Bajo piel ajena

E13: Ruptura

La noche era fría, y el viento silbaba entre los árboles mientras Clara, Gabriel y Adèle avanzaban por el bosque. La tensión entre ellos era palpable, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Clara no podía dejar de pensar en el sobre que Alexandre le había dado. Su peso en el bolsillo parecía más grande de lo que realmente era, como si llevara consigo la carga de sus decisiones futuras.

Finalmente, llegaron a una pequeña cabaña oculta entre los árboles. Adèle inspeccionó el perímetro antes de darles la señal de que podían entrar. El interior era oscuro, con un leve olor a humedad. Clara tomó asiento en un rincón, mientras Gabriel permanecía de pie, con los brazos cruzados, vigilando la puerta como un guardián silencioso.

Adèle rompió el silencio mientras revisaba un mapa sobre la mesa.—EvoGene está movilizándose rápidamente. Si queremos adelantarnos, necesitamos decidir nuestro próximo paso ahora mismo.

Pero Clara apenas escuchaba. Su mente estaba atrapada en una maraña de dudas y emociones. No podía evitar mirar de reojo a Gabriel, que parecía distante, su rostro endurecido por algo que no lograba descifrar.

—Necesitamos tiempo para pensar —murmuró Clara, interrumpiendo a Adèle.

Adèle levantó la vista, sorprendida.—¿Tiempo? Clara, no tenemos tiempo. Cada segundo que pasamos aquí es un segundo más cerca de que nos encuentren.

Clara apretó los labios, sintiendo cómo la frustración se acumulaba dentro de ella.—¿Y qué quieres que haga, Adèle? ¿Qué siga corriendo sin saber siquiera hacia dónde? Estoy cansada de no tener respuestas.

Gabriel, que hasta ese momento había permanecido en silencio, finalmente intervino.—Las respuestas no van a cambiar nada, Clara. Lo que importa es mantenernos vivos.

Clara se levantó de golpe, enfrentándose a él.—¿Eso crees? ¿Qué todo esto no tiene sentido? ¿Qué debería rendirme y dejar que otros decidan por mí?

—¡No estoy diciendo eso! —respondió Gabriel, su voz alzándose. —Solo digo que no puedes confiar en alguien como Alexandre. Está jugando contigo, y no lo ves.

—¿Y tú qué, Gabriel? —preguntó Clara, su voz quebrándose. —¿Qué secretos estás guardando? Porque estoy segura de que hay cosas que no me has dicho.

El silencio que siguió fue insoportable. Gabriel desvió la mirada, incapaz de responder. Clara sintió cómo su corazón se partía un poco más.

Adèle, incómoda, se aclaró la garganta.—Si quieren pelear, háganlo después. Ahora mismo necesitamos un plan.

Clara respiró hondo, intentando calmarse. Finalmente, sacó el sobre de Alexandre de su bolsillo y lo puso sobre la mesa.—Tal vez esto tenga las respuestas que necesitamos.

Gabriel negó con la cabeza, frustrado.—Clara…

—No voy a ignorarlo —lo interrumpió ella, abriendo el sobre.

Dentro había una fotografía vieja, amarillenta por el tiempo. Mostraba a un grupo de personas de pie frente a un edificio que Clara reconoció al instante: el laboratorio principal de EvoGene. Su corazón se detuvo cuando vio a una figura familiar en la imagen.

—¿Es… mi madre? —susurró, sintiendo que el suelo desaparecía bajo sus pies.

Adèle tomó la fotografía y la examinó.—Esto cambia las cosas. Si tu madre estaba involucrada, tal vez ella sabía algo que pueda ayudarnos.

Clara se dejó caer en la silla, su mente inundada de preguntas.—¿Por qué nunca me dijo nada? ¿Qué tenía que ver con EvoGene?

Gabriel se acercó, su voz más suave esta vez.—Clara, esto no significa que Alexandre esté diciendo toda la verdad. Puede estar manipulándote.

Clara lo miró, sus ojos llenos de dolor.—¿Y si no lo está? ¿Y si todo lo que sé sobre mi vida es una mentira?

Gabriel quiso responder, pero antes de que pudiera hacerlo, un ruido afuera los puso en alerta. Adèle apagó la lámpara de inmediato, y todos se quedaron en silencio, escuchando.

El sonido de pasos acercándose rompió la calma de la noche. Clara sintió cómo su corazón latía descontroladamente mientras agarraba la pistola que Adèle le había dado.

—Prepárense —susurró Adèle, moviéndose hacia la puerta.

Los pasos se detuvieron justo afuera. Hubo un momento de silencio, seguido por un golpe fuerte en la puerta. Antes de que pudieran reaccionar, la puerta se abrió de golpe, y varias figuras armadas irrumpieron en la cabaña.

—¡Bajen las armas! —gritó uno de los intrusos, apuntándolos con un rifle.

Clara levantó las manos lentamente, sus ojos buscando a Gabriel. Él estaba a su lado, sus labios apretados mientras evaluaba la situación. Adèle, sin embargo, tenía una leve sonrisa en los labios.

—Nos atraparon —dijo Adèle, levantando las manos. —Tal como planeamos.

Clara la miró con incredulidad.—¿Qué?

Adèle le lanzó una mirada rápida antes de girarse hacia los intrusos.—¿Les tomó tanto tiempo? Ya pensaba que EvoGene había perdido su toque.

Antes de que Clara pudiera procesar lo que estaba pasando, uno de los hombres se quitó el casco, revelando un rostro que no reconocía.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó Clara, sintiendo que todo su mundo se tambaleaba una vez más.

El hombre la miró directamente, con una intensidad que la hizo estremecer.—Somos los que realmente podemos ayudarte. Pero necesitas decidir ahora mismo si confías en nosotros o sigues huyendo.

Mientras las palabras resonaban en su mente, Clara se dio cuenta de que su vida acababa de complicarse aún más.



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En el texto hay: suspenso, #romace, morgue

Editado: 17.01.2025

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