Capítulo 3
Pablo entrecerró los ojos hacia Leo y su grupo:
—Entiendo tus palabras, pero si no está en mi contrato, **no lo haré**.
—¿Qué? ¿La comisaría es tu hacienda privada? —Leo, con una mueca feroz, le agarró del cuello de la camisa—. ¿Desobedeces desde el primer día?
—Suéltame —gruñó Pablo.
—¿Eres un cactus? ¡Te toco si quiero! —Leo, musculoso, alzó el puño derecho para golpearle.
Pablo retrocedió un paso, bloqueó el puño con ambas manos y **barrió con la pierna derecha**.
***¡CRASH!***
Leo cayó sobre una cama, su cabeza impactando contra el barandal metálico.
—¡¡Machácalo!! —aulló, agarrando su cráneo.
Pablo lo inmovilizó contra el colchón, agarrándole la camisa con la izquierda mientras su **rodilla derecha se estrellaba contra su cara**.
***¡THUD!***
La cabeza de Leo se whiplasheó hacia atrás, estrellándose contra la pared.
—¡¡ACABAD CON ÉL!! ¡¡YO RESPONDO!! —rugió con voz distorsionada.
Los jóvenes avanzaron como jauría. Pablo, ágil como felino, se replegó al rincón entre ventana y litera: cuerpo tenso, mirada de lobo, listo para la guerra.
Leo se incorporó, arrancando una **porra telescópica** de la pared mientras avanzaba hacia Pablo:
—¡Hijo de perra! ¿Problemas desde el primer día?
En ese instante, la puerta entreabierta se abrió de golpe. Una mujer con uniforme policial verde claro irrumpió con voz estruendosa:
—¿Qué diablos pasa aquí?
Todos giraron hacia ella.
Leo, limpiándose la sangre de la frente, forzó una sonrisa:
—Ana...
—¡Escuché el alboroto desde el pasillo! ¿Van a matar a alguien? —Ana, de unos treinta años, menuda pero de rasgos afilados, clavó sus ojos zafiro en Leo—.
—Nada, solo charlábamos con el nuevo —mintió Leo.
Ana escaneó la escena: literas desordenadas, Pablo acorralado. Su mirada se endureció:
—Siempre igual, Leo. ¿Acosando al novato?
—Él se negó al turno *y me insultó* —Leo dejó caer la porra con falsa inocencia.
—¡Ustedes holgazanean tomando mate en horario laboral! —Ana señaló el círculo de mates abandonados—. Si repiten esto, **informaré al Comandante**.
—Sí, sí, Ana —Leo asintió con sumisa rapidez.
Ana no entró, permaneciendo en el umbral mientras interrogaba a Pablo:
—¿El nuevo?
—Sí —asintió Pablo.
—¿Por qué no recogiste tu uniforme?
—Fui antes, pero no había nadie —respondió.
Ana entrecerró sus ojos zafiro:
—¡Mentira! Estuve en el almacén toda la mañana.
—Ah... Quizás busqué en el lugar equivocado —improvisó Pablo.
—Ven ahora mismo —ordenó Ana, girándose bruscamente.
—Voy —Pablo asintió, señalando a David—. Acompáñanos.
David, aliviado por escapar del conflicto, los siguió de inmediato.
**En el dormitorio:**
Leo, sentado en la cama frotándose la nuca, escupió un coágulo sanguinolento al suelo:
—El maldito sabe pelear. Golpea como mula.
—¿Estás bien, Leo? —preguntó un compañero.
Ignorándolo, Leo desbloqueó su móvil y marcó:
—¿Oye? Necesito info del recluta Pablo. ¿Tiene familiares en la policía?... ¿Seguro? Vale.
...
**En el pasillo:**
Ana caminaba rápido, lanzando una advertencia sobre el hombro:
—Sin conexiones aquí, mejor cabeza baja. Trabajar duro no mata.
—Gracias, Ana —murmuró Pablo.
Sin responder, Ana los guió al almacén del primer piso. Entregó a Pablo un uniforme policial, ropa de entrenamiento, unas esposas y una porra antes de retirarse.
**En el vestíbulo de la planta baja:**
David miró su reloj:
—Debo entregar un informe. No puedo acompañarte. Pide disculpas al regresar, ¿vale? **Leo es el primo de Hugo**. Si los enfureces, tendrás problemas infinitos.
—Ja, claro, entiendo —asintió Pablo con una sonrisa irónica—. Si tienes noche libre, salgamos por una cerveza.
—Trato hecho. Te busco luego —David aceptó sin dudar.
Tras intercambiar breves palabras, Pablo regresó al dormitorio con su equipo. Leo ya se había ido, dejando solo a dos jóvenes que lo fulminaron con miradas gélidas antes de reanudar su charla.
Sin inmutarse, Pablo se instaló en su litera y comenzó a organizar sus pertenencias, ignorando por completo a los demás.
**Alrededor de las 19:00:**
Al notar la ausencia de David, Pablo decidió explorar el barrio para mapear el área y cenar.
Justo al salir, chocó con David, quien llegaba jadeante:
—¡Perdón por el retraso! Reunión de emergencia. ¿Ibais a salir?
—Pensé que te habías echado atrás —rió Pablo—. Vamos por esa cerveza.
—Ehm... Un contacto mío se unirá. ¿Te molesta? —David jugueteó nervioso con su *Redpoint*.
—¿Molestarme? ¡Al contrario! —Pablo lo palmoteó—. Cuantos más, mejor.
Bajaron al vestíbulo, donde un joven de chaqueta de cuero ya esperaba.
El amigo de David se llama **Pato**. Según un veterano agente de la comisaría, **Pato mantiene una relación inusual con el Comisario Hernán**, aunque rara vez interactúan públicamente. La naturaleza exacta de su vínculo sigue siendo un misterio para la mayoría.
Con fama de **irresponsable**, el episodio más escandaloso de Pato ocurrió cuando, ebrio, llevó a dos prostitutas a la oficina con dos colegas. El equipo de inspección interna los pilló *in fraganti*: los otros agentes fueron **despedidos**, mientras que Pato solo recibió una **amonestación pública**.
Aunque su nombre significa "pato" en español, Pato tiene un rostro **estéticamente impecable**. Si **Pablo** recuerda al icónico Batistuta por su rudeza física, **Pato** emana la elegancia clásica de Zanetti, con facciones talladas y mirada penetrante.
Los tres se encontraron. David hizo una presentación breve:
—Este es Pato, siempre me ha cubierto las espaldas. Mi hermano. Y él es Pablo, el nuevo de nuestro equipo de investigación.
Pato, con una mano en el bolsillo, soltó una sonrisa provocativa:
—Me contaron que ya te armaste bronca con Leo, amigo. Tenés carácter.