Debía admitir que salir con Prom fue agradable; no pensé que sucediera de esa forma. Poco nos habíamos visto, así que era algo extraño. No es que lo considerara mejor que Tristán o Marcos, quienes son como hermanos para mí, pero admito que fue agradable salir con él.
Habíamos hablado un poco por mensajes, quedamos en vernos en la cafetería para almorzar, así que estaba con los chicos mientras esperábamos que llegara él.
—¿Viene en burro o qué? —Tristán no podía estar mucho tiempo sin comer, se volvió loco.
—Dijo que venía en camino. —Saqué mi celular para ver la hora y ver si no me había enviado un mensaje, entré en nuestro chat y solo me había mandado un “Ya voy en camino”, a lo que reaccioné con un corazón.
A lo lejos venía corriendo, con dos personas más, mientras reían. Ver cómo el viento azotaba su cabello liso que le llegaba a la altura de las orejas lo hacía verse más atractivo. Admitía que era bonito, y era una persona que emanaba un aura asombrosa; siempre se le veía sonriendo y estar a su lado era tener risas aseguradas.
—Ha llegado por quien lloraban. —dijo Prom al llegar y sentarse con nosotros.
—Solo lloraba por no poder empezar a comer; de resto, podías llegar el año que viene y no me importa. —Tristán empezó a comer la pizza que habíamos pedido. —Pero Zul sí quería esperarte.
—¿En serio? —preguntó Prom. —Ellos son Lucas y Sorangel, son amigos del equipo de la universidad; estamos entrenando para los juegos escolares. —Presentó a los chicos que estaban con él; había escuchado un poco sobre los juegos escolares, pero no sabía que Prom participa este año.
Ambos se presentaron con nosotros extendiendo su mano. Luego de eso empezamos a comer todos. Habíamos comprado dos pizzas, así que creo que serviría para comer todos, a menos que Tristán se las coma todas, y es que él dice que cualquier pizza es individual si te lo propones, así que era capaz de comerse todas las pizzas y no dejarnos nada.
Lucas y Sorangel eran de la Facultad de Ingeniería, estudiaban con Prom, así que posiblemente los veamos en las clases de educación física que compartimos. Nosotros teníamos hoy clases con la profesora de análisis crítico; cuando metí la mano en mi bolsillo para ver la hora, me di cuenta de que ya eran las nueve de la mañana. La clase empezaba a las nueve y diez minutos, así que debíamos correr para poder llegar a tiempo. La profesora también decía que llegábamos muy tarde, así que debíamos irnos ya.
—Debemos correr para llegar a la clase. —Grité viendo a los chicos.
Empezamos a correr por los pasillos, evitando no chocar con los demás, no llevarnos a nadie, pero fue inevitable cuando Tristán en un cruce no vio que venía un grupo de chicos que lo hizo tambalear y caer. Como pudo se levantó; Marcos y yo no pudimos aguantar la risa, así que seguimos corriendo al ver que todo estaba bien, pero nos burlamos de él. Ya estamos en el cuarto semestre y sé que no deberíamos estar corriendo por los pasillos, pero siempre se nos hacía tarde. Es la maldición de la balanza: el amor por no conseguir amantes aún.
—¿Cuándo no ustedes llegando tarde? —La profesora dio su mejor discurso motivacional.
—No llegamos tarde, profesora, es que nuestro compromiso con su materia es tan grande que hemos desarrollado un pensamiento crítico sobre llegar dos o tres minutos más tarde a su clase. —Tristán tiene la capacidad de decir las peores cosas en los momentos menos indicados.
—¿Podemos pasar? —pregunté con algo de vergüenza con lo que acaba de decir Tristán.
Nos dejaron pasar y, como siempre, nos tocó sentarnos al fondo. No era la mejor opción porque realmente le prestamos atención a las clases, además de que éramos ciegos los tres y así no logramos ver lo que había en la pizarra.
—¿Cuál es la importancia del pensamiento crítico? —La profesora tenía un método de enseñanza asincrónico; ella nos daba los puntos para investigar y las clases solo se trataban de poder debatir. No valía traer algo directo de internet; lo importante era ver cómo generamos un pensamiento propio, un concepto de nosotros.
—Creo que es bueno manejar la información, pero saber cómo puede influirnos y afectar a los demás. No podemos llevarnos y decir simplemente que es así, es entender por qué funciona así y si realmente es algo que nos parece correcto y nos ayuda. Puede que mucha de la información a unos les funcione, pero a otros no. —Tristán habló al levantar la mano y la profesora le diera el derecho de palabra; nos gustaba mucho las clases de la materia, era bueno poder debatir sobre esto.
—Estoy de acuerdo con Tristán. —dijo Marcos, pero fue interrumpido por la profesora.
—Decir “Estoy de acuerdo con Tristán” es solo seguir el pensamiento de él, no es generar el pensamiento crítico, Marcos. Está bien que manejen pensamientos similares, pero usar ese argumento no es lo que quiero que hagan en clases. —Explicó la profesora con amabilidad: realmente muchas veces es así, seguimos pensamientos sin detenernos a analizar si esto es correcto.
—Complementando el argumento de Tristán. —dije. —Es bueno tener un pensamiento crítico porque tendremos la capacidad para saber qué está bien o no según nuestras creencias y no solo seguir a los demás; es ser autónomo, aunque tengamos pensamientos similares.
Así fue transcurriendo la clase; es algo que disfrutamos con todo el corazón: los salones con aire acondicionado, ver alguna presentación en clase y sobre todo hablar mucho, entendiendo que nos estamos formando como profesores. Debemos ser muy abiertos al debate, hablar y no tener pena.