Baoying

Capítulo 28

Jiang Zhen lleva tiempo esperando la llegada de un grupo de cinco personas, pero al notar la presencia de un individuo más, frunce el ceño, desconcertado. Su mirada se posa en Jiang Kumiko, que avanza apoyada en Jiang Shun. La sorpresa en su rostro se transforma de inmediato en profunda preocupación, y sin dudarlo se aproxima al grupo, deteniéndose frente a ellos.

—Abuelo —saluda Jiang Shun de inmediato.

—Bienvenidos —musita Jiang Zhen, lanzando una mirada fugaz a Sun Hui Shui y a su abuelo—. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué tienes, Jiang Kumiko?

—No te preocupes, abuelo. Estoy bien, solo ha sido un rasguño —responde ella, intentando mantenerse en pie por sí misma.

—¡Basta, Jiang Kumiko! —la reprende Jiang Shun con firmeza—. Abuelo, cuando llegamos al lugar que ella nos indicó, se encontraba peleando contra algunos espías. Pensé que era una herida menor, pero ahora sabemos que la espada estaba envenenada.

—¿Sabes a qué clan pertenecen?

—Al clan Fire Sword —responde con seriedad.

—Llévala a su cabaña. Sabes lo que debes hacer —ordena Jiang Zhen sin dudar.

Conociendo la procedencia de los atacantes, pueden deducir qué veneno se utilizó. Como están preparados para este tipo de situaciones, disponen del antídoto necesario. Jiang Zhen confía en que la joven se recuperará. Sin perder tiempo, Jiang Shun obedece. Sabe que cada segundo cuenta y que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Sun Hui Shui observa a los jóvenes alejarse, con el corazón lleno de frustración y una creciente impotencia que lo consume por dentro.

—Vuelvan a sus deberes. Y recuerden: no deben mencionar nada de esto —ordena Jiang Zhen a los dos jóvenes que habían acompañado a Jiang Shun.

—Sí, señor —responden ambos con una reverencia antes de marcharse.

—Les pido que me acompañen, por favor. Necesitamos hablar —dice Jiang Zhen dirigiéndose a sus dos invitados.

Sun Hui Shui y Sun Huang lo siguen en completo silencio. Aunque Sun Huang ya había escuchado parte del plan por boca de su nieto, aún no logra comprender del todo lo que está ocurriendo. Se encuentra en un lugar extraño, con personas que no conoce y una situación que le resulta cada vez más confusa.

Una vez dentro de la cabaña, Jiang Zhen invita amablemente a Sun Huang a tomar asiento.

—Abuelo Jiang, Sun Hui Shui desea disculparse por no haber cumplido su palabra —dice el joven, sinceramente afectado—. También se disculpa por traer consigo a su abuelo, pero no podía dejarlo solo después de lo sucedido.

—Estas cosas suceden, Sun Hui Shui. La situación es compleja. Ahora están a salvo, y eso es lo que importa. Sé que te preocupa Jiang Kumiko, pero estará bien. Eres fuerte.

—Gracias —musita sin entender del todo qué tiene que ver su fortaleza con el estado de Jiang Kumiko—. Abuelo Jiang, Sun Hui Shui no desea causarle más problemas a Jiang Kumiko. Por eso ha decidido marcharse. Solo ha venido porque ella le pidió hablar.

—Ya hablaremos, Sun Hui Shui. Por el momento, permanecerán aquí. Señor Sun Huang, es un placer conocerlo formalmente. Mi nombre es Jiang Zhen, líder del clan Dragon Soul. Nos aseguraremos de que su hogar sea un lugar seguro.

—Se lo agradezco profundamente, señor Jiang Zhen. No queremos ser una molestia. Estamos muy agradecidos por todo lo que han hecho.

—Tenemos nuestras razones para proteger a Sun Hui Shui y a sus allegados, como usted —responde Jiang Zhen, sorprendiendo al joven, que jamás había escuchado del clan Dragon Soul y mucho menos de sus motivos—. Como dije, más tarde hablaré con él. Usted podrá regresar a su hogar mañana, pero por ahora puede descansar aquí. Enviaré a alguien a asegurarse de que no corre peligro.

—¿Y Sun Hui Shui?

—Después de nuestra conversación, podrá decidir qué es lo mejor. Ahora debo ver cómo se encuentra Jiang Kumiko. Si me disculpan...

—Permítame acompañarlo, abuelo Jiang. Necesito saber cómo está —expresa Sun Hui Shui. Jiang Zhen asiente con un leve movimiento de cabeza. —Abuelo, descansa. Cuando vuelva, terminaré de explicarte lo que he estado pensando.

Sun Huang también asiente. Sun Hui Shui comienza a conducir su silla de ruedas tras Jiang Zhen, que camina en silencio. No esperaba que las cosas se complicaran de esta manera.

—¿Realmente piensas marcharte? —inquiere Jiang Zhen mientras avanzan.

—Debo hacerlo. Me he convertido en un peso para quienes amo, y hasta mi propio hermano me considera un riesgo. Yo ya no deseo vivir, pero Jiang Kumiko insiste en salvarme… así que he decidido intentarlo. Pero lejos del mundo que conocía. Tal vez aún existan opciones para curarme. Muchos médicos me han dicho que no hay nada que hacer. Sin embargo, empiezo a pensar que pudieron haberse equivocado… o que fueron sobornados para mentirme. Ya no sé qué creer.

—Has sido traicionado muchas veces. Es natural que dudes hasta de tu propia sombra. Pero quiero que permanezcas aquí, en el clan. Este lugar podría ser la luz que necesitas para comenzar tu recuperación.

—¿Por qué hacen todo esto? —pregunta, confundido.

—Por Jiang Kumiko. Cuando ella lo considere prudente, te lo explicará mejor. Ahora debo verla. Espera aquí; en cuanto puedas verla, te mandaré avisar.

—Gracias —musita el joven, quedando en el pequeño corredor de la cabaña donde se encuentra Jiang Kumiko.

Jiang Zhen entra al interior, donde Jiang Shun y algunas jóvenes intentan controlar la fiebre de Kumiko. La joven yace inconsciente sobre su cama, delirando, murmurando palabras sin sentido. Jiang Shun ya ha administrado el antídoto; ahora solo queda esperar que haga efecto. En el interior del cuerpo de Kumiko, se libra una batalla entre el veneno y el antídoto, provocándole un dolor profundo y constante.

—Abuelo, qué bueno que ha llegado. He hecho lo indicado, pero la veo muy mal...

—Conoces a tu prima, Jiang Shun. Es fuerte y se recuperará. Su cuerpo está reaccionando al antídoto. Mañana estará mejor. Ahora necesito que vayas y te asegures de que el hogar del señor Sun sea seguro para que pueda regresar.




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