Barreras de sangre (1)

Prefacio:

Nacimiento de un Vampwolf:

8 de febrero de 1999: 
 


La redonda luna brillaba en su punto más alto, las estrellas se escondían detrás de las nubes oscuras de la noche. Un gran lobo blanco era perseguido por alrededor de veinte lobos en el tupido bosque. Las ramas de los árboles chocaban entre sí por el viento que azoraba. Mientras que los aullidos estremecían a los pequeños animales del bosque. En un claro el gran lobo se detuvo y adoptó su forma humana, se convirtió en un chico alto y musculoso de unos veinte años. Sus ojos color café brillaban llenos de furia, exhausto de tanto correr esperaba ser atrapado.


 


Cuando lo alcanzaron un lobo un poco más pequeño y viejo de color gris hizo un aullido ensordecedor y la manada se detuvo, este también se transformó en humano. Era un anciano que aún se mantenía en forma, de pelo corto y grisáceo.

—Tú sabes mejor que nadie, que me duele hacer esto, pero tu traición me duele mucho más. —le dijo a su hijo, que era el lobo perseguido. Su voz sonó suave y apagada.

—En el corazón nadie manda Señor, solo le pediré un favor... —fue interrumpido por otro lobo gris que también adoptó su forma humana. Este era mucho más joven que el primero, alto y fuerte, de pelo oscuro y con ondas que le caían sobre la espalda mojada por el sudor.

—¿En qué piensas Robert?, no creerás que aceptaremos a ese "monstruito" que ha dado a luz esa vampiresa, ¿o sí? —Preguntó Luis, el hermano menor, sin preámbulos.

—Ese "monstruito" cómo tú lo llamas, es mi hijo y por lo tanto heredero al puesto de alfa, o ¿es que no pensaste eso? Yo aceptaré mi castigo, pero mi hijo será respetado, por sus venas también corre sangre lobo y ninguno puede obviar eso —exclamó, mientras los otros lobos permanecían en silencio alrededor de él.

—Ya basta, adelante —indicó el viejo lobo gris e hizo señas a la manada, quienes en menos de un minuto habían acabado con Robert, solo quedaron sus restos ensangrentados esparcidos por el suelo. El viejo se transformó nuevamente en licántropo y se marchó junto a su manada.

Al llegar a la aldea todos recuperaron su aspecto, sus rostros se veían tristes, sabían que lo que hicieron fue horrible, estaba mal y no era la actitud debida de una manada ante tal situación.

—Entiendo que se sientan mal, todos esperábamos un gran líder y conseguimos a un mentiroso traidor —expresó Luis con una actitud fría y sin escrúpulos dejando claro que su hermano no le importaba para nada.

Una joven india de pelo castaño claro y ojos verdes dio un paso al frente. Su bientre estaba abultado, señal de su embarazo.

—¿Fueron muy duros con él? —preguntó.

—Sí, se lo merecía Laura y espero que comprendas la situación. Esas son las reglas. ¿Crees que me gustó la idea de matar a mi propio hermano?

—Pues creo que si —respondió ahogada en sollozos.

—¡¿Cómo dices?! —dijo asombrado, todos los presentes se alarmaron.

—No es un secreto que envidiabas a tu hermano —prosiguió la joven—, más que una regla esto fue una masacre. Por más fuerte que fuese Robert ustedes son la mayoría y sus amigos, o ¿ya se olvidaron cuanto nos apoyó? Cuando más nos necesitaba le dimos la espalda. ¡¿Qué tipo de manada somos si no podemos proteger a los nuestros?! Señor, dígame algo, ¿no era más fácil haberlo desterrado? ¿Ahora qué haremos? Siguiendo las reglas mataron a Robert, pero deben saber que su sucesor es su hijo, ¿qué harán al respecto?

Todos se quedaron callados, ninguno fue capaz de refutar aquella reclamación, ni siguiera el Señor.

 

★★★★★
 


 

Mientras tanto, en el castillo de la vampiresa Victoria, la última mujer sangre pura que quedaba en el mundo entero, miles de vampiros y vampiresas de todo el mundo se reunieron en el salón buscando una explicación para el terrible acontecimiento: un niño mitad vampiro mitad hombre lobo había nacido aquella noche y eso era inaceptable. 
 


 

Para colmo, provenía de la última mujer descendiente de la familia Solvant, quienes odiaban más que ningún otro vampiro a los lobos. El salón estaba atestado, todos haciendo terribles comentarios y planificando como destruir al nuevo "monstruito", el niño vampwolf. Se abrió una gran puerta detrás del balcón más alto y todos observan. Bléiser, quien es otro vampiro sangre pura proveniente del norte se presentó a la reunión. Él se había asentado en el castillo varios meses atrás, con la esperanza de conquistar a Victoria y como era lógico sus planes habían fracasado.
 


—Amigos —hizo una breve pausa—. Gracias por reunirse aquí esta noche tan triste —dijo de forma natural aunque no podía ocultar la maldad tras sus frías palabras —. Como ya deben saber, mi adorada Victoria ha dado a luz a un vampwolf tras una ridícula aventura con un hombre lobo... —pasó su lánguida mano por su rostro y sus ojos rojos se iluminaron—, el cual en este minuto ya debe estar muerto por cierto. Sin embargo, no podemos hacer lo mismo a Victoria, nadie tendría el valor ni el poder —esto último lo recalcó con el tono— para hacerlo, así que propongo un trato, deshacernos del " monstruito" —exclamó y todos los vampiros aprobaron la idea llenando el salón de comentarios.


 


Entre el escándalo de la multitud se escuchó la voz firme e imponente de una mujer, Victoria había llegado y estaba en total desacuerdo con Bléiser.

—No permitiré que absolutamente nadie toque a mi hijo, primero deberán acabar conmigo. Comprendo que no acepten mi amor por un hombre lobo, porque mi familia los odiaba más que ninguna otra y somos enemigos naturales, pero no puedo cambiar mis sentimientos y él tampoco pudo. Esteban no es un monstruo, es producto de un maravilloso amor que ninguno de ustedes podrá conocer nunca. Yo haré mi papel de madre, si no tuve oportunidad de proteger a mi amado, por lo menos debo proteger a mi hijo. —Sentenció y todos en la sala quedaron paralizados ante la determinación de la vampiresa, excepto Bléiser quien se rehusó a aceptar que quedase algún rastro de ese ultraje a la memoria de los Solvant y quería a Victoria solo para él.




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