Abro la puerta del bar Río Aro y me encuentro que está vacío, sólo está el bartender con los brazos apoyados en la barra y viendo su celular.
—¿Qué más Hermes, qué lo qué? —saludo.
—¿Qué hay Sánchez, todo bien?
—Todo bien, dame una curda —digo.
—Claro vale, ¿dónde estabas que andabas perdío? —dice Hermes poniendo la cerveza.
—Estuve casi dos meses en Caracas haciendo unas vainas, ¿Qué hay de nuevo? —pregunto.
—Coño bien, pero te perdiste de rolo e’ beta[1] que sucedió aquí, ahhh bueno, Miguel estuvo por estos lares, pero hace dos días se piró con Jorge…
—¿Y eso? —interrumpo.
—Bueno, ya te cuento —dijo tomándose un trago de Santa Teresa— escucha todo este peo[2], que lo que contó Miguel anteriormente con el lío de Marta, Holguín y el malandro quedó fue corto.
—Habla claro, ja, ja, ja, ja, ja —digo riendo.
—Para bolas que voy con todo.
La vaina comienza porque Jorge ¿no sé si lo conoces? Jorge Crubal, un chamo medio alto, con el cabello negro, un poquito de barba, ojos marrones y que tiene voz ronca, creo que es porque fuma más que puta presa.
—Sí, ya sé quién es.
Bueno, él estaba desesperado con la cuestión de estar en el país. Muchas veces vino y a lo poco que me contó, era que ya todo lo tenía ladillao[3] y que su papá no salía de una pea, que por cierto llevaba tiempo teniendo peos con el alcohol.
Jorge se encontraba sin trabajo fijo y vivía matando tigritos, cosa que no le daba muchas lucas y más era el tiempo que pasaba sin billete, bueno, eso pasa con todos, en fin, una tarde empezandito el mes de marzo, se apareció por aquí, con una cara de angustiado que no se la quitaba ni la mamá que en paz descanse. Se sentó y me pidió una curda. Luego habló sobre que estaba loco por irse, que no soportaba esta mierda y que su papá lo tenía arrecho con sus borracheras.
Entre todo ese liriqueo dijo:
—Hermes, estoy que hago cualquier verga[4] que dé más plata que estar trabajando de vez en cuando.
Yo lo miré sorprendido, ya que no creía que él fuera capaz de hacer una maraña de esas.
Se tomaba la cerveza y después se lamentaba.
—Maldita sea, no joda, como extraño a mi mamá. Mi papá se la vive con una pea[5] eterna y se ha gastao todo el dinero en ron.
—Man, tienes que bajarle dos[6] o vas a parar a loco —le dije.
—No me importa man, estoy burda de frustrao y en esta verga no encuentro salida para vivir mejor.
Y lo entiendo porque a todos se nos hace rudo vivir en este país, pero seguí hablándole, tratando de subirle los ánimos.
—Algo sale mano[7], pero no puedes vivir arrecho todo el año.
—No jodaaaaa[8] —dijo mientras un cliente llegaba.
Serví la curda[9] al otro que llegó, Jorge lo miró fijamente pero no se quedó más rato, así que pago y se las piró en alta a su casa.
Al llegar se encontró con que el pure[10] tenía rolo e’ pea en la sala de la casa y en la nevera no había ni un limón picado por la mitad para comer. El señor Leonardo Crubal es el papá de Jorge. Es un viejo como de 60 años, barrigón, de piel como morena, un poco calvo y bajito, siempre anda con un tufo a alcohol criminal y aparte es un alzao de primera. Ahhh por cierto, el tipo hablaba un coñazo[11] de idiomas, según me explicó Jorge, entre ellos eran: ruso, alemán, inglés, italiano y rumano, pero bueno el señor era un borracho.
—¡Maldita sea! ¡El coño de la madre¡[12] tú con tu pinga e’ pea y aquí no hay nada para papear, tú si eres bandera[13] ¡no joda! —gritaba Jorge.
—¿Qué pasa hijo? Allí hay algo —dijo el viejo borracho.
—¿Qué hay? ¡Una mierda! O ¿acaso tú no comes? —señalaba la nevera.
—Dale un abrazo a tu papá —pedía el otro acercándose.
—Sale, sale… dele porai[14] —negó Jorge.
Y con un empujón lo sentó de culo, le sacó lo que le quedaba de lucas[15] y se fue a la calle.
De regreso a la casa, no encontró a su padre y él fue a bañarse, después se vistió y al final volvió a salir.
Compró una caja pequeña de cigarros y fue al parque de la urbanización a despejarse.
Eran como las 6 de la tarde cuando miró su celular y fue a visitar a Ana Diez.
Ana es una chama bastante linda, delgada, pero con un cuerpo matador, ojos marrones, cabello liso largo, labios gruesos, utilizaba frenillos en los dientes y siempre olía rico, tiene una voz suave pero con tono sifrino[16] ¿sabes? Vino una que otra vez con Jorge por aquí, pero no fumaba ni bebía y era de poco hablar.
Bueno, sigo con el cuento. Él fue a visitar a Ana, llamó a su puerta cuando estaba afuera de su casa.
Diez salió con cara neutra ¿Sabes? Como si no le importara si él la visitaba o no. Ahhh por cierto, Miguel más adelante me contó que Jorge nunca tiró[17] con ella y que este no buscaba eso por los momentos y como van los tiros parece que sí le gustaba la chama, pero para no desviarme del beta; ella se puso frente de él y lo saludó con pocas ganas. Estuvieron callados por un momento y luego Crubal preguntó: