Baoying

Capítulo 5

Chen Qiang conduce su elegante BMW Z4 negro rumbo al Xia Restaurant Louhu, donde ha organizado una cena de negocios con algunos personajes influyentes de la ciudad, con la intención de establecer relaciones comerciales estratégicas.

Poco después, detiene el vehículo frente a la entrada del edificio y desciende. Es un hombre de treinta y seis años, de complexión delgada, piel morena clara, cabello negro y corto, ojos marrón oscuro, y una estatura de un metro setenta y cinco. Viste de forma impecable y elegante. Al llegar, se dirige con paso seguro hacia la recepción del restaurante. Son cerca de las ocho de la noche y la reunión está programada para las ocho y veinte. Como anfitrión, considera apropiado llegar con antelación.

La recepcionista confirma la reservación de la caja privada Diamante a nombre de Chen Qiang. Luego, uno de los empleados lo guía al tercer piso, donde se ubica la caja número tres. Aún no han llegado sus invitados, así que pide una copa de vino Osmanthus para disfrutar mientras espera.

En la privacidad de la sala, el silencio es interrumpido por el timbre de su teléfono. Al ver el identificador de llamada, frunce el ceño, desconcertado. Hace más de un mes que no tenía noticias de ese número.

—Señor, ¿en qué puedo servirle? —responde mientras lleva la copa de vino a sus labios.

—Me cansé de esperar. Quiero resolver este problema de raíz. Ya mismo.

—No creo comprender...

—¡Eres un idiota! ¡Tienes que terminar el trabajo que comenzaste! Si necesitas más dinero, no hay problema. Pero quiero ese obstáculo eliminado.

—Lo que me pide es complicado. El señor Sun está en el hospital privado de su familia. La seguridad es estricta.

—Eso ya lo sé. Justamente por eso debe hacerse mañana. Los padres de Sun Hui Shui viajarán a Hong Kong, lo visitarán temprano. La señorita Zhu suele llegar por la tarde. Su hermano estará en clases, y al mediodía hay cambio de turno en seguridad. No habrá mejor momento. No pienso desperdiciar esta oportunidad: lo quiero muerto.

—No se preocupe. Si la situación es como usted dice y considerando su estado actual, será sencillo. Mañana tendrá buenas noticias —responde con seguridad, mientras una sonrisa confiada se dibuja en su rostro.

—Eso espero —replica la voz al otro lado antes de colgar.

El sujeto detrás de tal orden, guarda el teléfono y da una última calada a su cigarrillo mientras observa el exterior.

«Esta vez todo debe salir bien», piensa, entrecerrando los ojos, mientras una sonrisa cruel se apodera de su rostro. No hay deseo más ardiente en su corazón que ver muerto a Sun Hui Shui.

Al día siguiente, cerca del mediodía, las puertas del elevador del hospital privado de la familia Sun se abren. Todo parece transcurrir con normalidad. La revisión médica acaba de concluir y ha comenzado el cambio de turno.

Con paso sereno, un hombre de aproximadamente veintiocho años, complexión delgada, un metro setenta y siete de estatura, piel morena y cabello corto, sale del elevador. Viste de forma casual y se dirige por el pasillo hacia la habitación número cinco. Esa es la habitación de Sun Hui Shui.

Ese hombre es el encargado de terminar lo que quedó inconcluso. Hoy debe ser el último día del joven Sun.

Sin titubear, abre la puerta y entra.

—Es realmente ruin atacar a alguien que ya está muerto en vida. Quien ordenó esto debe odiarte profundamente... ¿Qué le habrás hecho? —murmura mientras se acerca con calma.

En realidad, no le importa lo que Sun Hui Shui haya hecho o dejado de hacer. Su misión es terminar con su vida. Aunque es la primera vez que lo ve, ya ha decidido que lo mejor es darle fin.

«Espero que tu próxima vida sea mejor... No me veas como un monstruo que te arrebata lo poco que te queda. Piensa en mí como un salvador. Después de todo, vivir así no debe ser un paraíso», reflexiona mientras se prepara para actuar.

Convencido de ser el héroe de esta historia, se dispone a desconectar los aparatos que mantienen con vida a Sun Hui Shui.

—¿Quién eres y qué haces en esta habitación? —interrumpe de pronto una voz femenina.

Sobresaltado, gira de inmediato y se encuentra con una joven desconocida, de rostro hermoso y expresión decidida. No la escuchó entrar. Estaba tan concentrado que no notó cuando se abrió la puerta. Ahora ella está ahí, mirándolo fijamente, con los ojos entrecerrados, analizando cada uno de sus movimientos.

Cierra la puerta tras de sí sin dejar de observarlo. Desde el primer instante, el aura oscura que envuelve al hombre despierta en ella una fuerte desconfianza. No necesita ser experta para notar sus malas intenciones; lo ha visto claramente manipulando los aparatos vitales de Hui Shui.

—Ah… hola… soy un amigo de la universidad. Vine a visitarlo —miente con naturalidad.

Le habían asegurado que nadie visitaría al paciente a esa hora, pero evidentemente estaban equivocados. Ahora debe improvisar para salir del aprieto.

—¿Amigo? —replica ella con escepticismo—. ¿Y por qué manipulabas los aparatos? Una falla mínima puede costarle la vida. Solo médicos y enfermeras están autorizados. Aléjate, por favor.

—Mira, linda muñequita… será mejor que salgas de aquí y no te metas en esto. Por tu propio bien —advierte con voz amenazante, poniéndose completamente erguido. Su expresión se vuelve fría y cruel—. No sabes con quién te estás metiendo. Valora tu vida.

—No amenaces cuando el que corre peligro eres tú. Si te atreves a tocar un solo cabello de ese joven, te haré pagar —responde ella con firmeza, sin dejarse intimidar.

El individuo es más alto y físicamente más fuerte, pero eso no la asusta. No permitirá que lastimen a Sun Hui Shui. No mientras ella esté presente.

Él, ignorando su advertencia, se dispone a completar su misión. No puede fallar, no habrá una segunda oportunidad. Pero esta joven, inesperada e incómoda, podría ser el obstáculo que lo arruine todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.