Balanza del amor

08 // El regaño

—Me gusta Lucas. —Tristán pensaba que no sabíamos eso. Ha pasado un mes desde la vez que estaba ebrio, que nos costó lograr que durmiera; solo decía entre dientes el nombre de Lucas, lo mucho que le gustaba y que quería salir con él.

—¿Y ahora te llamas Cristóbal Colón Descubriendo América? —dijo Marcos, viéndolo fijamente.

—Incluso tardó mucho en darse cuenta. —dije, siguiendo el juego de Marcos.

—A veces no sé si son mis hermanos o mis enemigos. —Tristán se sentó a nuestro lado; estábamos en la cafetería mientras comíamos y esperábamos a Prom, Sorangel y Lucas.

—¿Piensas decirle la verdad? —Marcos estaba preocupado.

—Es que si lo piensas. —Dije lo que sentía. —No hay que decirle nada; a Lucas le atrae la forma como Tristán se desenvuelve, no creo que sea necesario decirle la verdad.

—Claro que es necesario. —Tristán se veía asustado. —Es algo que a ustedes les cuesta aceptar, es algo que cambia la forma en cómo me van a ver las personas, no es algo que puedo tomar a la ligera, debo decirle la verdad y, dependiendo de cómo tome eso, significa que podemos estar juntos.

—¿Y si lo llevas con calma? —Estaba pensando en soluciones. —Puedes salir con él sin contarle nada aún, hasta que sepas más sobre cómo reaccionaría sobre ese tema, así no te romperá el corazón.

—Me gusta la idea. —Marcos me apoyó.

—Solo me da miedo que me pueda hacer algún daño. —A los tres nos preocupaba eso en realidad, era un tema que no todo el mundo manejaba de la misma forma, así que era mejor tener cuidado.

—Sabes que no lo dejaremos. —Tome su mano; Marcos tomó la otra. —Hemos estado juntos contigo en todo, así que, si es alguien que te gusta, no deberías negarte el intentarlo. Es bueno que tengamos cuidado, pero sin negarnos la idea del amor.

—¿Tú cómo vas con Prom? —Era un tema del que no quería hablar.

—Creo que también estamos bien, pero ninguno ha tomado la iniciativa de pasar a algo más; no sé si aún necesitamos tiempo, o solo quedaremos en el lugar que estamos.

—El amor conlleva paciencia; es bueno que puedan darse el tiempo que necesiten para estar seguros si serían una buena pareja. ¿Han pensado ambos en la idea de llevarlos a la balanza del amor?

—Creo que es pronto. —dijo Tristán.

—Yo también lo creo. —Recordé que, del grupo, solo Marcos estaba sin algún pretendiente. —¿No estás saliendo con nadie?

—No creo que eso sea lo mío, así que por ahora estoy bien.

—Si me entero que sales con alguien y no nos has contado, Marcos. —Tristán fingía estar molesto para amenazarlo en broma. —Me aseguraré de que no tengas hijos jamás.

—Me haces un favor. —Marcos le sacó la lengua siguiendo el juego.

—Nadie dejará sin hijos a nadie. —Y como magia, llegó Prom al decir eso; es que, si algún día creen que están salados, les aseguro que yo me llevé el primer lugar.

—¿Por qué quieren dejarse sin hijos? —Sorangel reía cuando Prom decía eso. —Por lo menos que Tristán se los dé a Lucas. —Ambos se sonrojaron.

—No, eso no está permitido. —Exageré. —Aún no nos ha pedido la mano de Tris.

—¿Qué esperas, Lucas? —Sorangel se unió al juego.

—No digan tonterías. —Lucas estaba sonrojado, así que no seguimos con el juego.

—¿No tienes clases de Castellano Instrumental a las diez de la mañana? —No fue buena idea darle mi horario a Prom.

—Sí. —Me extraño que lo dijera. —¿Por qué lo mencionas?

—Son las nueve y cincuenta. —Sí, les dije que era muy salado, Ariel, dónde estás y por qué me dejaste toda tu sal cuando fuiste a buscar a Erik. Erik es su príncipe, ¿cierto? En fin, te fuiste por tu príncipe y me quedé yo con tu sal.

—Corran. —Fue lo que dijimos Tristán, Marcos y yo en otra nueva aventura de correr por el pasillo donde uno de nosotros probablemente se caiga.

Le di una sonrisa a Prom antes de salir corriendo sujetando mi bolso, con el viento en nuestra contra, en los pasillos y escaleras, ya que nuestro salón para esta clase se encontraba en el cuarto piso de la facultad, así que, como no era costumbre en nosotros, estábamos recorriendo la universidad. Ya algunas personas sabían que estábamos corriendo de aquí para allá, así que se alejaban, pero como siempre, en algún cruce debemos caer; esta vez me tocó a mí y es que no supe desacelerar el paso que llevaba y terminé cayendo y golpeándome con la pared. Lo peor fue cuando Marcos, para no pararse y ayudarme, solamente me arrastró por el suelo para seguir corriendo y llegar.

¿Saludable? No

¿Efectivo? Tal vez

Llegamos y ya eran más de las diez de la mañana; la profesora tenía la puerta cerrada y nos tocó hacer lo que mejor podíamos hacer en un momento así: rogarle y hacer que nos pasara. No me raspé todo el cuerpo cuando Marcos me arrastró para que no me dejara pasar.

—No les dije que llegaran tarde; es increíble que sean los mejores promedios de la carrera, pero jamás logran llegar temprano.

—Y eso afecta a las notas… —Interrumpí a Tristán, que ya tenía una cara de fastidio luego de debatir por diez minutos con la profesora.



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Editado: 15.04.2025

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