Bajo Tus Estrellas [#1]

[★Capítulo 7★]

 Bajo tus estrellas ★

 Capítulo 7 

CHARLOTTE

—¿Será correcto meter un huevo al microondas? —dice Robert esa pregunta sin sentido mientras lleva un bocado de hot-dog a su boca.

Robert y yo estamos almorzando en "The food house".

(La casa de la comida).

Es un restaurante que hace poco se inauguró, decidimos almorzar hoy acá a ver qué tal era la comida. Por supuesto Robert, se adelantó. A él le encanta comer, dormir y holgazanear.

Por mi parte, pedí una hamburguesa con una orden de papas fritas, ensalada y una Coca-Cola. Enserio, amo la Coca-Cola. Y cada vez que puedo tomar, no pierdo la oportunidad.

Simplemente me encanta. Pienso.

Mi plato está casi vacío, me faltaba un poco de hamburguesa y papas. Pero la ensalada ya me la terminé y mi Coca, también. Estoy tan profunda en mis pensamientos, después del Instituto preferí venir con Robert a almorzar a que hacerlo en la cafetería...cerca de Alejandra. Nuestra mesa está junto a las ventanas, así que observo mi reflejo mientras sigo pensando.

En esas personas. Ambas estaban juntas, demasiado cerca una de la otra. No me sorprendería saber que sean pareja.

—¿Te comerás eso? —me preguntó Robert sentado del otro lado de la mesa. Noté que ya había terminado su orden de hot-dog y le faltaba poco para que la bebida de su vaso se acabará.

¿Aún tiene hambre? No me sorprende.

Y tampoco lo culpo, yo también puedo comer más de lo que pueda imaginarme...simplemente me coloco límites para no hacerlo.

—No —sonreí acercándole el plato—, todo tuyo. —Y con eso mi vista volvió a la ventana.

Todos necesitamos un tiempo para pensar, un poco... nada más.

Escuché a Robert carraspear llamando mi atención. Cuando lo vuelvo a ver, me percaté que ese era su objetivo. A punto de comenzar a decir algo para esquivar preguntas, él dice:

—No tienes que decirme cuál es tu estado de ánimo...desde que salimos del Instituto vas callada, desde que subimos al auto vas callada, desde que bajamos de él y entramos a este palacio de la comida has estado callada —su tono está tranquilo, pero aún así percibo ciertos aires de descontento en su voz.

No lo culpo, si estaba callada.

—He intentado distraerte de tus pensamientos pesados, pero mis inútiles intentos no funcionan —dice mientras toma una servilleta.

—¿Dices, que uno de tus intentos fue la pregunta tonta del huevo en el microondas? —Reí bajo, mientras él se levantó de su asiento y vino a mi asiento, sentándose a mi lado.

—Soy tu amigo y respeto tu privacidad, lo sabes —asentí, él sabe hacerlo mejor que nadie—, pero lo que sea que esté pasando, no tienes por qué darle tantas vueltas en tu cabeza —hace una pausa mientras se toma el último sorbo de su bebida, luego dice: —No tienes por qué pensarlo demasiado.

Robert le puede gustar demasiado dormir, comer y holgazanear pero él es un excelente amigo, lo que lo vuelve único. Una sonrisa genuina se apodera en su rostro mientras me observa con detalle. El oscuro de sus ojos es bastante similar al mío.

—¿Puedo? —me pregunta abriendo ligeramente sus brazos.

Sé que se refería a un abrazo, sin embargo, no sé porque estoy tardando en reaccionar. Él vuelve a hablar: —No muerdo —y luego de reírse solo me finaliza dando un abrazo. Sus brazos no tardaron en rodearme completamente, uno de sus abrazos está sobre mi cintura y el otro está sobre mí la parte de arriba de mi espalda. Su cabeza se entierra suavemente sobre un lado de mi cuello. Mis brazos rodean su cuello y mi nariz puede sentir su crítica colonia masculina.

Tal vez, sea mejor decirle lo que vi en la salida de este día. Él no es solo es mi amigo, también es de Alejandra y se preocupa por ambas. Nos separamos y lo observo mirarme de manera graciosa.

—¿Qué? —pregunté curiosa.

—El olor a vainilla en ti me vuelve loco, chica —dice sin generarme ninguna clase de incomodidad. Acabamos de darnos un abrazo, y yo me coloco mucha crema de cuerpo...más de la necesaria; además, no es la primera vez que me lo dice.

—¿Qué? —pregunta—, sabes que soy muy bueno memorizando olores. Es un don poder memorizar y reconocer diversas clases de olores —reí ante su 'don'—. Además, el olor de coco de tu perfume también huele delicioso en ti.

—¿En serio? Entonces jamás te volveré a abrazar. —Le digo con una risa, porque obviamente jamás hablo en serio con él. Somos unos humanos muy locos.

—Eso es —dice con una sonrisa—, he cumplido mi misión como tu mejor amigo.

—¿Cuál?

—Esa linda risa que viene con tu sonrisa, es la que vale la pena mantener —dice con cierto aire de tristeza o nostalgia al final.

Bajé la mirada para sacar mi celular que acaba de vibrar indicándome una nueva notificación. Mis ojos se desvían a la hora.

1:33 pm.

Leo el mensaje de mamá, y guardo mi celular.

—Tiempo de irnos.

—Sí —saca su billetera y coloca un par de billetes sobre la mesa, mientras llama a un mesero levantando la mano— ¿Vamos por Alejandra? —pregunta y el mesero llega por lo platos y la cuenta.

Me había olvidado de ella.

—No la veo desde la salida. —Continúa, una vez que el mesero se ha retirado.

—No, debe estar ocupada. —Fingiendo una sonrisa, logré decirlo.

***

Vecindarios, casas, árboles, semáforos, edificios medianos, tiendas. Iba en el asiento de copiloto, Robert manejaba con mucha concentración. Dejé de mirar la ventana, y decidí darle una mirada.

Su vista estaba fija al frente, el color negro profundo de sus ojos era irreconocible cuando se concentraba. A pesar de que andaba un gorro color oscuro sobre su cabeza, aún caían los mechones sobre su frente.




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