Baladas de un alcohólico

5

Una semana después que Jorge habló con Miguel, este salía arrechísimo del SAIME, su cédula no estaba lista. Llegó a Nueva Angostura sudao y con ganas de matar gente, al entrar a su casa, bueno, ve a su padre en el suelo y bañao en vómito.

—¡Maldita sea! Lo que faltaba —dice mirando al papá —son la una de la tarde y tú cargas esa clase de pea.

El pure estaba anestesiao por la borrachera que ni se movió.

—Párate, párate —dijo Jorge moviéndolo de sitio.

El viejo de vaina abrió los ojos y por el movimiento hecho por Jorge, el padre volvió a vomitar. Jorge se quitó antes de que le cayera el wafle[1].

—Coño e’ la madre, mejor me voy a mi cuarto.

Y dejó allí al otro pasando la pea.

Durmió un rato y luego al despertar, bajó a la cocina a ver. Milagrosamente estaba limpia, miró sorprendido todo y recordó llamar a Miguel para contarle la vaina, así que agarró su cel y marcó el número.

Al caer la llamada habló.

—Aló mano, mira fui a la mierda del SAIME…

—¿Y qué te dijeron? —preguntó Miguel.

—¡Que todavía no está la verga esa! Esos quieren billete.

—Bueno, déjame cuadrar las lucas para mover eso.

—Verga mano que ladilla eso de pana, estoy que me rindo.

—Coño, dame chance y me muevo con eso.

—Dale pues.

—Hablamos compi.

 

Luego Jorge preparó algo de comer o más bien hizo magia con lo poco que había, y cuando terminó de papear salió de su casa.

Caminó hasta la cancha y sentado en unos de los banquitos prendió un cigarro.

Al rato llegó el Mora, muerto de la risa y cundio[2]. Los ojos lo tenía rojos y hablaba un poco de disparates. Saludó a Jorge y se sentó al lado.

—¿Qué lo qué llaveee? —preguntó Mora.

—Coño, más o mierda, tú sabes.

—¿Y eso? Yo me lancé senda de comelona y bueno, me fumé un digestivo.

—Coño manín, es porque hoy fui al SAIME y aún no tienen mi cedula…

—Esos quieren lucaaaas —interrumpió Mora.

—Yo sé, pero la verga es que no tengo ni dos lochas[3].

—Eso es un evento.

Hicieron silencio, el cielo estaba dando el atardecer y unos loros pasaban. Mora miró a Jorge, le pidió un cigarro y le comentó una propuesta.

—Llave, yo puedo ayudarte a rescatar esas lucas, pero es un beta.

—¿Cuál es el beta? Habla claro…

—Bueno costilla, tengo a un pana en Unare que te puede conseguir esas lucas, pero después le tienes que pagar el favor.

—Ajá, déjate de mentes y habla.

—Bueno, él te presta la plata, pero después le tienes que dar culei[4].

Mora puso cara seria y luego se cago de la risa.

—Ja, ja, ja, ja.

—Tú no eres serio —dijo Jorge.

—Bueno, man, las lucas se consiguen llave, pero después tienes que pagar el favor.

—Bueno, háblate con tu pana y me avisas, necesito 100.000 pa’ eso —dijo Jorge.

—Plomo, pero después no te vayas a cagar.

 

Se hizo de noche entre la habladera de paja y Jorge se despidió de Mora y fue derechito a su casa.

Estando dentro de su rancho, sintió la tensión de la soledad, que pega en la garganta. Jorge cayó en ansiedad y le dieron los ataques. Fue a su cuarto y puso música a toda mecha y fumaba acelerao. Una canción de Light Your Anchor sonaba a full volumen.

Set your sails

In the end

Set your sails

In the end…

 

Y Jorge gritaba esa parte de la canción. El desahogo no hizo efecto y buscó un TADFIL y como ya sabes, se calmó y a dormir.

 

[1] vómito



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En el texto hay: sexo, venezuela, decadencia

Editado: 10.11.2019

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