Bajo Un Cielo Sin Estrellas

Introducción

¿Jamás te has preguntado que hace cierta persona -tu extraño vecino para ser más específicos- a la 1:00 a.m. despierto y con una computadora portátil sobre sus piernas?

Bueno, eso me preguntaba yo después de ver por la ventana a mi vecino. Aquello era inaudito, puesto que él siempre parecia esforzarse por mantener un muy buen y saludable horario. No me malinterpreten, no era ninguna acosadora, simplemente cuando no podía dormir o algo parecido y no encontraba nada más que hacer, salía al balcón o al la terraza a disfrutar de la hermosa vista que había desde allí, era entonces cuando notaba que su ventana jamás estaba encendida a esa hora, aunque él estuviera allí.

De allí surgió mi duda: qué hacía Erick Hurnet, apodado Slenderman —bueno, solo yo le llamaba así pero ese no es el punto— rompiendo su rutina casi perfecta.

Talvez sí le acosaba un poco, pero era inevitable no notar cómo se levantaba todos los días a las cinco de la mañana, salía al trabajo a las siete y regresaba a las cuatro de la tarde, especialmente si tú eres una escritora que se la pasa casi todo el tiempo en su casa divagando entre los mundos que creas, en mi defensa me considero una arquitecta que crea una vía de escape para cientos de personas que están atascadas en su cotidianidad, y trabajo desde casa como editora.

Pero volviendo al misterio, mi no tan maquiavélica mente ya había formulado varías teorías.

La primera era que buscaba cosas indebidas en internet. La segunda era que no había terminado un informe del trabajo y ahora lo hacía. Y la tercera y menos viable, era que había decidido ver una película debido al insomnio o algo así, créanme, eso no podía ser posible, ese hombre jamás se daba tiempo para relajarse.

Pero no tenía nada para probar ninguna de aquellas teorías, así que me pregunté ¿Porqué no ir a investigar y cumplir mi sueño de la infancia y ser toda una Sherlock Holmes?

Así que, heme aquí, parada frente a la puerta del señor Hurnet debatiendo si era una buena idea o no. Obviamente ganó la parte de mí que me indicaba que hiciera la idea más ridícula que se me pudiera ocurrir primero.

Después de unos cuantos golpes a la puerta, escuché unos pasos y segundos después la puerta se abrió.

¿Alguna vez les comenté mi concepto del terror? Bueno, sé que no, así que les diré. El terror es cuando todo lo hermoso se concentra en un solo punto, es una clara indicación de que dentro yace el más y terrible mal. De allí el apodo "Slenderman" el cuál de cerca era más bonito, tanto así que me convencía cada vez más de que era la reencarnación de dicho personaje.

—¿Puedo ayudarle en algo?— preguntó con una clara confusión en su voz. 

—Ehh... Si, supongo— literalmente en mi mente estaba una yo golpeando a otra yo, ustedes me entienden.

—¿Supone?

—Si, supongo, a menos de que no tenga lo que yo quiero, entonces no podrá ayudarme.

—Y es algo obvio ¿No?— hizo una pausa —¿Qué es lo que quiere?

—¿Tiene azúcar?

Brillante, brillante Sara, no sé porqué no fuiste a Harvard.

—Si tengo, pero dígame ¿Para qué quiere azúcar a esta hora de la noche? O madrugada, debería decir.

—¿Usted no se bebe una leche azucarada en las noches de insomnio?

—Nunca he tenido insomnio.

—¿Entonces qué hace despierto?— le pregunto descartando la tercera opción.

—Creo que eso no le incumbe.

—Si, lo siento, seré sincera con usted, he escuchado voces y pasos en mi apartamento y yo vivo sola, no he podido evitar entrar en pánico y buscar ayuda.

—¿Y porqué no ha llamado a la policía?

—Porque podían ser fantasmas y no me ha dado tiempo de agarrar mi teléfono. ¿No me dejará desamparada y en la calle cierto? 

—Verá, yo no le conozco y no estoy seguro de si miente o no.

—Si amanezco en las noticias tendrá que cargar con la culpa— dije poniendo la mejor cara del gato con botas que pude. 

Si hubiera sabido antes de mis dones en el arte de la actuación e improvisación ya me hubieran dado un óscar. Ahora que estaba dentro de la casa de Slenderman, me pregunté qué estaba haciendo con mi vida, y no porque me arrepintiera de las tonterías que hacía, al contrario, todo el mundo debería de hacer alguna tontera para vivir su propia aventura, o no. Por lo que me lo preguntaba era debido al completo orden y buena decoración que había en la casa de Slenderman, si yo que casi siempre pasaba en mi casa tenía un completo desorden y él que tenía un horario de trabajo y todo eso, tenía la novena maravilla de casa, bueno, exagero un poco. Pero si él conseguía tener tan bien ordenada su casa, yo algo debía estar haciendo muy mal.

—Entonces, señor...—obviamente fingía no saber su nombre, no quería que descubriera que también había stalkeado su perfil de facebook después de que me saliera como una sugerencia, pura curiosidad.




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