Balas De Amor

♜CAPITULO TRECE♜

UN PINK MISS

Samanta

Hace lo imposible por sacarme de mis casillas, pero tengo que mantenerme serena para no caer en la locura «exacto como dijo el gato con botas» Gustavo parece que no llegara, menos mal así no tendrá excusa cuando me quiera preguntar por los nuevos entrenamientos mi padre me había avisado para ir a su oficina cuando pase las puertas se encontraba cerrada así que decidí a ir a mi punto favorito el despacho de mi primo para instalarnos como todas unas viejas chismosas.

 

—Vaya, vaya el señor “no sabe hacer orales” te invito a una cita —Se ríe—. Cuidado si Paolo lo mata por sus celos.

 

—Paolo no puede ni con saco de box y va ponerse en ese plan es ridículo deberían contratarlo a un circo.

 

—Si no te contrataron a ti —Dijo burlándose de mí y le lanzo el cojín.

 

—Cállate al final tendré que ir a ver que quiere…

 

—Te pones algo sexy…

 

—No lo necesito con mi ropa holgada me siento feliz.

 

—En realidad tú eres sexy representas a las mariposas —Comienza buscar unas cosas en su cajón.

 

—¿Cómo las mariposas?

 

—Las mariposas son tan hermosas que ni ellas mismas son incapaces de ver la cantidad de belleza que tienen en sus alas, no te sientas menos tu misma me dijiste que oculta mis colores solo porque la sociedad no lo acepta y así tienes que hacer tú amarte.

 

—Por eso te amo, aunque seas un demente sin control.

 

Después de estar en la oficina de mi primo paso otra vez a la oficina de mi padre que ahora está abierta él no esta y aprovecho para subir mis pies en el escritorio mirando la enorme vista de la ciudad escuchando la voz de mi padre.

 

—¿Es lejos la misión? —Pregunto mi padre.

 

—Si…

 

—¿Por qué a ella?

 

—Me informaron que es la mejor.

 

—¿De quién hablaran? —Susurre y veo mi padre entrar con Alexander.

 

—Te he dicho una y mil veces Fabiola que bajes los pies de mi escritorio —Dijo mi padre empujando un lado mis pies.

 

—No me digas Fabiola…

 

—Fabiola.

 

Él se muerde el labio conteniéndose las ganas de reír.

 

—Directo al grano tengo cosas que hacer.

 

—Dentro de seis meses vendrás conmigo a mi academia de francotiradores —Dice Alexander—. Estarás ahí tres meses como mucho y una vez finalizado tu entrenamiento iras a Irak en una misión para aniquilar unos terroristas.

 

—Primero muerta como para tener tantas responsabilidades con esos estudiantes si a duras penas soporto mis profesores no me imagino ser instructora para novatos.

 

—Lo que te quiso decir Sam es que iras a esa academia para entrenarlos —Comento mi padre.

 

—Me vale un comino, con ese periodo de tiempo los puedo aprovechar en continuar con mi carrera de astrología encerrándome en mi cuarto para entregar los trabajos un día antes —Cruzo los brazos—. Imagínate si tú te molestas cuando entrenas a los nuevos que casi se te sale las cuerdas vocales no me imagino entrenando esos chicos ¿No supuestamente tienen un francotirador como ejemplo a seguir?

 

—Samanta me voy a retirar —Dice él.

 

—¿Y es problema mío?

 

—No, pero necesito una persona de confianza vi tu expediente y vi todo eres la mejor entres los dos solo te pido que me ayudes ¿Te lo pido de rodillas?, porque si es necesario lo hago.

 

Tiene el don de trabajar en Hollywood porque el papel de dramático le queda genial.

 

—¿Te regalo un Oscar?, porque el drama y la actuación que estas formando delante mi papá te quedas de pelos, aunque no estaría mal que lo pidas.

 

—Tú también eres dramática Samanta —El señor lo defiende.

 

—¿Lo estas defendiendo?, pues déjame decirte que te salió mal porque ahora me lo voy a decir que me lo pida de rodillas —Lo miro—. Arrodíllate…

 

—¡Samanta!

 

Escucho a mi padre regañándome y lo ignoro.

 

—Déjala no importa —Sonríe arrodillándose a mi—. Estoy a punto de dejar todo a cargo de tu padre, la academia a tu nombre tienes un carácter fuerte eres rebelde y nada te intimida —Lo sigo mirando desde el suelo—. Eres perfecta para el puesto…

 

—¿Ahora donde te transfiero?

 

—¿Por qué?

 

—Por esa labia tan barata…


Me lanza una mirada de rabia.

 

—¿Qué?

 

—Deja el sarcasmo bendito sea el creador —Mi padre rompe el silencio y la tensión entre nosotros.

 

—No me queda de otra que aceptarlo…

 

—¿En serio?

 

—Si…

 

Se levanta, pero un mareo lo hizo apoyarse del escritorio.

 

—¿Otra cosa?, porque tengo que ir a mis entrenamientos.

 

—¿Cuales?, si Gustavo aún no ha llegado —El señor sigue haciéndome la guerra por eso salí por una parte a su carácter.

 

—No necesito a nadie para que me guíe hacer mis entrenamientos si él no vino, no es mi culpa —Respondí.

 

—¿Entrenamientos? —Alex mi mira.

 

—No idiota mato moscas.

 

—Sam…

 

—¿Es que no lo escuchaste?, es una pregunta absurda —Bufo rodando los ojos para dirigirme a la puerta.

 

—Samanta —Me llamo él

 

—¿Qué quieres ahora?

 

—¿Te interesa que sea parte de tu entrenamiento? —Me guiña un ojo.

 

—Jodete…

 

Le saco el dedo del medio cerrando la puerta.

 

 

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

 

 

Alexander




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.