Bajo piel ajena

E15: Decisiones Mortales

Los pasos resonaba en el túnel oscuro mientras Clara caminaba detrás del hombre que decía tener las respuestas. Cada paso que daba parecía llevarla más lejos de todo lo que conocía, de Gabriel, de Adèle… de sí misma. El aire estaba denso, cargado con la amenaza de lo desconocido, y el silencio era roto únicamente por el latido irregular de su corazón.

El hombre, cuyo nombre aún no había revelado, se detuvo frente a una puerta metálica oxidada. Sin decir palabra, tecleó un código en el panel junto a la puerta, y esta se abrió con un chirrido estridente. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras lo seguía al interior.

La sala era amplia pero lúgubre, iluminada por un par de luces parpadeantes en el techo. En el centro, una mesa de acero llena de documentos y pantallas holográficas ocupaba el espacio, proyectando gráficos y datos que Clara no entendía. Pero lo que más llamó su atención fue una vitrina al fondo, donde descansaba lo que parecía ser una cápsula con un líquido verdoso que burbujeaba lentamente.

—Bienvenida al lugar donde comenzó todo —dijo el hombre, interrumpiendo sus pensamientos.

Clara frunció el ceño, intentando descifrar sus palabras. —¿Qué es esto?

El hombre se acercó a la mesa y tomó uno de los documentos. —Esto, Clara, es la verdad que llevas buscando. Todo lo que EvoGene ha hecho, todo lo que tú eres, está contenido en esta habitación.

Ella se acercó lentamente, su mirada fija en el papel que él sostenía. Con manos temblorosas, lo tomó y comenzó a leer. Las palabras parecían bailar frente a sus ojos mientras intentaba procesarlas. “Proyecto Alpheon”, “Manipulación Genética”, “Sujeto Primario: Clara Dubois”.

Su respiración se aceleró, y el documento cayó al suelo. —Esto… esto no puede ser cierto.

El hombre la observó con una calma inquietante. —Es cierto, Clara. Desde antes de que nacieras, tus padres hicieron un trato con EvoGene. Eras especial, única. Pero cuando se dieron cuenta de lo que realmente querían de ti, intentaron esconderte.

Clara sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos mientras las palabras del hombre perforaban su corazón. —¿Mis padres sabían? ¿Sabían lo que me iban a hacer?

El hombre asintió lentamente. —Ellos pensaron que podían protegerte, pero EvoGene siempre va un paso adelante. Lo que no imaginaron fue que tú te convertirías en su única esperanza… y su mayor amenaza.

Las palabras la golpearon como un mazazo. Todo su mundo parecía desmoronarse, y una sensación de traición ardía en su pecho. Pero antes de que pudiera responder, la puerta detrás de ellos se abrió de golpe.

Gabriel irrumpió en la habitación, su rostro una mezcla de ira y desesperación. —¡Clara!

Ella lo miró, aturdida. —¿Qué estás haciendo aquí?

—No podía dejarte sola con ellos. No puedes confiar en esta gente. Ellos son tan culpables como EvoGene.

El hombre dio un paso adelante, su rostro endureciéndose. —Y tú, ¿quién eres para hablar de confianza? Clara tiene derecho a saber la verdad, algo que tú le has ocultado todo este tiempo.

Gabriel apretó los puños, pero no respondió. Clara sintió que una nueva ola de dudas la envolvía. —¿Qué es lo que me has ocultado, Gabriel?

Gabriel la miró con dolor en los ojos. —Clara, no es tan simple…

—¡Entonces hazlo simple! —gritó ella, sus emociones desbordándose. —Estoy harta de secretos y mentiras.

El hombre sonrió con amargura. —Él sabe lo que eres, Clara. Sabe que EvoGene no solo te creó… ellos te controlan.

Clara sintió que su mundo se desmoronaba aún más. —¿Qué está diciendo?

Gabriel dio un paso hacia ella, su voz quebrándose. —No te controlan, Clara. Pero sí te necesitan. Lo que llevas dentro de ti… ellos lo diseñaron para cambiar el mundo, pero a un costo que nadie debería pagar.

Ella retrocedió, como si las palabras de Gabriel fueran un golpe físico. —¿Y tú lo sabías? ¿Todo este tiempo, lo sabías?

Gabriel bajó la mirada, incapaz de sostener la suya.

La traición en su pecho se transformó en furia. —¿Por qué me protegiste? ¿Fue por culpa, por lástima?

Gabriel la miró con desesperación. —No, Clara. Te protegí porque te amo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Clara sintió que el aire se volvía insoportable mientras las palabras de Gabriel se repetían en su mente. Quiso gritar, llorar, pero no pudo hacer nada. Solo podía mirarlo, intentando entender si sus sentimientos eran reales o simplemente otra manipulación.

—Eso no cambia nada —dijo finalmente, su voz fría. —Todo esto… no puedo confiar en nadie.

Gabriel dio un paso hacia ella, pero el hombre levantó una pistola, apuntándole al pecho. —Es suficiente. Ella ha tomado su decisión.

Clara levantó una mano, deteniendo a ambos. —No quiero más violencia. Pero tampoco quiero más mentiras.

Miró a Gabriel una última vez antes de girarse hacia el hombre. —Llévame lejos de aquí.

Gabriel la llamó, su voz cargada de desesperación. —Clara, por favor…

Pero ella no respondió. Salió de la habitación, dejando atrás a Gabriel y a todo lo que conocía. Las lágrimas comenzaron a caer mientras caminaba, pero no se permitió detenerse. Sabía que había roto algo entre ellos, algo que tal vez nunca podría reparar.

Mientras avanzaba por el pasillo, una única pregunta se repetía en su mente: ¿En qué me estoy convirtiendo?



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En el texto hay: suspenso, #romace, morgue

Editado: 17.01.2025

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