Bajo piel ajena

E7: Bajo la mira

El aire en la habitación del motel se tornó más denso con cada segundo que pasaba. Adèle Roche, con su porte impecable y su mirada gélida, aguardaba la decisión de Clara mientras Gabriel mantenía la pistola apuntando hacia ella. La desconfianza entre los tres era palpable.

—Habla rápido —dijo Clara finalmente, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada—. No tengo tiempo para juegos.

Adèle dio un paso al frente, sin mostrar miedo alguno por el arma de Gabriel.
—EvoGene tiene un objetivo: perfeccionar la evolución humana a cualquier costo. Bellier era solo una pieza en un tablero mucho más grande, y ahora tú eres la clave. Tus datos genéticos contienen algo que ellos necesitan desesperadamente.

Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su mente estaba llena de preguntas, pero no tenía tiempo para formularlas. Gabriel no apartaba la mirada de Adèle, claramente evaluando si confiar o no.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Gabriel con frialdad.

—Porque no confío en EvoGene y creo que Clara tiene derecho a saber la verdad antes de que sea demasiado tarde. Ellos ya están en camino, y no dudarán en eliminar a cualquiera que se interponga en su misión —respondió Adèle.

La amenaza implícita hizo que Clara apretara los puños. Había pasado toda su vida enfrentando desafíos, pero esto era diferente: su propia identidad estaba en juego.

—Si tienes información, compártela ya —exigió Clara.

Adèle sacó un pequeño dispositivo de su bolso y lo colocó sobre la mesa. Una luz verde comenzó a parpadear, proyectando un holograma en el aire. Era un mapa detallado de instalaciones subterráneas y una lista de nombres. Entre ellos, Clara reconoció el suyo.

—Este es su plan. Quieren recrear lo que comenzó con EvoGene, pero ahora están usando tu ADN como base para algo llamado Proyecto Génesis —explicó Adèle.

Gabriel se acercó al holograma, su expresión endureciéndose.
—¿Qué es Proyecto Génesis?

—Un experimento que busca crear el "humano perfecto", sin debilidades físicas ni emocionales. Pero requiere manipular la genética de alguien con el perfil adecuado... y Clara es ese perfil —dijo Adèle, con una mezcla de urgencia y lástima en su voz.

Clara sintió cómo todo a su alrededor se desmoronaba. Su vida no era solo suya; era un recurso, una herramienta que otros deseaban controlar. Antes de que pudiera procesar completamente la información, un ruido fuerte los sacó de sus pensamientos.

Las luces del motel comenzaron a parpadear, y el sonido de neumáticos chirriando afuera los alertó.

—Ya están aquí —dijo Adèle, recogiendo el dispositivo rápidamente.

Gabriel reaccionó al instante, cerrando las cortinas y asegurando la puerta.
—¿Cuántos son?

Adèle sacó un arma de su chaqueta y miró a Clara directamente a los ojos.
—Suficientes como para que no salgamos vivos si no actuamos rápido.

Clara, empujada por la adrenalina, buscó una salida. Sus ojos se posaron en una ventana trasera.

—Podemos salir por allí. Conozco un camino hacia el bosque que puede darnos ventaja.

Sin perder tiempo, los tres se movieron en silencio. Gabriel fue el primero en salir, seguido de Clara y Adèle. El aire nocturno era frío, y la oscuridad del bosque parecía envolverlos como un manto protector.

Pero no estaban solos. Desde las sombras, Clara podía escuchar el crujir de hojas y ramas rotas. Alguien los seguía.

—No te detengas —susurró Gabriel, sosteniendo la mano de Clara para ayudarla a cruzar un tronco caído.

Un disparo resonó en la distancia, seguido por el eco de voces. Clara sintió que su corazón se aceleraba mientras corrían más profundo en la espesura.

De repente, Adèle se detuvo y levantó una mano, indicando que se escondieran detrás de un grupo de árboles. Clara contuvo la respiración mientras un grupo de hombres armados pasaba cerca, iluminando el área con linternas.

—¿Hacia dónde? —murmuró Gabriel.

Adèle señaló hacia el este, donde la densidad del bosque aumentaba. Sin discutir, comenzaron a moverse de nuevo, sus pasos amortiguados por el suelo cubierto de hojas.

Finalmente, llegaron a un claro donde Adèle se detuvo y sacó un dispositivo de comunicación.

—Nos encontramos en el punto de extracción. Necesitamos un vehículo ahora —dijo con voz apremiante.

Clara miró a Gabriel, su rostro lleno de preguntas, pero antes de que pudiera hablar, las luces de un helicóptero iluminaron el cielo.

Mientras las hélices del helicóptero comenzaban a girar, Clara sintió que estaba cruzando un umbral del que no habría retorno. Pero, ¿podría realmente confiar en Adèle?



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En el texto hay: suspenso, #romace, morgue

Editado: 17.01.2025

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