Baoying

Capítulo 21

Jiang Kumiko permanecía inmóvil, sin saber muy bien qué hacer. Al escuchar la puerta cerrarse, reaccionó de inmediato.

«No sé qué sucede, pero definitivamente me necesita», pensó, mirando a Wu Biming, quien, al igual que ella, observaba el pasillo por el que se había marchado su mejor amigo.

«Esta actitud solo tiene una explicación: se encontró con Zhu Xin Qian», concluyó convencido.

—Con su permiso, joven señor Wu —se disculpó Jiang Kumiko antes de encaminarse rápidamente hacia la habitación de Sun Hui Shui.

Al llegar, intentó abrir, pero la puerta estaba cerrada con llave. Desde dentro, se oían objetos caer al suelo.

—¡Abra la puerta! —exigió con firmeza.

—Déjeme tranquilo, señorita Jiang. Le ordeno que vaya y se divierta —respondió Sun Hui Shui, intentando contener el llanto.

—Ábrala o la derribaré —amenazó ella, forzando la manija.

—No diga tonterías. No puede derribar mi puerta.

—Tiene razón, pero sí puedo abrirla. Déjeme entrar o lo haré sin permiso —advirtió, negándose a dejarlo solo en ese estado.

Sun Hui Shui guardó silencio. Sabía que ella no podía entrar: él tenía la única llave. Pero no contaba con lo que Jiang Kumiko haría a continuación.

—No me culpe si soy descortés —murmuró ella.

Jiang Kumiko no quería recurrir a sus habilidades, pero la negativa de Sun Hui Shui la obligó. Usó su energía para proyectar su alma al otro lado de la puerta, un acto que muchos llamarían telequinesis, aunque en realidad era una manifestación de su propio ser. El seguro se desactivó y la puerta se abrió sola, dejando a Sun Hui Shui perplejo. Jiang Kumiko entró, cerró con suavidad detrás de ella y avanzó hasta su lado, notando de inmediato las lágrimas en su rostro.

—¿Cómo lo hiciste? —preguntó él, olvidando momentáneamente su llanto.

Ella se arrodilló a su altura y lo miró a los ojos.

—Poco importa cómo. Lo importante es que estoy aquí. ¿Por qué llora? —dijo, secando sus lágrimas con las manos.

—No lloro. Solo quiero estar solo. Vete... acompaña a Wu Biming a cenar —indicó, haciendo un esfuerzo por controlarse, aunque no apartó sus manos del rostro.

—Jiang Kumiko no se va sin Sun Hui Shui —respondió, firme, sin apartar la mirada.

—No me chantajearás con esa carita. No quiero salir. No me siento bien.

—Lo sé. Pero no es su cuerpo el que está mal, es su corazón. Quedémonos. Jiang Kumiko no conoce, ni le interesa conocer, al joven señor Wu.

—Hazlo como un favor para mí. Wu Biming es un gran tipo.

—Debe serlo, para ser el mejor amigo del joven señor Sun. Sin embargo, Jiang Kumiko no puede acompañarlo. Sun Hui Shui está triste y me necesita. Solo iré si tú vas. Además... estoy segura de que el joven señor Wu le hará bien. ¿Vamos?

—¿Por qué haces todo esto? —preguntó él, sintiéndose más tranquilo.

—Si vamos a cenar a tu lugar favorito, prometo responder algunas preguntas sobre mí.

—Tú y tus misterios... Acepto. Pero más te vale no engañarme, o te haré la vida imposible hasta que te vayas —advirtió, serio.

—Eres insoportable... pero no importa cuánto lo seas, no me iré.

—Ya veremos... Vamos. Wu Biming debe estar esperándonos —dijo, apartando con suavidad las manos de Jiang Kumiko de su rostro—. ¿Sabías que eres muy atrevida?

Jiang Kumiko se percató de lo que había hecho. Abrió mucho los ojos, sintió el calor subirle al rostro y se puso de pie apresuradamente, juntando las manos frente a sí y mirando al suelo. Sun Hui Shui sonrió divertido al ver sus mejillas blancas tornarse carmín y su actitud repentinamente tímida.

«No deberías agradarme tanto», pensó, respirando hondo mientras avanzaba hacia la puerta.

—¿Te quedarás ahí? —preguntó al ver que Jiang Kumiko seguía inmóvil.

—N-no… disculpe, vamos —respondió, titubeante, antes de apresurarse a seguirlo.

Se adelantó para abrir la puerta, permitiéndole salir primero. Luego cerró con cuidado y caminó a su lado, con la mirada aún baja.

—Podemos irnos —anunció Sun Hui Shui, llamando la atención de Wu Biming, que lo esperaba con los brazos cruzados, resignado a cancelar la cena.

—Ya pensaba que no vendrías. ¿A dónde vamos?

—En el camino lo sabrás —respondió con una sonrisa misteriosa.

—¡No me digas que es donde estoy pensando! —exclamó con entusiasmo.

—Date prisa, o nos quedamos a cenar en casa.

—¡Ni lo sueñes, vamos! —replicó Wu Biming con una gran sonrisa.

Avanzaron juntos por el pasillo en dirección a la salida. Hu Maylin ya había dispuesto un vehículo para los escoltas de Sun Hui Shui, mientras que el automóvil de Wu Biming y su equipo de seguridad aguardaban en la entrada.

Los guardias ayudaron a Sun Hui Shui a subir al asiento del copiloto del Audi A3 rojo que conducía Wu Biming, mientras él mismo abría con cortesía la puerta del asiento trasero para Jiang Kumiko.

—Señorita Jiang, por favor —invitó con amabilidad.

Jiang Kumiko le dedicó una sonrisa breve y subió al vehículo.

—El joven señor Wu es muy amable —comentó con suavidad.

Wu Biming sonrió, encantado. Ella realmente lo había cautivado, y gracias a su mejor amigo, ahora tenía la oportunidad de conocerla mejor. Subió con elegancia al asiento del conductor. Los vehículos de seguridad se posicionaron: los guardias de Wu Biming al frente, y los de Sun Hui Shui al final, escoltando la comitiva fuera de la mansión Sun.

Siguiendo las indicaciones de su amigo, Wu Biming condujo hasta el club más exclusivo de Louhu: White Nephrite.

Se trataba de un club seis estrellas, al que solo la élite tenía acceso. Las tarjetas de membresía iban desde el oro hasta el platino. El edificio, completamente blanco, tenía diez niveles. Los miembros oro accedían a los tres primeros, con lujos moderados y suficiente prestigio para impresionar sin invertir excesivamente.

La familia Wu, incluido Wu Biming, tenía una tarjeta diamante, lo que les permitía ingresar a los primeros seis niveles, donde se encontraban restaurantes exclusivos y áreas de entretenimiento. Pero la tarjeta platino, mucho más escasa —en manos de menos de diez familias en Louhu—, estaba reservada para la verdadera cumbre social. La familia Sun era una de ellas.




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