Bajo las luces navideñas

∞ Capítulo 7

𝐄𝐒𝐓𝐄 𝐂𝐀𝐌𝐈𝐍𝐎 𝐀𝐏𝐄𝐍𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐄𝐍𝐙𝐀

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Días después de la revelación, el ambiente en la mansión De la Vega estaba lleno de una mezcla de alivio y anticipación. La familia trabajaba incansablemente para organizar la boda de Javier y Emma.

Alma, por su parte, se había asentado en la casa, comenzando a adaptarse a su nueva realidad.

En la víspera del gran día, Javier se encontraba en el despacho, revisando los últimos detalles. Alejandro entró con una sonrisa cómplice.

—¿Nervioso? —preguntó Alejandro mientras tomaba asiento frente a su amigo.

—Un poco —admitió Javier—. Pero sé que es la mejor decisión. Emma es todo lo que siempre soñé.

Alejandro asintió, sintiendo una profunda satisfacción al ver a su amigo tan seguro de su elección. Mientras conversaban, en el piso de arriba, Emma se preparaba para la prueba final de su vestido. Esme y Elvira observaban con orgullo mientras la modista hacía los últimos ajustes.

—Estás hermosa, mi niña —dijo Esme, conteniendo las lágrimas.

Emma sonrió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

(•••)

Al día siguiente, bajo el brillante sol, los jardines de la mansión se transformaron en un paraíso nupcial. Los invitados llegaban vestidos con sus mejores galas, mientras la música llenaba el aire.

Cuando llegó el momento, Emma caminó hacia el altar, tomada del brazo de su padre. Javier la esperaba, con los ojos brillantes y el corazón acelerado. Al llegar frente a él, Emma sintió que todo el mundo se desvanecía, quedando solo ellos dos en ese instante.

—Te amo —susurró Javier mientras tomaba sus manos.

—Y yo a ti —respondió Emma con una sonrisa.

El sacerdote comenzó la ceremonia, y cada palabra resonaba en los corazones de todos los presentes. Al llegar a los votos, Javier habló con una sinceridad que conmovió a todos.

—Emma, prometo amarte y cuidarte todos los días de mi vida. Eres mi compañera, mi amiga y el amor de mi vida. Juntos superaremos cualquier obstáculo.

Emma, con lágrimas en los ojos, respondió:

—Javier, prometo estar a tu lado en cada paso del camino. Eres mi refugio, mi confidente y mi todo. No puedo esperar a empezar esta nueva etapa juntos.

Con esos votos, el sacerdote los declaró marido y mujer. El beso que compartieron fue el sello perfecto para un amor que había superado tantas pruebas. La celebración continuó con risas, música y baile. Alma, observando desde un rincón, sintió una paz interior al ver la felicidad de sus amigos. Sabía que, aunque su camino había sido difícil, finalmente estaba en un lugar seguro y rodeada de personas que la querían.

Al caer la noche, Emma y Javier se despidieron de sus invitados, listos para comenzar su luna de miel. Mientras subían al carruaje que los llevaría al puerto, donde un barco los esperaba, Javier tomó la mano de Emma y le dijo:

—Este es solo el comienzo de nuestra aventura.

Emma sonrió y respondió:

—Y será la más hermosa de todas.

El carruaje partió, llevándolos hacia un futuro lleno de promesas y amor.

(•••)

Cuatro años después de la boda, la vida en la mansión De la Vega había encontrado un nuevo mozo ritmo. La unión de Emma y Javier no solo había consolidado sus lazos familiares, sino que también había traído una nueva era de prosperidad y armonía. El amor y la complicidad que compartían se reflejaban en cada rincón de su hogar, donde las risas y las muestras de cariño eran el telón de fondo de cada día.

Emma, con su característico espíritu libre, había transformado los jardines de la mansión en un refugio de paz y belleza. Las flores florecían en todas las estaciones, y los senderos estaban decorados con esculturas y fuentes que invitaban a la contemplación. Javier, por su parte, había consolidado su posición como líder de la familia, manejando los negocios con habilidad y justicia, siempre con el apoyo incondicional de Emma.

Un caluroso día de verano, el sonido de risas infantiles llenó el aire. Emma y Javier observaban desde la terraza a sus dos hijos pequeños jugar en el jardín. Mariana, la mayor, tenía los ojos brillantes de curiosidad y un espíritu aventurero que recordaba a su madre. Julián, el menor, aún aprendía a caminar, y sus primeros pasos eran motivo de alegría para todos.

—Nunca imaginé que podría ser tan feliz —dijo Javier, tomando la mano de Emma mientras observaban a sus hijos.

—Nuestra familia es nuestro mayor tesoro —respondió Emma, apoyando su cabeza en el hombro de Javier.

La abuela Elvira, sentada en su silla de mimbre bajo la sombra de un árbol, sonreía al ver a sus bisnietos correr y jugar. Había vivido lo suficiente para ver cómo las decisiones difíciles y las pruebas habían llevado a momentos de auténtica felicidad. Alejandro, ahora un padre dedicado, se unió a ellos, llevando en brazos a su hijo, fruto de su amor con Alma. La reconciliación y el perdón habían fortalecido los lazos entre ellos, creando una familia unida y feliz.

Los días pasaban llenos de proyectos y sueños compartidos. Emma había abierto una pequeña escuela en el pueblo para enseñar a los niños a leer y escribir, mientras Javier se dedicaba a modernizar las fincas de la familia, introduciendo nuevas técnicas agrícolas que beneficiaban a todos los trabajadores.

Un atardecer, mientras el sol se ponía en el horizonte, Emma y Javier caminaban por los campos de la hacienda, disfrutando de la tranquilidad del momento.

—Este lugar ha cambiado mucho desde que llegué por primera vez —dijo Emma, recordando los primeros días de su llegada a la mansión.

—Y seguirá cambiando, pero siempre será nuestro hogar —respondió Javier, apretando suavemente la mano de Emma—. Lo que importa es que estamos juntos, enfrentando cada desafío y disfrutando cada alegría.

La vida les había enseñado que el verdadero amor y la felicidad no estaban en la perfección, sino en la capacidad de enfrentar las dificultades juntos y salir fortalecidos. Con el tiempo, Emma y Javier se convirtieron en un pilar de su comunidad, conocidos por su generosidad y espíritu de servicio.




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