Balance

2.Suplicamos ayuda

Un sonido sordo y hueco me despierta de mi trance.
«¿Rowan?» «¿asistente Rowan?» «¿se encuentra dentro?». —los sonidos detrás de la puerta se hacían cada vez más ansiosos haciendo que perforaran mi dolor de cabeza, veo el baño y su alrededor. Todo completamente inundado.

Levanto mi cuerpo con dificultad y cierro la canilla del agua, el sonido molesto del agua también se detiene. Arrastró mis pies por toda mi habitación dejando huellas mojadas por todo el lugar, vistazo con rapidez mi cuerpo y lo cubro con la bata de baño que se encuentra sobre mi cama. Los llamados insistentes seguían una y otra vez.

—Ya salgo. —respondí tosco y seco. Camino hacia mi espejo y veo el estado de mi frente. Hematomas por la pelea, piel pálida y labios morados por el tiempo excesivo en el agua y una clara herida en la raíz de la cabeza. Recojo algunos mechones con mi cepillo ocultando al menos el de la frente, me ajusto la bata y camino hacia la puerta abriéndola.
—¡Asistente Rowan! ¿Qué le sucedió? —pregunta una de las sirvientes.
—Nada. Llegue al grano de su visita. —musité viéndola con un rostro que sin duda nunca antes había puesto en todos mis años de existencia.
—¡Sí! ¡disculpe!. La reina Shuelt le solicita en media hora, no le encontrábamos así que por eso me enviaron junto a otros para entregarle el mensaje.
—Recibido. Ahora, puede retirarse. —respondí y ella se fue con una sonrisa tímida.

Cerré la puerta y me lleve la mano a la cabeza, que me resonaba como si no hubiera un mañana. Preparo mi ropa agarrándola del perchero y lanzándola hacia la cama, lanzó una bufanda gruesa y unas vendas.

Colocó el traje azul oscuro con dificultad por las heridas, pero trato de hacerle caso omiso. Sujeto las vendas en mi piel bajo un ungüento que ayudara a que sane más rápido, cubro todo lo necesario, brazos, cuello, hombros, estomago. Y luego lo termino de ocultar con el saco.

El reloj de aguja en la pared me empieza a avisar que quedan solo diez minutos. Cepillo mi cabello lo más rápido que puedo cubriendo la frente y lo consigo con demasiada agilidad.

Me inclinó inmediatamente cuando Shuelt entra a la sala del trono y los demás plebeyos y nobles lo hacen. Se puede escuchar el sonido hueco de sus tacones por todo el lugar y el como estos se silencian al llegar al trono. Levanto la mirada cuando ella nos da la señal. Prosigo, dándole la señal al dictador el cual toma su posición para hablar.

—Estamos reunidos con la autoridad y favor que nos concede la reina Shuelt para poder discutir problemas que empiezan a agrietar nuestra paz y organización política y económica. Llamó al podio al plebeyo «Niru». —Anuncia el dictador. Aquel plebeyo camina con dificultad hacia al podio por la falta de su pierna izquierda. Coloca las muletas a un lado y se apoya en el podio aclarándose la garganta.

—Estoy completamente agradecido por su presencia su majestad en tan estresante ocasión, vengo a usted y al dictador para hablar sobre el como se esta acercando el invierno y la comida esta escaseando. Ya de por sí somos un reino pobre en recursos y mucho peor en alimento, las cosechas están muriendo cada vez más, su alteza. Niños y bebés muriendo solo por desnutrición. Los caballos, animales hasta incluso nuestros dragones se ven en la obligación de migrar al reino que no debe mencionarse. —Explicaba aquel plebeyo, y no, no era broma. Nuestro pueblo es demasiado pobre y en lo más profundo de mi ser se que es por la muy mala administración de bienes de la reina, a ella no le interesa el reino ni en lo más mínimo, todo los recursos se van al castillo, a ella y a las armas. No poseemos realmente la «profecía» así que trata de invertir lo más que puede en armamento. —Con esto dicho, estoy aquí en nombre de todos nosotros los obreros, campesinos y en la mayoría todo el pueblo para preguntarle con el sumo y debido respeto hacia usted ¿Qué haremos cuando venga el invierno majestad? —prosiguió el plebeyo.

—Soy consciente de lo que sucede en el reino, no es necesario que su sucia boca me lo repita. Y en cuanto en el que harán es lo siguiente: Se racionara toda la comida que se pueda hasta que acabe el invierno y si esta no ajusta para ustedes morirán por no saber hacer algo tan simple como organizarse. —respondió la reina, en segundos pude ver como se apagaba el rostro de aquel plebeyo y el como el trataba de encontrar las palabras, trato de que el encuentre mis ojos para que entienda que no debe luchar más para que no empeore pero este solo se limita a caer al suelo arrodillado y lo siguen los demás plebeyos que le acompañan.

—¡Por favor alteza, se lo suplicamos!¡rogamos a usted por ayuda! ¡el pueblo fallece y a este paso no quedara nadie! —gritan en coro todos aquellos en la sala del gran trono. Esto parece entretenimiento para la reina pero yo solo me quedo allí, queriendo luchar como habitante del reino oscuro que soy, pero el instinto de supervivencia me pesa más.

—Eso lo veré luego. —responde la reina levantándose del trono con autoridad y retirandose del lugar pero no sin antes darme una seña de seguimiento. Me retiro dejando aquellos plebeyos con el dictador en la sala mientras sigo a la reina tal cual como perro faldero.

—¿Se puede saber quién te dejo de esta manera? —pregunta la reina mientras se sienta en su jardín mientras le acercan su taza de té.
—Me caí colina abajo alteza. —respondí con firmeza aunque se que era una excusa barata.
—Rowan, soy guerrera y si aprecias tu vida vas a ser sincero con tu autoridad.
—Caminaba a comprar algo en el mercado y me robaron el costal de monedas, y solo seguí al ladrón. —respondí pero ella prosiguió mi historia:
—Lo seguiste y este te golpeo a más no poder ¿no? Y te dejo así de muerto viviente.
—Sí, así como usted lo dice. -asentí aunque aún siento escalofríos cuando pienso en ese ladrón.
—¿Recuerdas donde te golpearon?
—No lo recuerdo bien majestad, pero por los carteles parecía ser un callejón de la «Tres y cuarto» .
—¿Luchaste?
—No.
—¿Seguro?
.
—Ese es mi chico, me alegra de que seas tan sumiso como yo te eduque. Recuerda que no tienes madera de guerrero, ni siquiera lo intentes. —su dicho hacía que mi cuerpo quisiera temblar.




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