Baoying

Capítulo 2

El Clan Dragon Soul está formado por cincuenta miembros, cada uno entrenado para convertirse en espía. Su formación incluye artes marciales como Shaolin Kung Fu (Shaolin Wushu o Shaolin Quan), Sanshou (también conocido como Sanda), Qigong (Chi Kung), Xing Yi Quan, y Wing Chun.

Los integrantes del clan son los más fuertes, disciplinados e inteligentes. Por eso, muchas familias poderosas los buscan cuando necesitan obtener información sensible, eliminar un obstáculo de forma limpia o garantizar protección. Pero a diferencia de asesinos a sueldo o bandas del submundo, el Clan Dragon Soul guarda antiguos secretos que les permiten realizar hazañas fuera del alcance de los demás. Despertar el verdadero potencial de un individuo requiere años de entrenamiento. No todos lo logran.

Entre ellos destaca una joven excepcional. Es tan hermosa que parece salida de un sueño: largo cabello negro, lacio y sedoso; labios pequeños y rosados sobre una piel blanca como la porcelana; nariz fina, figura atlética moldeada por la disciplina marcial; piernas largas y estilizadas, y una estatura de un metro setenta. Pero lo que más llama la atención son sus ojos zafiro, profundos y únicos, enmarcados por largas pestañas oscuras.

Se llama Jiang Kumiko, tiene apenas veinte años y continúa entrenando con una única meta: llegar a ser como su abuelo, el sabio y respetado líder del clan.

Jiang Zhen, de setenta y tres años, ha dedicado su vida a preservar y transmitir los conocimientos que heredó de sus antepasados. Fundó y expandió el clan, enseñando a sus hijos, nietos y discípulos. Aunque muchos de ellos poseen un talento sobresaliente, para él no hay nadie más brillante que su nieta menor: Kumiko.

No solo es hermosa, sino que ha heredado talentos que creía perdidos. A su corta edad ya domina el Qigong, que equilibra el Qi con fines médicos y espirituales, y el Xing Yi Quan, que canaliza la energía interna para potenciar la fuerza física. Actualmente, Kumiko se encuentra en un nuevo desafío: el viaje astral a través de la meditación profunda.

El clan, oculto en algún rincón de la ciudad de Shenzhen, es prácticamente invisible al resto del mundo. Solo unos pocos elegidos conocen su existencia, y nadie, fuera de sus miembros, sabe dónde se encuentra su sede. Es el lugar más seguro del mundo.

Ese día, Kumiko medita junto a su abuelo en un rincón especialmente diseñado para ello: un jardín rodeado de árboles y un pequeño arroyo artificial, donde reina la serenidad. Siguiendo las indicaciones del maestro, cierra los ojos y se concentra solo en su respiración. Después de casi dos meses de práctica constante, su mente por fin logra desconectarse por completo.

El canto de las aves se desvanece. El murmullo del agua desaparece. El viento deja de acariciar su rostro. Su conciencia se desliza hacia otro plano.

Abre los ojos espirituales en un espacio extraño. Un plano vacío, de caminos blancos que se entrecruzan como un laberinto de luz. No sabe a dónde ir, así que se deja guiar por el instinto. Da un paso adelante… y de pronto, una figura choca contra ella.

Desconcertada, observa al joven que ha aparecido de la nada. Su expresión es de temor y confusión.

«¿Un sueño? ¿Dónde estoy? ¿De qué escapaba?», se pregunta él, respirando con dificultad.

—¿Estás bien? —pregunta Kumiko con suavidad, notando el pánico en sus ojos.

El joven la observa perplejo. Cuando ella intenta acercarse, él retrocede, visiblemente alterado. «Este lugar es extraño… y ella es tan hermosa… ¿Será un ángel? ¿Estoy muerto?», piensa, impactado por la imagen etérea de Kumiko en su túnica blanca.

Ella lo examina con curiosidad. Su cabello negro es un poco largo, sus ojos marrón oscuro, intensos y expresivos. Tiene la piel clara, labios delgados y un porte elegante. Es alto, delgado, y se ve completamente perdido.

Antes de que Kumiko pueda decir algo más, un viento violento e invisible irrumpe en el lugar. La luz se oscurece, y una fuerza poderosa comienza a arrastrar al joven hacia un abismo que ha surgido repentinamente.

Él se eleva, presa del pánico, luchando inútilmente contra aquella energía que intenta absorberlo.

—¡AYÚDAME! —grita con desesperación, alargando la mano.

Kumiko no duda. Sin pensar en las consecuencias, lo toma de la muñeca con firmeza y tira de él, tratando de evitar que sea tragado por la oscuridad. Curiosamente, el viento no la afecta a ella. A pesar del desconcierto, se aferra a él, y el joven le lanza una mirada llena de gratitud.

Finalmente, la fuerza cesa tan repentinamente como apareció. El joven cae al suelo. Kumiko también es arrastrada de regreso a la realidad.

Jadeando, abre los ojos. Su respiración es agitada y su cuerpo tiembla. Jiang Zhen lleva rato llamándola, preocupado por la angustia que ha visto reflejada en su rostro. Al verla reaccionar, se acerca de inmediato.

—¿Qué ocurrió? —pregunta con tono serio al notar que se ha calmado.

—Había un desconocido… lo sujeté para evitar que una fuerza extraña lo arrastrara. ¿Eso es normal?

—No —respondió su abuelo con frialdad.

Sin añadir palabra, se puso de pie y se alejó, visiblemente pensativo.

Kumiko se levantó rápidamente, siguiendo sus pasos. Algo en su interior no dejaba de inquietarla.

«Al parecer hice algo mal… Pero, ¿quién era ese joven? ¿Estará bien?», pensó, mientras el peso de lo ocurrido comenzaba a hundirse en su pecho.




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