Bar Mon'tblank - El poder de una oportunidad (libro 2 - Sp)

Comenzando con «buen» pie

Sara despertó sintiéndose afortunada y agradecida con la vida. Hacía tanto tiempo que no sentía comodidad y tranquilidad, todo un largo año para ser más exactos, desde el momento en el que debió abandonar el orfanato al cumplir su mayoría de edad, dado que las normas de la institución le impedían continuar allí.

Aun así, valiéndose de su encanto y con ayuda de su madre de crianza, logró sortear obstáculos hasta cumplir los 19, cuando en definitiva dijo adiós al lugar que durante más de 15 años llamó hogar.

Fuera del orfanato, las cosas progresivamente se fueron complicando, hasta el punto de quedarse sin dinero por la dificultad de encontrar un trabajo. Sin experiencia y sumiéndose cada vez más en la pobreza, terminó vagando por las calles, algunos días con más o con menos suerte, otros sumidos en la miseria absoluta, pero sin perder la fe. Ella sabía que algún día todo cambiaría, todo sería mejor y justo ahora, presentía que por fin ese día había llegado.

A las 8 de la mañana, decidió ir al escenario y practicar algún baile. Concebía la idea de que, si había sido contratada para bailar, aunque no le gustase, debía cumplir su rol. Quizás podría encontrar la forma de ofrecer a los clientes del lugar un espectáculo interesante, pero sin tener que mostrar tanta piel al usar aquellos atuendos tan atrevidos.

¡Era una soñadora irremediable!

Estuvo intentando por casi 2 horas, pero nada resultaba tan bien en la vida real como ella lo planificaba en su mente.

—¡Que torpe soy! ¿Bailar? ¿Cómo se me ocurre? ¡Tal parece que tengo dos pies izquierdos!

No paraba de criticarse en voz alta, molesta por su falta de gracia y ligereza para bailar. Toda su vida había sido un enfrentamiento permanente consigo misma, sintiendo que, si quería ser aceptada por los demás debía convertirse en la mejor representación de ella. Siendo siempre la mejor en comportamiento, en aseo, en clases… en todo.

Odiaba sentirse como un error del creador.

«Quizás por eso mis padres me abandonaron. ¿Cómo podría alguien quererme si no soy perfecta?». Se negaba a rendirse, a pesar de la dolorosa realidad que siempre había tenido que enfrentar, todo terminaba en una lucha interna… su lucha interna, nadie tendría por qué saberlo jamás.

 

§§

Tal como Carlos le había dicho la noche anterior: «Éste lugar tiene cámaras por todos lados así que, si intentas pasarte de lista, me daré cuenta de inmediato».

Al detectar movimiento, los sensores y cámaras se activaron por lo que él estuvo observando, muy entretenido, cada intento de Sara por realizar un baile decente que pudiera ser presentado a los clientes del bar. Le causó mucha gracia ver la constancia de esta chica, lo obstinada e insistente que era.

«¡Cuándo entenderás que no estás hecha para estas cosas!». Pensaba mientras se reía a carcajadas.

Carlos Mon’tblank, era una especie de coraza andante, ante el mundo él se presentaba como un ser intolerante y cínico, insensible algunas veces y muy amargado en otras. ¡Desconfiado y exigente siempre!

Su vida no había sido nada fácil, desde muy pequeño había tenido que luchar con garras y dientes para poder salir adelante, conforme él fue creciendo logró llevar su carrera y sus negocios a la cima del éxito. El Bar Mon’tblank, era su motivo de orgullo… La niña de sus ojos, el lugar donde veía reflejada la fortuna que no había conseguido en su vida personal, por eso era tan exigente con todos.

Quizás, esa era la razón por la que Sara había logrado, una verdadera hazaña… hacerle cambiar de opinión. Él veía en ella toda aquella tenacidad, todo aquel afán y coraje, que él mismo tuvo cuando las cosas en su vida fueron de mal en peor.

Mucha gente a su alrededor, irónicamente, quienes debían cuidar de él, sólo tomaron asiento en primera fila para verlo fracasar, para quedarse con los bienes y el dinero que sus padres le habían heredado. Excepto su querida Nonna, quien desde el mismo instante de su nacimiento fue como su segunda madre. A pesar de todo el daño y el dolor que sufrió, nunca se amilano, supo sobreponerse y salir adelante contra todo pronóstico, en ese sentido, sentía empatía por ella.

Decidió dar una ronda por el local… no, en realidad, era su costumbre cada mañana cuadrar la contabilidad. Sara continuaba sumida en sus prácticas, después de todo, jamás permitiría que un simple par de pies izquierdos la vencieran.

—¿Qué se supone que haces? —al escuchar esa repentina voz, Sara perdió el control de sus pies y sin poder equilibrarse terminó estrellándose, irremediablemente, contra el suelo. Sin embargo, tan pronto como le fue posible, logró erguirse y responder a su jefe.

—Señor, Carlos. Yo… yo le juro que sólo he estado acá en el escenario. ¡No he tocado nada! Vine para practicar un poco —en ese momento se sentía más asustada que cuando se estuvo sola, en medio de la noche, el primer día que llegó a esa ciudad.

—Y por lo visto, no te ha servido de mucho —dijo criticándola de forma odiosa, recordándole la reciente caída.

—¡Lo lograré! —le molestó en demasía el comentario malicioso, pero ella mordió su lengua y respiró profundo para no hablar de más— Sólo necesito practicar.



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En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 12.03.2022

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