En la mansión de la familia Sun, Hu Maylin camina de un lado a otro en su habitación. Desde que Sun Hui Shui salió, no ha tenido noticias suyas. Aunque ha intentado mantenerse tranquila, pensando que el joven se encuentra con Sun Huang, la ansiedad se ha apoderado de ella.
Sun Tian entra en la habitación tras una breve reunión con Sun Yan Yan. El trabajo nunca termina, siempre surge algo nuevo. Al percibir la inquietud de su esposa, se aproxima y la observa con atención.
—¿Qué sucede, esposa? —pregunta con seriedad.
—Esposo, no te preocupes… Es solo que Sun Hui Shui no ha regresado. He intentado comunicarme con él, pero no responde. ¿Podrías llamar a papá?
—Llamaré a mi padre, tranquila. Seguramente ha decidido quedarse con él —responde con tono tranquilizador.
Toma su teléfono y marca el número de su padre. Tras varios tonos, entra la contestadora y cuelga. Vuelve a intentarlo llamando al teléfono fijo de la casa. Hu Maylin observa con atención, aferrándose a la esperanza.
Pocos segundos después, el resultado es el mismo. Sun Huang no responde.
«¿Dónde estarán? Mi padre jamás apaga su teléfono», piensa Sun Tian, sintiendo que la preocupación comienza a crecer.
—¿Qué sucede? —insiste Hu Maylin, inquieta.
—No contestan, pero tranquila. Tal vez salieron a cenar y por eso no responden. Más tarde volveré a intentar. Ahora relájate.
—Esposo, siento que algo no está bien con Sun Hui Shui.
—¿Has intentado comunicarte con la joven que lo cuida?
—¡Es cierto! La había olvidado —responde con renovada esperanza.
Sin perder tiempo, busca el contacto de la joven y realiza la llamada. Sin embargo, al no obtener respuesta, deja escapar un suspiro lleno de frustración.
—Tampoco responde. No puedo creer que ninguno conteste… Algo debe estar mal.
En ese momento, Sun Yan Yan pasa por la habitación de sus padres. Al escuchar parte de la conversación, una amplia sonrisa aparece en su rostro.
«Al fin... al fin lo he logrado», piensa, completamente satisfecho.
Mientras tanto, en el clan Dragon Soul, Jiang Zhen permite que Sun Hui Shui ingrese en la cabaña donde se encuentra Jiang Kumiko. El joven conduce su silla de ruedas hasta el lado de la cama. La escucha quejarse entre susurros, víctima del dolor y la fiebre. Verla en ese estado despierta en él una ira descomunal.
—Como puedes ver, está recuperándose. Mañana estará mucho mejor. Puedes ir a descansar —dice Jiang Zhen con voz tranquila.
—No me moveré de su lado. Permítame quedarme para cuidarla.
—Tú también necesitas descansar. No hay nada que puedas hacer por ella ahora.
—Puedo cuidarla… Por favor, no me aleje. Ella me necesita.
Jiang Zhen lo observa un momento en silencio, luego asiente.
—De acuerdo. Iré a ver si nuestro invitado necesita algo.
—Gracias por sus atenciones con mi abuelo. Si no es inconveniente, ¿podría darle un mensaje? Solo debe decirle que este es el momento. Él lo entenderá.
Jiang Zhen vuelve a asentir antes de marcharse. Aún hay muchos asuntos que atender, pero sabe que puede confiar en Sun Hui Shui. El destino lo había conducido hasta ellos, no por azar, sino para convertirlo en parte del clan Dragon Soul.
En los ojos del joven, Jiang Zhen había visto algo más que sufrimiento: una fuerza dormida, una determinación temible. Un caballero y un guerrero a la vez. Por esa razón deseaba conocerlo en persona, para saber si podía depositar en él su confianza. Y Sun Hui Shui, sin saberlo, ha superado la prueba.
—Adelante —responde Sun Huang desde el interior de su cabaña al escuchar el llamado.
—Disculpe la molestia, señor Sun. ¿Necesita algo más?
—Señor Jiang, no se preocupe. Estoy bien. Pase, por favor. Creo que necesitamos conversar.
—También lo creo —responde Jiang Zhen mientras entra—. Pero antes debo entregarle un mensaje de parte de Sun Hui Shui. Me pidió decirle que este es el momento.
—Gracias por tomarse la molestia. Si me disculpa, debo hacer algunas llamadas importantes. Tome asiento, por favor.
Jiang Zhen acepta la invitación. Sun Huang, sin perder tiempo, extrae un teléfono desechable de entre sus ropas y comienza a realizar llamadas cruciales. Jiang Zhen escucha con atención las instrucciones que da y, poco a poco, comprende mejor el plan de Sun Hui Shui.
«Un joven brillante en toda la extensión de la palabra. Un elemento perfecto para el clan Dragon Soul», piensa con una amplia sonrisa.
Mientras tanto, Sun Hui Shui permanece junto a la cama de Jiang Kumiko, atento a cada movimiento. Su rostro tenso y sombrío revela la tormenta que agita su interior. Cambia con cuidado el paño sobre la frente de la joven, que continúa inquieta entre delirios.
—Te juro que haré pagar muy caro a quienes te hicieron esto —musita, su corazón rebosante de rencor.
En su mente solo hay espacio para un pensamiento: venganza.
El Sun Hui Shui amable, resignado y abatido, ha desaparecido. El fuego que dormía en su interior ha despertado, ardiendo con una furia que no piensa contener. Más que nunca, debe encontrar una forma de recuperarse. Lo necesita para llevar a cabo el plan que se gesta en su mente.
«Nadie volverá a hacerte daño, Jiang Kumiko. Y si alguien siquiera lo intenta... lo pagará muy caro», piensa mientras observa su rostro pálido.
En otro lugar, Sun Yan Yan llega al edificio donde se encuentran las oficinas de la empresa familiar. Su padre ya se encuentra trabajando, como es costumbre.
«Todo parece demasiado tranquilo… Algo no está bien», piensa al salir del elevador.
Se dirige directamente a su oficina, donde toma su teléfono y marca el número del líder del clan Fire Sword.
—Yáng Bao Fu. No he recibido las noticias que tanto esperaba.
—Señor, debe saber que todo se complicó. Mis hombres hirieron a Xiao Long. A esta hora, debería estar muerta. Sin embargo, Sun Hui Shui escapó. Por ahora, desconocemos su paradero.