barrio31

Capitulo 16 Busco a Jim

Mientras Pablo se sumergía en el caso, David —eterno pragmático— maquinaba su ascenso a oficial de segunda clase.

Exterior de la oficina de la Unidad de Mantenimiento del Orden Público 1ª
David, cargando dos bolsas de asado , golpeó la puerta con nudillos temblorosos.

—¡Adelante! —retumbró una voz gutural.

El aspirante entró con sonrisa de cortesano medieval:
—Capitán Brian, ¿ocupado?

Detrás del escritorio, un hombre de rasgos afrodescendientes y sudoración crónica alzó la vista:
—Ah, David. ¿Motivo de visita?

—Solo... saludarlo —mintió el subalterno, depositando las bolsas de asado .

Brian —cuyo vello corporal rivalizaba con un oso pardo y cuya camisa mostraba manchas de transpiración— gruñó:
—Tengo reunión . Ve al grano.

David colocó las bolsas de asado junto al escritorio con cuidado de joyero:
—Capitán Brian, un amigo en el matadero me consiguió estos cortes premium. Fresquísimos, para su parrilla.

El capitán lanzó una mirada que podía carbonizar papel:
—Deja el teatro. Exprésate en 30 segundos.

—Es que... —el subalterno tragó saliva—. Usted y el Capitán Hugo son cercanos. Quisiera... una recomendación para ascender a oficial de segunda clase. Llevo años estancado.

Brian continuó redactando su informe sin alzar la vista:
—Diez vacantes. Cuatro ya fueron a sobrinos de otros capitanes. Tu turno llegará.

—¡Pero el primo del Capitán de la 4ª solo tiene cinco meses en servicio! —protestó David con puños invisibles apretados.

—Exacto —el hombre esbozó una sonrisa cínica—. Pero su sangre tiene rango. Paciencia, chico.

—¡Un año de "paciencia"! —la voz de David quebró como cristal bajo presión.

Brian observó las bolsas con mirada de buitre hambriento:
—Asado... un clásico. Te propongo un trueque, David: dos cajas de Malbec Reserva y $10,000 dólares. Hazme Comisario hablando con Hernán.

David se quedó petrificado.

—Las oportunidades son moneda dura: el dinero vence a la pobreza, el poder aplasta al dinero —el capitán empujó las bolsas como si fueran residuos nucleares—. Llévatelas. Sigue esperando.

Tras un silencio que pesó como plomo, David murmuró:
—Esperaré. Pero el asado... quédese con él. Está fresco.

Al llegar a la puerta, David notó unas camisas sucias colgadas en el perchero:
—Llevaré su ropa a lavar, capitán.

—Hmm.

Sus ojos cayeron sobre unos zapatos llenos de barro seco:
—Los zapatos también necesitan limpieza.

—Hmm.

Minutos después
Brian entregó las bolsas de asado a una colega de la oficina:
—Toma, para tu cena familiar.

—¿Seguro? Es de primera calidad...

—Mi freezer está lleno de Wagyu —mintió el capitán mientras salía hacia su reunión.

Lavadero - 3:55 p.m.
David restregaba los zapatos embarrados, el móvil sujeto entre la cabeza y el hombro:
—Conseguiré el pago de las pastillas este mes. Te lo juro.

...

Oficina del Grupo 3 - 4:00 p.m.
Pablo golpeó la mesa con un mapa de operaciones:
—Manuel, convoca a todos. Reunión a las 20:00. Posible redada nocturna.

Alan, con la herida en la pierna que Pablo le hizo aún supurando, preguntó con resentimiento:
—¿Yo también?

—Necesito conductor —respondió el líder sin espacio para réplica.

Dormitorios - 4:30 p.m.
El equipo descansaba tras engullir raciones de combate cuando David irrumpió:
—¿Contra quién es esta vez? ¡Hasta han sacado fusiles Kar98k del arsenal!

—El distribuidor clave de los medicamentos falsos podría estar en la ciudad de Daba —Pablo revisó su reloj táctico—. Tengo equipos de vigilancia siguiendo a sus cómplices. Quizás consigamos un movimiento.

—Entiendo —David asintió, mordiendo su labio antes de susurrar—. ¿Puedo ir a casa un momento? Necesito...

Pablo lo miró con expresión resignada:
—¿Otra vez evadiendo el riesgo? Hermano, si tienes miedo, te asignaré como conductor.

—No es miedo —replicó David con determinación—. Mi madre está grave. Mi hermana es ciega y solo tiene 12 años. Hoy es nuestro día de consulta médica.

El líder del Grupo 3 evaluó la situación:
—Ve, pero regresa antes del operativo. Sin excusas.

—Te juro que volveré al primer aviso —el subalterno tomó sus llaves con urgencia.

Barrio marginal de Flores - 19:15 hrs
Martin bajó de su camioneta todoterreno, escaneó el entorno con mirada de halcón, y se fundió en las sombras del callejón.

—¿A quién busca? —una voz ronca emergió de la oscuridad.

—Busco a Jim —respondió Martin reconociendo el acento carcelario.

—¿Martin? —el vigilante identificó el tono autoritario.

—¿Está disponible?

—Sí. Pero primero... —un joven con tatuajes de pandilla emergió—. Necesito registrarle, señor.

Martin alzó los brazos en posición de crucificado mientras manos expertas revisaban cada pliegue de su ropa.

Interior del almacén
Jim, un hombre de barba desaliñada y olor a pólvora rancia, balanceaba una granada de fragmentación como si fuera un juguete de escritorio.

Oficina de Hugo - Mismo horario
Hugo presionaba el móvil contra su oreja sudorosa:
—¿Tan urgente es que vuelva a casa, hermano? Sí, estoy terminando unos... asuntos delicados. Iré en un rato.




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