Barcelona bajo la piel

Capítulo 21 - Gaia

El caos sigue conmigo incluso después de que la ambulancia se lleva a Julián.
El eco de las sirenas y las órdenes de Gael todavía resuena en mis oídos, mezclado con el recuerdo de su mirada, de su rapidez, de cómo cada gesto suyo parecía medir cada segundo para salvar a alguien.

Bruno va a mi lado, conduciendo, hablando de tonterías para romper la tensión.
Pero yo apenas escucho. Mi mente repite una y otra vez el instante en que lo vi en la fiesta: la manera en que se movía entre los invitados, cómo lo reconocí al instante, cómo cada músculo de mi cuerpo reaccionó antes que mi cabeza.
Ese primer segundo en que lo reconocí… y lo deseé sin siquiera pensarlo. La presión en mi pecho cuando nuestras miradas se cruzaron, el latido que subió y me dejó sin aire, la sensación de que todo lo demás desaparecía.

Siento culpa. No por Julian, sino por lo que sentí antes de la emergencia, por lo que pasó entre nosotros y que ahora no puedo ignorar.
Bruno me mira, y en sus ojos hay confianza, cariño… y un leve desconcierto, como si percibiera que algo no estaba del todo bien.

—¿Estás bien? —pregunta, con esa ternura que me golpea más fuerte que un reproche—. ¿De verdad quieres que te deje sola?

Asiento demasiado rápido.

—Sí… sí. Solo… estoy cansada y un poco asustada por Julián.

Bruno intenta tocarme la mano. Un gesto suave, sincero. Pero mi cuerpo se contrae antes de que llegue a hacerlo. Él lo nota. Claro que lo nota.

—Gaia… —dice, con esa mezcla de preocupación y cuidado que debería reconfortarme. Y no puede. No ahora. No así.

Cuando frenamos frente a mi edificio, lo veo hacer ese pequeño gesto: un aviso previo, un “voy a acercarme”. Pero mi cuerpo se adelanta. Me aparto un milímetro, lo justo para que entienda que no puedo.

—Lo siento —susurro, sin poder sostenerle la mirada—. No estoy… bien.

Él asiente, y eso me destroza más.

—Te entiendo. El lunes nos vemos en la redacción.

Ya sola en mi piso, mi cuerpo sigue vibrando con todo lo que pasó hace apenas unos minutos.

Me dejo caer sobre el sofá y cierro los ojos.

Y la fiesta vuelve entera.
Recuerdo como su presencia me paralizó sin que él dijera nada. Como mi cuerpo reaccionó antes que mi cabeza, como un escalofrío recorrió mi espalda cuando nos cruzamos, y como algo dentro de mí se abrió sin pedir permiso.

Recuerdo el roce accidental, apenas su mano rozando la mía, y la electricidad que sentí recorriendo cada centímetro de mi piel.

Abro los ojos y me abrazo a mí misma, tratando de retener todo lo que siento, de procesar la mezcla de culpa, deseo y emoción.

Mi pecho sigue latiendo acelerado, mi respiración irregular.
Todo mi cuerpo recuerda cada mirada, cada instante compartido con él en esta noche imposible.

Y aunque Bruno se ha ido, aunque Julian está siendo atendido, aunque el mundo siga girando afuera… sé que esto no ha terminado.

Gael es el error que no voy a poder evitar.
El que ya llevo debajo de la piel.




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