Creo que una de las cosas más difíciles era tener que decir adiós, aunque sea por un corto tiempo, aunque sea por un día. Creo que lo más difícil es decirle adiós a los que amamos, y hoy era el momento de decirle adiós a Prom. Era el momento de despedirnos para que se vaya a entrenar al extranjero, por dos años hasta que vuelva. Cuando lo haga, tenemos planeada la boda, que será en conjunto con Lucas y Tristán, así que estaremos siempre en contacto para poder elegir las cosas que nos gusten a los cuatro. Hemos decidido hacer una boda juntos porque fue la forma en cómo nos conocimos, porque entendemos que más que pareja somos amigos, así que nuestros padrinos también serán Sorangel y Marcos.
Estaba en casa llorando todo antes de poder salir a ver a Prom; quería que cuando nos viéramos no pasara esto, así que lo hago aquí. Mamá entró al cuarto al verme así.
—Hoy se va, ¿cierto? —pregunto.
—Sé que es tonto llorar.
—No es tonto. —Me interrumpió. —Es algo normal, llorar es una de las emociones que también vive en nosotros, así que, si quieres llorar, es bueno que lo hagas, mi amor.
—Te amo, mamá. —Realmente agradecía todo el apoyo que nos daba a ambos, y saber que nos apoya para la boda también es algo hermoso.
—Yo también te amo. —Me dio un abrazo. —No puedes llorar, debes pensar en la boda; dos años pasan rápido, además sigues en las prácticas.
—Creo que es la nostalgia de todo. —No sabía por qué me sentía tan mal si realmente no está muriendo, solo se debe ir a entrenar para luego venir y casarnos. —¿Y si conoce a otro chico allá?
—Otro chico jamás será como tú. —Me tocó la nariz con uno de sus dedos. —Y te aseguro que se enamoró de las cosas que te hacen ser tú.
—¿Y si otro es mejor que yo? —Sobre pensar era uno de mis mejores talentos. —No sé, mamá, son muchas cosas.
—Bueno, si se enamora de alguien más, lo guindamos de una guaya, ¿te parece?
—No es mala idea.
—No, Zul, estaba jugando. —Reímos. —Debes estar tranquilo; si en algún momento eso pasa, ten presente que siempre diste el cien por ciento a la relación, es lo único que importa. Jamás te quedaste con las dudas por no haberlo intentado. No podemos obligar a las personas que nos amen, hijo; todos, sabiendo lo que podemos perder, tomamos decisiones, así que, si eso pasa, esperando que no suceda, pero si sucede, Prom se estaría perdiendo al chico más talentoso y asombroso del mundo.
—Te amo, mamá.
—Y puede que tu papá acabe con él. —Volvimos a reír.
Mamá salió del cuarto y me sentía mejor. Creo que estaba muy melancólico por el hecho de pensar que puede encontrar a personas mejores afuera, pero lo que me había dicho mamá era algo muy cierto: sé que es algo que no podemos prevenir si es lo que sucederá. Claro que me sentiré mal, pero sé que estoy dándole todo de mí; el que estaría actuando mal sería él, pero como no ha sucedido, era mejor que disfrutara del tiempo que estemos juntos.
“Hasta donde sea sano”. Las palabras de Aimara resonaban en mi mente, y es que claro que los romances no podían ser perfectos, pero estaríamos juntos hasta donde sea sano.
Salí de casa para poder ir al aeropuerto. Al llegar, estaban todos ahí; salí corriendo para abrazar a Prom.
—Hola, mi pequeño. —dijo, dándome un beso.
—¿Tienes todo listo? —Le pregunté, acomodándome y él empezó a saludar a los demás.
—Estoy listo, pero me falta algo en la maleta.
—¿Qué te falta? —Me preocupaba que le faltara algo que considerara importante; creo que aún daba tiempo de poder ir a su casa y buscarlo.
—Me faltas tú, ¿puedo llevarte en la maleta? —Siempre hacía estas bromas.
—Estaré aquí esperándote, ¿puedes aguantar dos años sin mí? —pregunté, en broma, pero era más una súplica a lo que había estado pensando desde la mañana.
—Puedo esperar toda una vida si me lo pides.
—Dos años está bien. —Si dos años me parecían una eternidad, pensar en toda una vida me hacía querer morir o definitivamente estar en su maleta.
Estuvimos ahí, hablando, jugando, comentando algunas cosas entre todos y visualizando cómo queríamos que fuera nuestra boda. Había muchas cosas que concordamos, pero otras creo que nos tomaría más tiempo decidirlas. Lucas y Prom querían algo muy extravagante y nosotros solo queríamos algo sencillo, con las personas más importantes para nosotros, mientras que ellos querían que toda la ciudad venga a celebrar nuestro compromiso.
Al final dijimos que debíamos reunirnos por lo menos una vez al mes para poder comentar algunos avances. Aunque dijeron que nosotros podíamos elegir, ellos querían estar al tanto, algo que me pareció bien. Tristán aún no se decidía si quería usar un vestido o un traje; creo que usar una combinación de ambos podría funcionar.
Llegó el momento que no queríamos; estábamos hablando muy a gusto, pero era el momento de que Prom tomara el avión. Levantándose de las sillas, sus padres empezaron a llorar porque estarían lejos de él, y en este momento para mí también era muy difícil no llorar.
—Es hora de irme. —Y con esas palabras, empecé a llorar, no podía aguantar más.