Baoying

Capítulo 31

Jiang Kumiko estaba sentada en la orilla del riachuelo, contemplando en silencio el atardecer que teñía el cielo con tonos dorados y anaranjados. La brisa acariciaba suavemente su rostro, y el murmullo del agua parecía contar historias antiguas. Estos momentos siempre la hacían ponerse nostálgica. Un año había pasado en un suspiro. Tantas cosas habían cambiado… y aún le costaba creerlo.

—¿Quién soy? —musitó una voz detrás de ella, cubriéndole los ojos con las manos.

—¿Será… Long Kun? —respondió ella con una sonrisa.

—¡Tramposa! —rio él, sentándose a su lado.

—No es trampa, simplemente te conozco demasiado bien. Además, no hay nadie en el clan más travieso que tú.

—¡Hey! No soy travieso. Te he estado buscando todo el día.

—Qué mentiroso… No has podido buscarme todo el día.

—Bueno… no todo el día, pero no fue por falta de ganas. Hace poco terminé el entrenamiento de Shaolin Kung Fu.

—¿Y cómo te fue? —preguntó, mirándolo con genuino interés.

—Estupendamente. Le di una buena paliza al tonto de tu primo.

Kumiko soltó una risita, aunque luego lo miró con ligero reproche.

—No le llames así. ¿Cómo quieres que no te deteste si siempre eres así con él?

—Yo no le he hecho nada —dijo recostándose en la hierba—. Su enojo viene de su ego herido. Si quiere superarme, debería entrenar más, no molestarse porque no puede conmigo.

—Estás presumiendo otra vez, Long Kun —comentó, imitándolo y recostándose a su lado.

—¿Y qué puedo hacer si tengo talento nato? Además, he intentado acercarme a él, pero siempre me rechaza. No tolera la competencia.

—No es el mejor perdedor, lo sé… pero es bueno. A veces espero que algún día puedan llevarse bien.

—Eso no lo sé. Lo que sí sé es que vine a buscarte, pero no para hablar de Jiang Shun —dijo, apartando un mechón de cabello del rostro de Kumiko y encontrando sus grandes ojos azules.

—Deja de jugar —replicó ella, ruborizándose, desviando la mirada—. ¿Qué querías decirme?

—Hoy hablé con el abuelo Jiang. Le expliqué mi situación… y la comprendió. Debo continuar mi camino. Hay mucho que debo hacer.

—¿Te… vas? —preguntó ella con un nudo en la garganta. Se incorporó lentamente. Sabía que este momento llegaría, pero esperaba que aún faltara más tiempo.

—No llores. Al menos, no todavía —dijo él,colocándose a la altura de la joven para mirarla a los ojos—. Kumiko, ¿estás enamorada de mí?

—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Ahora? ¿En este momento?

—Es el momento perfecto —aseguró—. Porque quiero que vengas conmigo. El abuelo Jiang me dio su bendición, pero dijo que si deseaba que me acompañaras… tendríamos que casarnos. Estoy dispuesto. El resto depende de ti.

Kumiko bajó la mirada, sobrepasada por la emoción. Se levantó con rapidez.

—Es tarde. Debes estar cansado después de tanto entrenamiento. Será mejor que descansemos —dijo con voz temblorosa, sin mirarlo.

—Puede ser… pero antes, necesito una respuesta —insistió, deteniéndola y mirándola a los ojos.

El corazón de Kumiko latía con fuerza. Sin decir una palabra, se inclinó y rozó sus labios con los de él. Fue un beso breve, torpe, lleno de timidez, que dejó a Long Kun completamente sorprendido. Con las mejillas encendidas, Kumiko retrocedió y miró al suelo.

—Esa es la respuesta. Interprétala como quieras —musitó, girando para marcharse.

Pero Long Kun reaccionó. La tomó suavemente del brazo y la hizo girar. Esta vez fue él quien la besó. Kumiko, aún atónita, cerró los ojos y correspondió. En ese instante, no existía nada más.

“Más que nunca estoy convencido de que deseo pasar el resto de mis días contigo”, pensó él al separarse, dejando su frente apoyada en la de ella, sonriendo con seguridad.

—Esa es la mía —susurró cerca de su oído, antes de abrazarla con fuerza.

Kumiko, aún temblando, sonrió sin poder evitarlo. Miró al suelo mientras sus mejillas ardían. “No sé qué locura es esta… pero es increíble.”

En la cabaña de Jiang Zhen, el anciano jefe del clan había convocado a Jiang Shun. El joven llegó e hizo una reverencia respetuosa antes de sentarse frente a su abuelo.

—¿Qué sucede, abuelo?

—Tu comportamiento me parece indigno —dijo Jiang Zhen con severidad—. El clan Dragon Soul es respetado por su unidad, no solo por su fuerza. Todos han notado tus conflictos personales con Long Kun. Llevas los entrenamientos al extremo y siempre terminas mal.

—¡Es increíble! ¿Ahora me regañas por culpa de ese sujeto? Sí, lo detesto. Y tengo motivos. Es arrogante, oportunista. Nosotros llevamos años entrenando, él llega y se burla de nuestro esfuerzo con una mano en la espalda.

—Te equivocas. Long Kun ha demostrado una disciplina admirable. Aunque es el mejor del clan, nunca deja de esforzarse por superarse. Si tú y los demás están estancados, es porque dejaron de intentarlo.

—No puedo creer lo que estoy oyendo…

—Lo tomas todo como un ataque personal. Las artes marciales requieren equilibrio entre mente y cuerpo. La ira es tu peor enemigo. Quiero que medites, Jiang Shun. Encuentra la paz, o no avanzarás jamás.

–Conozco al abuelo. Lo haré. ¿Puedo retirarme?

—Aún no. Long Kun dejará el clan… y Jiang Kumiko irá con él.

—¿Qué…? ¿Qué estás diciendo?

—Lo que escuchaste. Ella aún no lo ha confirmado, pero sé que lo hará. Prepara todo para la boda.

—¡Abuelo! No puedes permitir que Kumiko se case con él. ¡No tiene nada que ofrecerle!

—Te dejas guiar por las apariencias. Long Kun nació con una estrella fuerte. Su nombre no es casualidad, ni su presencia aquí una coincidencia.

—Ese es el problema: se cree un dragón. Tú y Kumiko lo han elevado como si lo fuera. No es más que un presumido.

—Jiang Shun —interrumpió el anciano con tono firme—. Te he dado una orden, no una opción. Obedece… o me obligarás a tomar medidas más drásticas.

El joven se puso de pie, conteniendo su frustración. Se inclinó con respeto y abandonó la cabaña con el rostro endurecido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.