El helicóptero sobrevolaba el bosque, dejando atrás el caos del motel. Clara estaba sentada junto a Gabriel, su mente un torbellino de preguntas y emociones. Adèle estaba al otro lado, ajustando su comunicador mientras hablaba en voz baja con alguien al otro lado de la línea.
El estruendo de las hélices llenaba el silencio incómodo entre ellos, pero Clara sentía una tensión diferente: el calor de la mano de Gabriel, que descansaba junto a la suya. Durante un instante, sus dedos se rozaron, y Clara levantó la vista. Los ojos de Gabriel estaban fijos en ella, intensos y llenos de algo que no podía identificar.
—Estás bien —le susurró él, más una afirmación que una pregunta.
Clara asintió, pero sus labios temblaron. —No sé si alguna vez volveré a estarlo.
Gabriel apretó su mano brevemente, transmitiéndole una fuerza silenciosa. —Lo haremos juntos.
Adèle se giró hacia ellos, rompiendo el momento. —Nos dirigimos a un refugio seguro. Tenemos unas horas antes de que ellos puedan localizarnos nuevamente. Necesitamos planear nuestro próximo movimiento.
Clara asintió, apartando la mirada de Gabriel, pero sintiendo aún el peso de su contacto. El helicóptero aterrizó en una pista oculta entre montañas, donde un pequeño refugio los esperaba. Era rústico, con lo básico para sobrevivir, pero ofrecía el respiro que necesitaban.
Adèle les dio instrucciones rápidas antes de encerrarse en una habitación para continuar sus comunicaciones. Clara aprovechó la oportunidad para confrontar a Gabriel.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó, cruzando los brazos. —Desde el principio me has protegido, pero no entiendo por qué.
Gabriel suspiró, apoyándose contra la pared. Su rostro parecía más vulnerable bajo la tenue luz del refugio.
—Porque sé lo que es perderlo todo —dijo finalmente. —Y no voy a permitir que te pase lo mismo.
Clara sintió que su corazón se aceleraba. No esperaba esa respuesta, ni la sinceridad en su voz. Pero antes de que pudiera responder, él dio un paso más cerca, su mirada atrapando la suya.
—Clara, no sé en quién confiar. Pero contigo... siento que todavía queda algo por lo que luchar.
Sus palabras la dejaron sin aliento. Por un momento, el mundo exterior pareció desvanecerse, y todo lo que pudo percibir fue la intensidad de su cercanía. Gabriel levantó una mano para apartarle un mechón de cabello de la cara, y Clara sintió el impulso de cerrar la distancia entre ellos.
Pero la puerta se abrió de golpe, y Adèle entró, interrumpiendo el momento.
—Tenemos un problema —anunció con urgencia. —Interceptaron una comunicación. EvoGene sabe que estamos aquí.
La burbuja entre Clara y Gabriel se rompió de inmediato. El mundo real los reclamó, y la amenaza volvió a instalarse como un peso sobre ellos. Sin embargo, Clara no pudo evitar preguntarse qué habría pasado si no hubieran sido interrumpidos.
Mientras Clara se preparaba para enfrentar el próximo peligro, no podía ignorar el latido acelerado de su corazón. ¿Era el miedo… o algo más?
Editado: 17.01.2025