—El amor es algo que lleva paciencia. —Luego de todo lo que pasó, nos encontrábamos con Aimara, quien nos había llevado solo a nosotros tres a caminar, para distraer un poco a Tristán con lo que sucedió.
—Sabía que esto sucedería. —Tristán había estado muy triste desde ayer, Lucas había dormido en otro cuarto y hoy nos íbamos a casa. Prom y yo no habíamos hablado sobre esto, pero no me importaba perderlo por Tristán; era más importante.
—Ten paciencia, el amor es algo que se construye; si están destinados a estar juntos, podrán con esto.
—¿Entonces de qué sirve la balanza? —pregunté.
—La balanza puede darte un número, pero el destino lo conduces tú; el amor puede crecer si ambos están dispuestos a hacer que crezca. —Aimara nos explicaba. —Si al primer problema sales corriendo, no es la balanza la que hace que la pareja termine; cada uno toma su camino por el miedo de trabajar en nosotros mismos.
—Entonces, ¿aunque salga un número bajo la pareja puede durar?
—Eso depende de la pareja.
Y así entendimos que, aunque la balanza existiera, el amor depende de más cosas que simplemente números. Todos expresamos el amor de una forma distinta, pero lo real es que cuando amamos a alguien, queremos su felicidad antes que la nuestra. Aunque no lo entendamos en el momento, el amor es algo que lleva paciencia y mucha comunicación.
—Hay parejas que estaban destinadas para estar juntas, pero jamás lograron solucionar un pequeño problema, que se puede solucionar hablando.
—¿Cómo sabes tanto, tía? —Tristán, con lágrimas, preguntaba.
—La vida nos enseña. —Sonreía. —Muchas veces damos consejos porque ya pasamos por situaciones que nos marcaron, así que por eso aconsejamos, para que los demás no pasen por las cosas que nos dolieron.
Tristán se veía más animado y lo que estaba evitando iba a suceder: mi celular vibraba, así que sabía que se trataba de Prom.
—¿Dónde estás? —se escuchaba preocupado.
—Con Tristán. —Estaba un poco molesto, porque sabía que Lucas no había actuado de la mejor forma. Claro que estaba mal haberle escondido el hecho de cómo se percibe, pero Lucas no actuó de la mejor manera.
—¿Podemos hablar?
—¿Sobre qué quieres hablar? —Se escuchó un suspiro.
—Te entiendo, Zul. —No esperaba escucharlo diciendo eso. —Entiendo que Tristán tenga miedo de cómo pueden reaccionar las personas cuando sepan que en su mente vive la idea de querer ser una chica, claro que da miedo. Pero podemos afrontar todo juntos. —Me sorprendía escucharlo decir eso, porque en el fondo sabía que reaccionaría así, pero escucharlo decirlo era un gran alivio.
—No depende de mí, depende de si Tristán y Lucas arreglan su problema.
—Tal vez le lleve tiempo a Lucas entenderlo, pero sé que quiere a Tristán.
Estuvimos caminando por el bosque, observando lo hermoso que se veía, escuchar cómo el viento azotaba los árboles, ver a algunos animales corriendo nos recordaba que estábamos vivos. La llamada con Prom había terminado bien; solo quería saber que Tristán se sentía bien, así que no lo apresuraría con respecto a arreglar las cosas con Lucas. Estábamos caminando, tomados de la mano con Tris, sintiendo que a nosotros también nos habían roto el corazón, porque era nuestra definición de amistad. Jamás querría que alguien le haga daño a Tris.
—Sabes que estamos juntos, ¿no? —Marcos y yo entendíamos que dar ánimos era algo complicado, porque no queríamos hacer entender a Tristán que lo que sentía no era válido, sino que incluso con lo que pasaba, siempre estaríamos juntos, aunque sea difícil, siempre estaríamos juntos.
—Los quiero. —No era de decir muchas palabras cuando tenía una de estas crisis, y es que entiendo que, si él duda sobre cómo se auto percibe, es más difícil poder luchar porque los demás respeten quién quiere ser.
Es un proceso que lleva tiempo; solo queríamos que cuando se sienta seguro, cuando se vea en un espejo, sienta que es feliz, sienta que es el Tristán que amamos con todo el corazón.
—No hay que esconderse. —dije.
—Ni disfrazarse. —Continuamos. —Lo más importante para nosotros es que te sientas bien. —Eso lo hizo sonreír.
Y tal vez cuando nos sentimos mal no queremos hablar sobre el tema que nos generó ese estado de melancolía, sino que queremos distraer nuestra mente de tanto pensar en eso, así que buscábamos alternativas para poder hacerlo pensar en otras cosas.
El apoyo es distinto; es bueno saber y preguntar de qué forma podemos apoyar, o si apoyamos más dando espacio.
Nos abrazamos, y sin querer empezamos a llorar los tres; era como una conexión especial que había en nosotros, como si nuestros corazones estuvieran juntos por el amor que nos tenemos.
—Son unos tontos. —Tristán se limpiaba las lágrimas.
—El amor nos hace tontos. —dije.
—El amor nos hace humanos. —Marcos volvió a unirnos en un abrazo.
En medio del abrazo, hemos caído al suelo, pero Tristán soltó un grito, llamando la atención de Aimara, quien se acercó corriendo a ver qué sucedía.