Bajo piel ajena

E5: Huida bajo la luna

Clara no recuerda cómo llegaron sus pies al parque abandonado al sur de la ciudad. Las manos le tiemblan mientras revisa una y otra vez el dispositivo USB. El nombre Himera sigue brillando en la pantalla como una amenaza. Cada vez que trata de profundizar en los archivos, siente que la están observando. A lo lejos, escucha el eco de pasos apresurados.

Una sombra se materializa detrás de ella. Antes de que pueda reaccionar, siente una mano que le cubre la boca y otra que la sujeta con fuerza por el brazo. El miedo la paraliza, pero la voz que escucha en su oído la desconcierta.

—Clara, soy yo. No grites.

Es Gabriel, un detective que había trabajado con ella en casos pasados. La relación entre ellos había sido profesional, aunque siempre cargada de una tensión inexplicable. Pero verlo allí, en medio de su caos personal, era lo último que esperaba.

—¿Gabriel? ¿Qué haces aquí? —pregunta, sin poder ocultar la mezcla de alivio y desconfianza.

Él la suelta y se inclina hacia ella, sus ojos oscuros buscando respuestas.
—Te están siguiendo. Lo supe en cuanto vi tu nombre en el informe del caso de Bellier. Clara, ¿qué demonios está pasando?

Clara vacila. Contarle la verdad podría ponerlo en peligro, pero ocultársela no es una opción. Él es su única conexión con el mundo exterior ahora mismo.

—Están tratando de incriminarme. Usaron mi ADN, Gabriel. Y EvoGene… está detrás de esto.

Gabriel asiente lentamente, procesando cada palabra.
—Siempre pensé que esa corporación ocultaba algo. Pero si lo que dices es cierto, no estás a salvo en ningún lugar.

Él se sienta junto a ella en la banca destartalada. Por un momento, el peso de todo lo que ocurre se siente menos agobiante. Clara observa cómo Gabriel la mira, con esa mezcla de preocupación y algo más que no logra descifrar.

—¿Por qué estás aquí, Gabriel? Esto no tiene nada que ver contigo.

Él se acerca, bajando la voz.
—Tiene que ver contigo, Clara. Desde que te arrestaron, no pude sacarte de mi cabeza. No iba a quedarme de brazos cruzados sabiendo que estás en peligro.

El calor en su mirada la desarma, pero antes de que pueda responder, un ruido detrás de ellos los pone en alerta. Una figura emerge de las sombras, apuntándolos con un arma.

—Levántense. Despacio.

Clara siente que el corazón se le detiene. Gabriel, con una calma que la sorprende, levanta las manos y la ayuda a ponerse de pie. El hombre, vestido completamente de negro, no dice una palabra más, pero con un movimiento rápido le arrebata el USB de las manos.

—¿Quién eres? —exige Gabriel.

El hombre no responde, pero cuando gira para marcharse, Gabriel se lanza sobre él. Clara grita mientras ambos forcejean. Finalmente, Gabriel logra desarmarlo, pero no antes de recibir un golpe que lo deja sangrando por la frente.

El atacante huye, pero Clara no está mirando a la sombra que desaparece. Está sosteniendo a Gabriel, que la observa con una sonrisa tenue, como si el dolor fuera lo de menos.

—¿Estás bien? —pregunta ella, su voz temblorosa.

Él asiente.
—He tenido días peores. Pero no podemos quedarnos aquí.

Sin dudarlo, Clara lo ayuda a levantarse. Mientras se alejan del parque, ella siente algo diferente en su interior. Por primera vez en mucho tiempo, no se siente completamente sola.

Mientras el humo asciende al cielo nocturno, Clara lanza una última mirada al parque vacío y murmura para sí misma:
—No puedo perder el control… ni a él.



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En el texto hay: suspenso, #romace, morgue

Editado: 07.01.2025

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