barrio31

Capitulo 8 (2) Esto es una prueba de Alan?

La Tarde. Oficina del Grupo 3.

En un espacio de menos de 30 m², nueve jóvenes uniformados formaron dos filas. Hugo, con una sonrisa paternal, anunció:
—Aunque Pablo es nuevo, fue él quien eliminó a José Martínez, un criminal peligroso, y resolvió el caso de secuestro. Por ello, la comisaría lo nombra **líder interino del Grupo 3.

Un silencio incómodo precedió a los aplausos forzados.

—La Medalla al Mérito de Tercer Grado de Pablo ya está en trámite, y su ascenso llegará pronto —continuó Hugo, mirando a los escépticos—. Como siempre digo: en esta unidad, el talento se recompensa. Sin excepciones.

Empujó a Pablo al frente. Con su uniforme verde claro impecable, el nuevo líder saludó con firmeza:
—Soy Pablo. Espero que trabajemos juntos como hermanos.

Entre la multitud, David observaba con amargura. Hace apenas días, él había recibido a este novato. Ahora, Pablo era su superior. La vida es una ironía cruel, pensó, tragando saliva.

—Recuerden —Hugo alzó la voz—: el uniforme exige disciplina. Pablo es nuevo, pero si alguien sabotea su trabajo, habrá consecuencias.

Con un último gesto de aprobación hacia Pablo, Hugo salió de la oficina.

Dentro de la oficina, Pablo sacó un paquete de Redpoint —cigarrillos que incluso él rara vez fumaba por su alto costo— y ofreció con una sonrisa conciliadora:
—Tuve suerte al ser nombrado líder, pero sé que su experiencia supera la mía. Trabajemos juntos. ¿Un cigarrillo?

Su gesto buscaba romper el hielo, pero Alan, un agente de unos 30 años en la primera fila, arrebató el paquete con arrogancia:
—¡Redpoint! Hermano, estás forrado —destripó el envoltorio con destreza, revelando su antigüedad en el grupo—. ¿Robaste esto a algún narco?

—Un regalo —respondió Pablo, conteniendo la irritación.

Alan, el miembro más veterano del Grupo 3 (4 años sin ascensos por su estilo imprudente), tomó un cigarrillo, lo encendió con un gesto teatral, y pasó el resto al equipo.

—Siéntense todos —ordenó Pablo, intentando recuperar control.

¡Slap!
De pronto, Alan dio una palmada en el brazo de Pablo, justo donde una herida de bala mal curada latía bajo el uniforme.

—¡Joder! —Pablo contuvo un grito de dolor, retrocediendo con el rostro contraído.

—¿Qué? ¿Te duele el culito? —bromeó Alan, exhalando humo con desdén—. Es solo un rasguño. No vayas a la farmacia —añadió con falsa complicidad—. Un antibiótico cuesta tres días de sueldo.

Pablo lo observó con ojos entrecerrados, eligiendo el silencio estratégico.

Tras sentarse, el grupo entabló conversaciones informales. Durante el intercambio, Pablo comprendió la composición del Grupo 3:

El equipo, incluyéndolo a él, constaba de 10 miembros:
- 3 experuanos
- 1 exboliviano
- 6 exargentinos

(Los términos "experuanos", "exbolivianos" y "exargentinos" hacen referencia a sus nacionalidades previas a la catástrofe. Actualmente, todos son ciudadanos oficiales de Barrio 31)

Pese a sus orígenes diversos, todos compartían el español como lengua común —herencia colonial que sobrevivió incluso al colapso global—.

Nota contextual:
Barrio 31, como entidad política post-catástrofe, unificó las identidades nacionales bajo su jurisdicción, aunque muchos aún preservan costumbres culturales de sus países de origen.

Tras una breve reunión inicial, el Grupo 3 se dispersó para analizar los archivos de la banda de narcotraficantes.

La 18:00 . Oficina del Grupo 3.

Pablo, después de cenar, inspeccionó dos patrullas antiguas en el estacionamiento —máquinas más viejas que él mismo— antes de regresar a la oficina. Para su sorpresa, solo David y el exboliviano Carlos seguían revisando pistas.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Pablo, frunciendo el ceño.

—Alan se los llevó a... resolver unos asuntos —respondió David, evitando su mirada.

—¿Asuntos? —la voz de Pablo gélida—. Se suponía que debíamos tener una reunión poscena. ¿Hubo una emergencia?

—No. Asuntos personales —murmuró David.

—¿Y se van en horario laboral sin autorización? —Pablo golpeó inconscientemente el escritorio.

David guardó silencio, estudiando un informe con intensidad fingida.

Sentado en su silla, Pablo tamborileó los dedos sobre la mesa. ¿Esto es una prueba de Alan? ¿Desafiar mi autoridad el primer día?




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