Bar Mon'tblank - El poder de una oportunidad (libro 2 - Sp)

Atención VIP

Sara se encontraba en su rutina normal de trabajo cuando Jean Pierre le indico que debía ir a tomar el pedido de la mesa 10. Para mayor sorpresa, allí se encontraba Brian Smith quién había solicitado ser atendido por ella.

—Buenas noches, Sr. Smith. Bienvenido.

—Buenas noches, Sara. ¡Todo un placer volver a verte!

Se sintió gratamente intimidada al escucharle decir esa última frase… «¡Vamos! ¿Quién no lo haría?». Pero casi de inmediato comenzó a dudar.

«Ni siquiera sus padres sintieron placer al verla nacer. ¿Por qué lo haría un completo desconocido?».

Ni en sus mejores sueños, había imaginado que su triste y desgarbada presencia sería el placer de alguien tan ideal y tan perfecto como ese hombre que se encontraba frente a ella, mirándola con esos ojitos brillantes y esa sonrisa tan única, irrepetible y deslumbrante.

—¿En qué puedo servirle?

—Me encanta cuando me hacen esa pregunta, da la sensación de que puedo pedir cualquier cosa… El cielo es el límite, ¿cierto? —el rubio hablaba sugerente mientras sonreía con picardía y recibía el folleto con el menú del día.

Sara recordó las palabras de Carlos: «Tranquila… Las próximas semanas, con toda la seguridad del mundo, serás tú quien atienda su mesa».

Antes que estar tranquila se vio hecha todo un manojo de nervios, sentía su estómago como si una estampida de caballos salvajes estuviese teniendo lugar. Hubo un momento de interminable y plácido silencio en el cual Brian no dejó de mirarla y aunque de forma intensa, extrañamente, no podía más que sentirse halagada.

Aclaró su garganta con discreción, sentía que se le había cerrado tanto que, aunque quisiera hablar, de ella no saldría ni media palabra por lo que sólo sonrió mientras esperaba que su guapísimo cliente, quien ya se encontraba mirando el menú, hiciera su pedido. Pero Brian tenía una mejor idea, hizo el menú a un lado y se dirigió a la encargada de su mesa.

—Bien, Sara. Es la primera vez que me atiendes, ¿qué te parece si tú escoges por mí? Sorpréndeme —le divertía el hecho de que ella se veía intimidada por su presencia. Él era arrogante, seguro de sí mismo, en especial de su apariencia y sabía que surtía ese efecto en la mayoría de las mujeres, aunque en ese momento no le interesaba impresionar a nadie. De hecho, su interés estaba enfocado en conocer más acerca de la dueña de esos grande y hermosos ojos café que le miraban con atención—. Tranquila, sé qué harás una buena elección.

Brian tenía una sonrisa tan cautivante y encantadora, que era casi un cumplido ser ella quien las recibiera, aunque le parecía un poco fuera de lugar algunos de sus comentarios, pero hacia caso omiso de ellos e intentaba concentrarse en hacer bien su trabajo.

—Muy bien, regreso en unos minutos.

Ante la inesperada solicitud del imponente y elegante rubio, corrió apresurada a pedirle consejo a Jean Pierre puesto que ella no tenía ni la menor idea acerca de qué recomendarle para cenar. Una vez asesorada y cuando todo estaba listo, regresó a la mesa.

—Sr. Smith, espero que sea de su agrado…

—Brian, dime Brian —interrumpió con firmeza—. El «Sr. Smith» hace que me sienta casi un anciano —sonrió—. Hoy no tengo invitados así que me toca cenar solo, a menos que quieras sentarte y acompañarme.

—No puedo hacer eso, Sr. Smith —replicó Sara—. Digo, Sr. Brian —ella se sentía tan incómoda que comenzó a decir tonterías, lo que hizo que el rubio soltara algunas carcajadas.

—Mejor dime Brian a secas —guiño un ojo—. Carlos y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo de hecho, estudiamos en la misma universidad. Si se enoja… pues, ya es su problema.

—¡Y el mío! —replicó con preocupación más que por cualquier otra cosa—. Lo siento, pero no puedo sentarme en su mesa, no es correcto —zanjó con voz firme.

—Entiendo. Me disculpo si te hice sentir incomoda, no fue mi intención.

—No se preocupe, que tenga muy buen provecho.

 

§§

Carlos ya se había dado cuenta de la atención especial que Brian tenía para Sara, le molestaba sobremanera que se creyera con derecho de acaparar a sus trabajadores para sus caprichos personales. Ella era una empleada más en el bar por lo que debía atender otras mesas y otros clientes… sin preferencias. Estaba furioso y, a su peculiar manera, se lo hizo saber, llegando a la mesa justo en el momento en el que la castaña se disponía a marchar.

—¿Por qué tan solitario, Smith? ¿Qué pasó con tus súbditos? —preguntó al mismo tiempo que, sin esperar invitación, tomaba asiento. Luego mirando a Sara le dijo:

—¿A dónde vas?

—Debo atender… —ella intentó explicarle a su jefe.

—No te preocupes, olvídate del resto, recuerda que el Sr. Smith solicitó ser atendido de forma exclusiva la noche de hoy y… a decir verdad, todas las veces en que nos honra con su distinguida presencia —dijo con el toque de sarcasmo que le caracterizaba, pero elevado a la n-esima potencia.

—¿Sí, señor? —respondió vacilante al notar el tono de voz y énfasis que su jefe ponía en algunas frases.



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En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 12.03.2022

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