No le fue posible disimular que no se siente preocupada y triste. Bastián le sonríe antes de colocarse su capucha, acercarse a ella y besarla. A pesar de su sonrisa siente un vacío en el pecho que no entiende.
—Promete que volverás —le preguntó Valentina tomando sus manos.
—Mi prioridad es tu seguridad —señaló y al ver que ella pensaba replicar la volvió a besar.
—Bastián —reclamó al verlo abrir la puerta seguido de Asterus y Marcela, quien obstinadamente se negó a quedarse en aquel lugar—. Cuídate, te estaré esperando.
Al salir al exterior el hechicero suspiró.
—Espero que aun cuando no vuelva seas feliz, mi valentina —susurró.
Asterus lo contempló preocupado.
—Debiste ser sincero con ella —le reprochó.
—Ya saben, si Fredeck aparece para impedir que crucemos al mundo de los magos, si la situación escapa de mis manos huyan a los lugares que no se pueda usar magia, de seguro ese Fredeck no los seguirá, siento que solo está detrás de mí y Valentina —señaló sin responder al consejo de su amigo.
El morfog de mala gana afirmó con la cabeza sin decir palabras.
Bastián sabe que con sus poderes debilitados solo podría invocar a uno fuerte pero que las consecuencias será dañar a su cuerpo físicamente y con ello no podrá pelear más, Asterus es fuerte y Marcela es ágil pero aun así a ambos les ha recordado que si la situación se complica huyan de inmediato y que no se preocupen por él, teme que se queden con él hasta el final, pero espera que entiendan que sacrificarse los tres no ayudara en nada. Si aquel individuo aparece antes de cumplir el primer plan que es llegar a Arturo su segundo plan es detenerlo sea como sea y decirle a aquel infeliz de Fredeck que Valentina ya no es una llave, espera que con eso la deje en paz y que Arturo pueda darse en cuenta en donde se han ocultado y llegue a Valentina y la ponga a salvo.
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Sin tiempo que perder, Arturo apareció cerca de unas calles cercanas, ha preferido ir solo a ese lugar mientras sus hombres aparezcan en las cercanías. Por ahora debe ir donde Bastián y llevarle el pergamino que Ágata, la carcelera de la biblioteca, le envió. Aquel es el contra hechizo a la maldición de su padre y si logra liberar a Bastián de esa condena se sentirá menos en deuda con él al darse cuenta de que el culpable de todo el dolor de Leonor era su propio padre. Avanzó con cautela por las estrechas calles, hasta llegar a aquella pequeña casa de tres pisos copia fiel a las que la rodeaban, de vivaz color rosa y cortina de adornos florales. Por cortesía lo correcto sería golpear la puerta delantera y presentarse, pero aquello lo pone a la vista de los probables espías de Fredeck y no hay tiempo para presentaciones tampoco.
Dio la vuelta por la calle introduciéndose por el costado de un edificio y luego avanzando por los jardines traseros de las casas continuas. Un salto más, un empujón a la puerta de atrás y se encontró con el rostro horrorizado de una mujer a la que no dudo en tapar la boca antes de que gritara y sin pensar más se encontró frente a Valentina quien sorprendida con los ojos abiertos lo contempla entre asustada y confusa.
—¿Donde esta Bastián? —le preguntó de inmediato, no hay tiempo para explicaciones.
La mujer titubeó.
—¡Valentina, si no llego a él mi padre lo matará! —exclamó apretando los dientes.
La joven bibliotecaria se quedó pálida al escucharlo, y respiró agitada cubriéndose los labios. ¿Realmente puede confiar en él? ¿No estará otra vez bajó el control de su padre?
—¡Valentina, no tenemos tiempo que perder! —la miró dolido y la mujer detuvo sus ojos en los suyos, lucen sincero y arrepentidos. Tal vez por toda la culpa que cargo por años encima de Bastián cuando aquel solo era otra víctima más de la maldad de su padre.
Tragó saliva hasta que al final decidió dejarse llevar por su presentimiento.
—Bastián... fue al Museo de historia natural —habló finalmente.
—Bien, voy a ir de inmediato y...
Pero otro fuerte golpe en la puerta delantera lo obligó a callar, sabe que los han descubierto y sin pensarlo más toma a ambas mujeres de las muñecas y sale del lugar. Aquellas lo contemplan asustadas sin entender demasiado lo que está pasando.
—¡Nos han encontrado! ¡Este lugar ya no es seguro! Debemos salir de aquí —señala Arturo pensando en cómo lo hará para salir de aquel lugar y proteger a ambas mujeres.
Sin embargo, la mujer mayor se suelta de su agarre y ante sus ojos se transforma en una criatura, una especie de pequeño espantapajaron que a Valentina le recordó de inmediato al pequeño Mariet.
—Yo los distraeré —señaló.
No es su idea dejar a un ser tan pequeño ser enfrentarse con los guardianes, pero no tiene otra opción, solo espera que no resulte mal herido ya que de seguro Bastián no se lo perdonara. Toma a Valentina de la cintura para dar un salto y salir de ahí y nota la preocupada mirada de la joven mujer fija en la pequeña criatura.
—No te preocupes, estará bien —indicó y sintiendo a sus viejos camaradas cerca no pensó más y se alejó de aquel lugar llevándola consigo.
Corrieron por las calles, intentando no encontrarse con otros guardianes, aunque Arturo sabe que eso no les servirá mucho, si ya han dado la alerta de la huida de ambos deben estar detrás de sus pasos.
—Valentina —dice pasándole el pergamino enrollado.
La joven lo tomó en sus manos sin entender.
—Mi padre maldijo a Bastián y por eso, aunque la cadena de su condena ha dejado de existir no puede recuperar su poder. Hay que leer las palabras de ese papel en voz alta frente a Bastián para liberarlo —le habló sin detener sus pasos.
Valentina solo lo miró afirmando con la cabeza y aferrándose más al documento.
—Quiero que corras y no te detengas, no mires atrás y avanza sin que nadie puede detenerte, la vida de Bastián depende de ese contra hechizo —tensó la mirada.
Editado: 12.11.2024