El refugio estaba envuelto en un silencio inquietante. Clara se movía de un lado a otro, repasando cada detalle del último día. Gabriel y Adèle habían salido a explorar los alrededores, dejándola sola con sus pensamientos y la constante amenaza de EvoGene pisándoles los talones.
Mientras revisaba el pequeño escritorio de la cabaña, encontró un sobre antiguo escondido bajo una pila de papeles. Su nombre estaba escrito a mano en una caligrafía elegante. Algo en su interior le hizo estremecerse. Con manos temblorosas, rompió el sello y extrajo una hoja amarillenta con un mensaje críptico:
"El pasado siempre encuentra la manera de alcanzarnos. Confía en lo que sientes, no en lo que ves."
Clara frunció el ceño, intentando comprender el significado. ¿Quién habría dejado esa carta? Antes de que pudiera analizarlo más, el sonido de pasos apresurados rompió el silencio. Gabriel apareció en la puerta, jadeando.
—Tenemos que irnos —dijo, su voz cargada de urgencia. —Nos encontraron.
Clara guardó rápidamente la carta en su bolsillo y se dirigió hacia la salida, pero Gabriel la detuvo.
—Espera. ¿Qué es eso?
Ella dudó un segundo antes de mostrarle el sobre. La expresión de Gabriel cambió al leer las palabras.
—¿Dónde encontraste esto? —preguntó, con un tono que rozaba el miedo.
—Estaba aquí, entre esos papeles. ¿Qué significa?
Gabriel la miró con seriedad, como si estuviera a punto de decirle algo crucial, pero Adèle irrumpió en la habitación, interrumpiéndolos.
—¡Vienen hacia aquí! Tenemos minutos, tal vez menos.
Sin más tiempo para preguntas, los tres salieron corriendo hacia el bosque, dejando atrás el refugio. La persecución era implacable. Clara podía escuchar los pasos de sus perseguidores acercándose cada vez más.
En un momento de desesperación, Gabriel tomó su mano y la guio hacia un camino oculto entre los árboles. Sus dedos se entrelazaron, y Clara sintió una mezcla de miedo y algo más profundo. A pesar del peligro, no podía ignorar el calor de su toque.
—Confía en mí —le susurró él.
Finalmente, llegaron a una cueva oculta, donde se refugiaron para recuperar el aliento. Adèle mantuvo vigilancia en la entrada mientras Gabriel y Clara se sentaban juntos, tratando de calmarse.
—Gabriel —dijo ella en voz baja. —¿Qué me estás ocultando?
Él cerró los ojos, como si estuviera luchando consigo mismo. Luego, finalmente habló:
—EvoGene no solo te busca a ti. También me quieren a mí… por lo que hice hace años. Pero hay algo más. Esa carta no es solo un mensaje. Es una advertencia. Y si estoy en lo cierto, estamos más cerca de la verdad de lo que imaginamos.
Clara lo miró, tratando de procesar sus palabras. Sabía que había más secretos enterrados, y que desenterrarlos podría cambiarlo todo. Pero una cosa era segura: no estaba dispuesta a detenerse ahora.
Mientras la noche avanzaba, Clara y Gabriel no podían apartar los ojos del otro. Las palabras quedaron en suspenso, pero el peso de su conexión era palpable. Por un momento, entre el caos y la incertidumbre, encontraron un pequeño refugio en la presencia del otro.
Y aunque el peligro acechaba, Clara sintió que algo estaba cambiando. No solo en su lucha contra EvoGene, sino también dentro de ella.
La carta, las miradas de Gabriel, las decisiones que tendría que tomar… Todo apuntaba a un destino del que no había escapatoria.
Editado: 17.01.2025