𝐄𝐋 𝐕𝐀𝐋𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐎𝐑
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Las festividades navideñas estaban en pleno apogeo en Sierra Nevada. La ciudad brillaba con las luces y decoraciones festivas que adornaban cada esquina, y la mansión De la Vega no era una excepción. El aire estaba lleno del aroma de pino fresco, galletas recién horneadas y el sonido de villancicos llenando el ambiente con alegría.
Emma y Javier estaban decididos a hacer pública su relación, sin importar las consecuencias. Sabían que su amor era fuerte y estaban preparados para luchar por él. A medida que la fecha de la fiesta de Navidad se acercaba, la tensión en el aire también aumentaba. Las familias De la Vega y Ramírez se preparaban para la celebración, mientras que Emma y Javier se preparaban para revelar su compromiso.
La noche de la fiesta, la mansión estaba llena de invitados elegantes y emocionados. Las luces del gran salón brillaban como estrellas, y la música suave creaba un ambiente mágico. Emma, vestida con un vestido de terciopelo verde oscuro que realzaba su belleza natural, se movía con gracia entre los invitados, saludando a amigos y familiares. Javier, con su porte elegante y su mirada decidida, no podía apartar la vista de ella.
Mientras los invitados disfrutaban de la cena y las conversaciones animadas, Emma y Javier sabían que el momento se acercaba. Decidieron esperar hasta después de la cena para anunciar su compromiso.
Finalmente, llegó el momento. Emma y Javier se levantaron de sus asientos y caminaron hacia el centro del salón. Los invitados se volvieron hacia ellos, curiosos por saber qué iba a suceder.
—Queridos amigos y familiares —comenzó Emma, con una voz clara y firme—, esta noche queremos compartir algo muy especial con todos ustedes.— Javier tomó la mano de Emma y continuó. —Emma y yo estamos enamorados. Sabemos que esto puede ser una sorpresa para muchos de ustedes, pero nuestro amor es sincero y verdadero. Queremos que todos ustedes sepan que estamos comprometidos y que pronto contraeremos matrimonio.— Un murmullo de sorpresa y emoción recorrió el salón. Los rostros de los invitados mostraban una mezcla de asombro, alegría y preocupación. Las familias De la Vega y Ramírez se miraron entre sí, tratando de procesar la información, entre ellos la familia de Alma y el señor Pascual.
Alma sonrió mientras observó a la pareja y luego a sus padres.
La señora Esme De la Vega fue la primera en hablar, intentando cortar con aquella tensión.
—Emma, Javier, entendemos su amor, pero es una noticia que nosotros debíamos aprobar. Solo deseamos saber si es real lo que sienten.— El señor Ramírez asintió.
—Javier, acepto tu decisión pero opino como Esme.— apoyó el hombre.
—Somos adultos y somos quienes decimos sobre nosotros.— respondió el joven.
—Los muchachos tienen razón.— intervino doña Elvira, la abuela de Javier. Estando en total desacuerdo con aquella ilusa tradición. —No me miren así engendros estirados.— siguió hablando mientras se ponía de pie y caminaba hasta su nieto con la ayuda de su bastón.
—Que tu padre y yo nos casáramos bajo ese absurdo trato no quiere decir que las demás generaciones también lo deban hacer. Vi vivir una vida vacía a mi madre por el matrimonio arreglado, no veré a mi nieto hacerlo también.— dijo con determinación la anciana.
—Y quien tenga alguna objeción vengan a mi.— los observó a todos y pudo notar como el patriarca de La vega estaba de acuerdo con lo que ella planteaba, solo le faltaban pantalones para enfrentar a su mujer.
—Bueno, entonces tendremos doble celebración está noche.— cortó con la tensión Alejandro, logrando que todos comenzarán a felicitar a la pareja, mientras que Alma se puso de pie y observo todo a la distancia.
Cuando toda la tensión bajo, Emma y Javier sintieron una oleada de alivio y gratitud. Sentir el apoyo de doña Elvira era importante para ellos.
Después de aquel momento, la fiesta continuó con un nuevo aire de alegría y celebración. Emma y Javier compartieron risas, bailes y momentos especiales con sus seres queridos. La magia de la Navidad parecía haberse intensificado, y todos los presentes se unieron en apoyo a la pareja.
A medida que avanzaba la noche, Emma y Javier encontraron un momento para estar a solas en el jardín de invierno. La nieve caía suavemente, y las luces navideñas brillaban a su alrededor.
—Javier, lo logramos —dijo Emma, con una sonrisa radiante—. Hemos dado el primer paso para estar juntos.
Javier la abrazó con fuerza. —Sí, Emma y se que lograremos nuestros objetivos, con el apoyo de mi abuela todo será más fácil.—
—Lo sé —respondió Emma, apoyando su cabeza en el hombro de Javier—Se que lograremos realizar nuestros sueños.— compartieron un momento más de su amor en aquella soledad y unos gritos interrumpieron con la paz que sentían.
Javier tomó la mano de Emma y con prisa fueron hasta el salón, encontrándose con Alma histérica, gritando que exigía a Javier en el salón.
—¿Qué es lo que pasa aquí?— la voz del joven resonó en el lugar y Alma fue hasta el dejándole caer un golpe en el rostro. Dejando a todos sin habla, aquella actitud no era comprendida por nadie. Emma la miró enfurecida deseando golpearla en ese mundo instante, pero fue contenida por la mano de Javier.
—¿Qué es lo que pasa contigo?— preguntó intentando contener la furia que sentía.
—Me has dejado por ella, te has burlando de mí y ahora me dejas sola en este momento.— gritó histérica.
—Sigo sin comprender, se más clara Alma. Habías aceptado todo con tranquilidad, tu tampoco me amabas.— todos estaban de espectadores, sin comprender a que se refería la joven mujer, Javier y Emma confundidos ya que habían hablado con ella, dejándoles claro que ella no se pondría.
—¡Estoy embarazada!— gritó, dejando a Javier confundido, pero en ese mismo salón había un hombre que estaba dispuesto a pedir una prueba de ADN del bebé en camino.
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Editado: 31.12.2024