré con Javier le guste a quien le guste.— en su voz se percibía la angustia, pero también la decisión.
—Emma, eres mi hermana menor, y siempre he querido protegerte. No es que dude de tus sentimientos, pero las expectativas de nuestras familias y las tradiciones son difíciles de ignorar.—
—Lo sé.— dijo Emma, sintiendo la presión en su pecho. —Pero Javier y yo estamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se nos presente. Solo queremos una oportunidad para demostrar que nuestro amor es verdadero.—
Alejandro suspiró y asintió lentamente.
—Entiendo, Emma. Solo quiero que estés feliz y segura.— los miró a los dos y decidió ponerles presión.
—Tienen hasta pasado mañana para decir toda la verdad, de lo contrario seré yo quien hable.— Emma sonrió, pero Javier lo miró serio, sintiendo la presión que estaba poniendo en ellos. Pero no iba a ser que el retrocediera, sabía que Alejandro había dicho aquello para ponerle límites a el.
Emma sonrió y abrazó a su hermano, sin entender lo que Javier había entendido. —Gracias, Alejandro. Significa mucho para mí contar con tu apoyo.—
Con el apoyo a medias de Alejandro, Emma y Javier comenzaron a planear cómo y cuándo hablarían con sus familias. Sabían que no sería fácil, pero confiaban en que, con el tiempo, todos entenderían la sinceridad de sus sentimientos.
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Editado: 31.12.2024