—Buenos días. —dijo Amelia al verme bajar a la sala. Todos estaban dormidos, pero por una razón yo no podía dormir más, así que terminé levantándome.
—Buenos días, señora Amelia.
—Tú conoces recientemente a Prom, ¿verdad?
—Sí, nos conocemos hace poco realmente.
—Prom puede parecer algo molesto, pero es un buen chico; al menos ha mejorado mucho.
—¿A qué se refiere?
—Zul, muchas veces los padres no sabemos qué sucede, actuamos según lo que nos enseñaron, y aunque la sociedad avanza, nos cuesta soltar actitudes que están arraigadas. —No entendía por qué decía esto.
—Disculpe, señora Amelia. —Quería poder comprender a qué se refería. —¿Me puede explicar mejor?
—Al principio, cuando Prom nos dijo que le gustaban los chicos, no reaccionamos de la mejor manera, nos asustamos a tal punto que hacíamos cosas irracionales, pasamos mucho, pero ahora me doy cuenta de que el que más sufrió en todo esto fue él. —Se veía triste. —Entendimos tarde que, por temor a lo que decía la gente, casi perdíamos a nuestro hijo. Sé que es algo que lo atormentará toda la vida. Hay cosas que hicimos que jamás podremos cambiar, por eso me preocupo mucho por quien está a su lado, no porque no pueda enamorarse, solo quiero saber que está cerca de personas que no lo hagan dudar de él. —Me recordó a Tristán, aunque no podía revelar nada de lo que Marcos y yo sabemos de Tristán hasta que él decida hacerlo; creo que puedo entender lo que dice.
Muchas personas creen que estamos seguros de quienes somos, pero si estamos en un lugar donde se cuestione cómo nos sentimos, cómo nos vemos o cómo demostramos el amor, es difícil poder estar seguros, así que entendía que para Prom no fue fácil decirles a sus padres su orientación sexual. Espero que algún día pueda perdonar del todo a sus padres, que ahora se ven genuinamente preocupados y que lo aman.
—Su hijo es una buena persona. —Afirmé.
—Lamento si te incomodo con el tema. —Solo sonreí. —Es que veo que te ve mucho; solo espero que, sí están saliendo, se sientan en confianza de poder decirme y saber que siempre los apoyaré. Quiero lo mejor para Prom, y que sepa que amar no está mal, aunque por mucho tiempo le hicimos creer eso.
—No estamos saliendo. —Estaba nervioso. —Somos buenos amigos, pero es bueno saber que tiene unos padres que lo apoyan; es algo agradable, señora Amelia.
—Me puedes decir, Amelia.
—Buenos días mamá. —Prom estaba bajando a la cocina. —Estás hablando mal de mí con Zul.
—Nos atrapaste. —Mentí —y Amelia empezó a reír.
—Hay que advertirle que no hay vuelta atrás luego de llevarte con él. —Prom y yo nos sorprendimos por el comentario de su mamá; luego de eso salió de la cocina.
—Buenos días.
—Buenos días, ¿dormiste bien?
—Sí he dormido bien. ¿Tú estás bien?
—Fue divertido poder estar todos juntos. —Él reía. —¿Qué te parece gracioso?
—¿Entonces no fue lindo estar conmigo?
—No dije eso.
—Dios mío, qué hambre tengo. —Tristán hizo su entrada triunfal como siempre. —¿Interrumpo algo?
—No interrumpes nada. —Le sonreí.
—La noche no duró nada. —Bajó Lucas, pasando por un lado de Tristán y le dio un pequeño abrazo por la espalda. Ligeramente se notó un poco tenso. Teníamos que hablar, no sabía por qué actuaba de esa forma, aunque lo sospechaba.
Los demás se levantaron y Prom se ofreció a llevar a Jessica, la cual no había dicho ninguna palabra en toda la noche, así que todos nos fuimos a casa, nosotros a la casa de Tristán porque debíamos hablar.
—¿Cómo les fue anoche? —Los padres de Tristán nos recibieron.
—Tengo hambre aún. —Tristán siempre tenía hambre.
—Te he guardado el desayuno en el microondas; sabía que vendrías con hambre.
—Me conoces tan bien, mamá. —Tenía un brillo en su cara como si se hubiese ganado la lotería.
Tomamos el desayuno que nos dio la mamá de Tristán y subimos a su habitación. Al estar ahí, cerramos la puerta y nos sentamos en su cama, el cuarto de Tristán.
—Ahora, suelta la sopa. —A Marcos le gustaba aligerar la tensión que pudiera haber en ese momento; siempre habíamos sido así, no nos gustaba generar un conflicto entre nosotros, además de que realmente no pasaba nada malo, solo queríamos estar seguros.
—¿Te gusta Lucas? —pregunté.
—No. —dijo de una vez. —Bueno…
—¿Bueno? —No sabía si Marcos estaba más emocionado que yo o le daría un infarto; siempre habíamos cuidado a Tristán de estas situaciones donde no se sintiera bien.
—No lo sé, ¿saben? —Tristán estaba triste y sabía lo que diría. —No puedo obligar a la gente que me quiera cuando aún no tengo claras muchas cosas. Sé que es una persona atractiva, solo que me da miedo que cuando se entere de la verdad se aleje. Somos amigos todos, creo que eso dañaría la amistad.
—Pero se te queda viendo mucho, Tris.
—Yo también lo he notado, chicos, solo que no sé si sea bueno poder confiar en él. Recuerdan que en la anterior relación que tuve, cuando se enteró de la verdad, fue un caos; mis padres tuvieron que interferir.